"Huevo" Sánchez: "En el futuro de la Selección no veo absolutamente nada"
Por Redacción 0223
PARA 0223
por Mariano Suárez
Oscar Sánchez recibe a 0223.com.ar en su casa, en un barrio cerrado de Mar del Plata. “Vengan, vengan que les muestro mi ‘oficina’. Como en esta casa no me dejaron hacer una cancha de básquet me hice un vestuario”. Esa es la primera intervención, después ofrecerá agua, mate, café y galletitas, pero primero se desespera por mostrar “su” habitación.
Todavía le falta para estar terminada. El piso de madera será cubierto por una alfombra que simulará una cancha de básquet. En las paredes hay varios posters: el Huevo con bigote, el Huevo más joven, el Huevo gritando, el Huevo celebrando. En 38 años de dirección técnica pasó de todo. Hoy, alejado de las canchas, tiene algo claro: quiere dirigir un equipo que pelee por el título. “Con el tema del descenso sufro mucho, ya no estoy para esas cosas”, reconoce.
El último trabajo del extécnico de Quilmes fue en Boca. Tras su salida del club, dice, se propuso descansar medio año, porque uno entero sin dirigir “no iba a aguantar”. Cuenta que el descanso incluyó clínicas en Estados Unidos y Rusia para perfeccionarse, y muchas clínicas para transmitir todo lo que se perfeccionó. Actualmente está en Chile, dando una para 200 entrenadores.
- ¿Tenés ganas de volver a dirigir?
- Podría haber dirigido hace unos días. Me llamaron hace unos cuatro meses de la Unión de Formosa y me volvieron a llamar hace unos días cuando se fue Gonzalo García. Antes lo había hecho Quimsa. Pero yo cuando doy la palabra es sagrada y tenía el compromiso en Chile. Ahora, si aparece algo para jugar para arriba sí, pero para abajo no. Basta: no duermo de noche, es una locura.
- Pero por tu manera de vivir el básquet sufrís siempre.
- Sí, pero no es lo mismo. Me imagino lo que debe sentir Sabella dirigendo a Messi. Algún día quiero un caramelo. Me pasó en Atenas: dirigir buenos jugadores es mucho más fácil. Por más que digan que hay que alimentar el ego de todos, es mucho más fácil. Si sos bueno sabés lo que es el básquet. Y si tenés jugadores de medio pelo, todos se piensan que son figuras, pero son de medio pelo.
-¿Cómo ves la Liga Nacional?
-Está dura, está competitiva. Nunca va a ser linda, porque todos los años se arman equipos. ¿Quién está liderando? El que tiene continuidad. Si tenés continuidad de buenos jugadores y el mismo técnico es un cóctel bueno. Si todos los años apostás a tres americanos, a un patrón de juego diferente, no se puede.
- ¿Se le puede ganar a Peñarol?
- En básquet todo se puede. Los buenos buenos están en la NBA. Hay equipos que hacen 5 puntos en un cuarto y después hacen 41 en el siguiente. Yo no lo puedo creer. En ese contexto, creo que Peñarol no juega bien, pero tiene tanta jerarquía y una cabeza tan buena que ellos se pueden ir al vestuario perdiendo por 25, pero vos sabés que te puede matar. O Peñarol pierde dos seguidos y al tercero te tritura. Eso vale muchísimo.
Pero vos decís, ¿Peñarol tira bien al aro? No. El año pasado en las finales fue un desastre, tiraban todo de tres puntos, jugaban al handball. Pero sale campeón. Es un sistema de juego que le funciona. Pero en básquet todo se puede, teniéndole la pelota, jugando más en zona, arriesgando en algunas cosas…
“En el futuro de la Selección no hay nada”
-¿Qué análisis hacés de los últimos Juegos Olímpicos?
-Lo que yo vi es que hay jugadores que jugaron al límite. Emanuel, si bien el 2005 fue su mejor año, hizo un enorme torneo. Jugó perfecto, sin errores. El nivel de Scola no fue tan bueno. Prigioni sigue sorprendiendo siempre. Pero después ya por una cuestión biológica, te queda el corazón, algunos destellos, pero vas bajando.
Sin ser atletas, sin jugar un solo contrataque, en el 5 contra 5 son siempre competitivos. Si hoy a un equipo le sacás el contrataque te puede hacer 50 puntos. ¿Quién corre el contrataque en este equipo?. Delfino no define, juega a pie firme. Manu, antes. Prigioni tiene velocidad de cabeza, pero es lento de piernas. El Chapu ya no es como antes que te perforaba. Antes llegaban primero Oberto y Scola. Sin embargo, la química y el conocimiento es importante.
-¿Y de acá al futuro que se puede esperar de la Selección?
-En el futuro no hay absolutamente nada. Yo soy muy crítico. Un país que no es Lituania, Eslovenia, Serbia, que tienen un biotipo de jugadores altos, por lo menos tiene que haber jugadores diferentes, un 1 y un 2.
Uno de los mejores jugadores de la Liga era Quinteros y no fue al torneo. Fue Campazzo, que es un jugador diferente en atrevimiento. Pero no hay tantos bases que sean buenos. Laprovítola es un buen jugador, pero no es diferente al nivel internacional.
-¿Cómo se explica esta generación entonces?
-Nosotros siempre nos peleábamos todos con todos. Si va éste no voy yo… pero éstos se aman y encima es uno de cada puesto. Se quieren en serio. Podrá haber celos a nivel de representantes, que lo hay, pero en la cancha están todos al servicio del equipo. A vos te pueden salir dos tiradores buenos, o dos aleros. Pero un base, un dos, un tres, un cuatro y un cinco: tenés que tener un culo enorme.
- ¿Por qué nunca dirigiste la Selección?
- No tuve cintura política para nada. Hoy se sabe que los representantes te manejan todo. Hay muchos dirigentes que son influenciables, entonces los dirigentes tienen mucho valor. Más allá de que hablamos de Magnano, Oveja, Lamas, el Che, Santander… no es que no fue el Huevo y fue un cuatro de copas. Pero a veces un buen jugador en Europa con un buen representante es NBA, sin uno, no llega.
Al ser un tipo tan frontal siempre he tenido problemas con uno o dos representantes que son influyentes. A mi cuando me tocó la Selección llamó un representante y dijo: “Si va el Huevo no va tal y tal jugador”.
“Lo de Quilmes me duele más por la gente”
-¿Cómo ves la situación de Quilmes?
-Yo dirigí 16 temporadas a Quilmes. Estos días, cuando tuve que hacer mi nueva oficina tenía que elegir pósters de los 38 años (16 temporadas Quilmes, 11 Estudiantes, el resto con los demás clubes) y me preguntaba qué cuadro dejo en la oficina. Tenía que dejar uno de Quilmes y elegí el primero, que fue el símbolo de lo que era el club.
Quilmes era trabajo, un club serio (no es que ahora no lo sea) y tenía un tipo que podía darse el lujo de manejarlo él (Oscar Rígano) y yo en lo deportivo. Estando nosotros dos, y sin soberbia, fue cuando mejor le fue al club. Después pasó lo que pasó y el club se fue tres veces al descenso. Rígano ya no estuvo tan metido como antes y fue para atrás.
Y en Peñarol se juntaron, son amigos, se quieren los dirigentes, y fue para arriba. Es difícil.
-¿Y te duele la situación o ya lo superaste?
-Me duele mucho más por la gente del club. Nosotros teníamos una hinchada que era increíble. Cuando jugamos con Gimnasia La Plata yo nunca vi una cosa igual.
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