La calma que antecede el temporal

Los movimientos de la industria en la primera porción del año parecen calcados al año anterior mientras se aguardan definiciones que pueden alterar las reglas de juego en la pesquería de langostino.

Juan Manuel Bosch. El subsecretario de Pesca no sabe cómo hacer para derogar la 1113/88. Foto: Revista Puerto

5 de Abril de 2018 08:15

En el primer trimestre del año los desembarques en todos los puertos marítimos recibieron 185 mil toneladas, entre pescados, moluscos y mariscos. La cifra, preliminar, de la estadística oficial, marca una reducción de casi un 10% en relación al mismo período del año pasado cuando se descargaron 201.661 toneladas.

El 2018 viene con una temporada de calamar muy parecida a la pasada, en el borde de las 75 mil toneladas, una menor abundancia de langostino (34 mil toneladas contra algo más de 42 mil del 2017) y una reducción pequeña en los desembarques totales de merluza; 39 mil toneladas el año pasado contra 37.800 que pueden incrementarse cuando se terminen de volcar todos los datos.

Del total general, Mar del Plata aporta 86.927 toneladas hasta el 27 de marzo pasado. Casi la mitad de ese número corresponde al calamar, con 41.186 toneladas, recurso que dinamiza los brazos de los estibadores y prestadores de servicio a la flota potera y el movimiento de contenedores.

Si en estos tres meses los buques arrastreros congeladores que operan desde el puerto aportaron 7 mil toneladas a la suma total de Mar del Plata, al menos eso fue lo que declararon, los miles de trabajadores en tierra se mantuvieron ocupados con algo más de 35 mil toneladas. Poco para generar un ingreso digno a todos los eslabones de la extensa cadena productiva y se siente en el barrio. Las calles del puerto parecen dormidas.

La industria pesquera vinculada a la captura y procesamiento de pescado fresco en Mar del Plata, la única capaz de contribuir a que la ciudad abandone el primer puesto como capital nacional del desempleo, sigue esperando las señales de apoyo que emanan desde los distintos funcionarios del gobierno nacional y provincial en cada una de las visitas.

Excluyo al intendente Arroyo del grupo porque, más allá de la poca injerencia en la política pesquera y portuaria, en los 187 minutos que duró su discurso en la apertura de sesiones ordinarias en el Concejo Deliberante, nunca pronunció las palabras “puerto” ni “pesca”.

Cuando candidato decía tener la llave con la cual encender el motor del puerto. Jefe político de la ciudad, ni siquiera una palabra, aunque como casi todo lo que dice, no sea más que una entelequia difícil de comprender. Cambiamos…

Más que en las paritarias –Caipa y el Soip esperan ver cómo termina la novela de Vidal con los docentes para apurar una suma fija a cuenta de futuros aumentos y de ese modo descomprimir el desconsuelo de los obreros atados a la garantía horaria, esquema que vienen repitiendo desde hace dos años- las miradas por estos días volvieron a posarse sobre el Subsecretario de Pesca.

Juan Manuel Bosch vive días tensos. La presión de los lobistas para que derogue o modifique la Resolución 1113 y de ese modo pueda entrar a pescar langostino en aguas nacionales el nuevo barco de Moscuzza, no descansa domingos ni feriados.

El Subsecretario, a principios de año, había aclarado que él calzaba 39; una señal de independencia que parece haber durado un suspiro. Llamados, mensajes, encuentros, enviados especiales, todo vale para hacerle comprender las urgencias de “Pototo”, el amigo del Presidente.

Emilio Monzó, presidente de la Cámara de Diputados, fue uno de los últimos que le hizo saber la imperiosa necesidad de que el “José Américo” pueda usar el permiso para pescar 2600 toneladas que le entregó la gestión anterior.

Oscar Fortunato, ex presidente de Cepa, y representante del Poder Ejecutivo en el CFP, es el hombre clave en la transformación del funcionario.  Así como el “José Américo” se achicó y de 47 metros de eslora máxima total ya mide unos metros menos, Bosch sufrió el fenómeno inverso. Se le agrandó el pie. Ya no calza 39. Cambiamos…

El marco que Bosch eligió para contextualizar la modificación de una norma vigente desde hace 30 años es que todos los actores involucrados en la pesquería confluyan en la elaboración de un plan de manejo del langostino, acorde con la superabundancia que regala el marisco desde hace cuatro años sin que se tengan en claro todavía los motivos.

Hasta ahora el plan de manejo no tiene forma ni de borrador pero todas las cámaras sectoriales de Mar del Plata y la Patagonia han rechazado de plano la idea de blanquear al “José Américo”. Salvo, claro, Cepa y Caipa, de las cuales el armador es uno de los pilares.

En su estrategia de persuasión, Bosch expuso la sobrepesca de langostino que realiza la flota artesanal de Rawson. Sancionó a una docena de barcos por haber pescado en los primeros dos meses todo el cupo permitido en el año. Algunos casos, como el “Caliz”, había pescado 7 veces más de lo autorizado.

Si bien a partir de la sobreabundancia del langostino, el CFP siempre emite una resolución/cobertura que amplía los cupos de los barcos a medida que la zafra avanza en el calendario, casi siempre la flota patagónica termina pescando mucho más incluso del cupo extendido.

La suspensión del despacho a pesca para los excedidos de Rawson pareció un mensaje dirigido al representante de Chubut en el Consejo de modo que avale el cambio en la Resolución 1113. Los patagónicos desean que se acorte el tiempo de marea de los barcos fresqueros para frenar y la capacidad de los cajones para preservar la calidad del producto en muelle y menguar la capacidad de faena de los buques marplatenses.

En la última semana Bosch se convirtió en un férreo defensor de los intereses de Moscuzza cuando divulgó una lista con 36 barcos que habían pescado langostino en la temporada pasada

y, supuestamente, medían más de 40 metros de eslora máxima total, como señala la norma vigente. “Si manda a medir la eslora total es probable que queden todos afuera”, confió un allegado al Subsecretario.

Pero la periodista Karina Fernández, de Revista Puerto, chequeó la nómina oficial y 26 de esos buques se ajustaban a los requerimientos de la 1113. Los otros con más de 50 metros de eslora, como el “María Liliana”, “María Eugenia”, “Xeitosiño”, “Uchi”, por ejemplo, no están comprendidos dentro de la Resolución.

Si Bosch está dispuesto a mentir para abrir el paraguas y abrazar el ingreso del “José Américo” como una mancha más que se le adosa a un tigre que no esta tan manchado como lo quiso mostrar el Subsecretario, no hay mucho más que esperar.

La decisión parece tomada: solo hay que esperar la forma. El barco ya llegó. La zafra en aguas nacionales comienza en poco más de un mes. Los plazos se acortan y si el langostino nunca tuvo un plan de manejo que englobe a todas las jurisdicciones y todas las flotas, no estará en menos de 45 días. “Primero hay que dimensionar el problema y después corregir”, señaló Bosch para argumentar los cambios que se vienen.

La gestión Cambiemos, que venía a transparentar la industria pesquera, encuentra problemas donde no los hay –salvo la urgencia de Pototo- y se dispone a “corregir” algo que –salvo los interesados- ningún otro sector cuestiona.