Dos miradas disímiles sobre el abadejo

El Inidep sostiene que su estado biológico es precario en tanto los armadores aseguran todo lo contrario: pescan y declaran mucho más de abadejo que el permitido. De paso hacen un negocio redondo porque las multas son irrisorias. Se cayó la prospección que autorizó el CFP y crece la polémica.

Abadejo en la red de un barco fresquero. Un cupo que se supera para hacer un gran negocio. Foto: Pescare

15 de Marzo de 2018 10:06

El abadejo forma parte del conjunto íctico de las pesquerías demersales australes, junto con especies como la merluza de cola, la polaca, la merluza negra y también la austral. Es un reproductor parcial asincrónico con fecundidad muy baja.

Los científicos que lo estudian con campañas de investigación muy esporádicas han determinado dos áreas de crianza: del 42º al 47ºS desde diciembre a marzo y al norte de los 42º, en abril y mayo.

El filet de abadejo es muy demandado tanto en el mercado interno, por la cocina gourmet. Sus cachetes son toda una delicadeza en la gastronomía. En el mercado brasileño lo demandan como una alternativa al salmón rosado.

Su participación en los desembarques de la flota pesquera nacional no es importante, pero despierta una fuerte disputa entre las autoridades pesqueras, los científicos del Inidep y los armadores pesqueros.

En el 2014 se desembarcaron 5750 toneladas de las cuales 4862 se descargaron en el puerto marplatense. La flota fresquera domina las capturas: ese año fueron 4389 toneladas.

Los investigadores del Inidep sostienen que el estado del recurso está cerca del colapso y bajas posibilidades de recuperación. Los científicos aseguran que la biomasa reproductiva se ubica en el 7,5% cuando el límite debería ser tres veces más. Sostienen que las capturas se sostienen con ejemplares juveniles, lo que dificulta aún más la recuperación.

En sintonía con ese mensaje, la autoridad de aplicación dispuso medidas de manejo para protegerlo. Hace cinco años que está prohibida la pesca dirigida exclusivamente al abadejo. Según la época del año, los barcos pueden traer hasta 10 o hasta 15 toneladas de abadejo por viaje. El año pasado dispuso vedar la zona de los “pozones” cercanos al talud, donde los ejemplares adultos se concentran durante el ciclo reproductivo

En este contexto, los desembarques se redujeron: el año pasado fueron apenas 3 mil toneladas, de las cuales el 80% se descargó en Mar del Plata con la flota fresquera predominando las capturas: 1940 toneladas.

Los armadores no comparten la mirada precautoria de los científicos y la autoridad de aplicación. Sus capitanes les refieren otra realidad en altamar. Sostienen que hay mucho más abadejo y de buen tamaño comercial para poder desembarcar y generar trabajo en las plantas procesadoras que sufren la inactividad que regala la falta de rentabilidad de la merluza.

Ese sería el argumento que eligen los armadores para explicar los casos de los barcos fresqueros que entraron a puerto con mucho más abadejo que el permitido. El “Don Santiago” fue el primero que expuso la situación el año pasado cuando declaró más de 40 toneladas en un viaje.

Este año fueron el “Gaucho Grande”, “Floridablanca” y “Malvinas Argentinas”. Los dos primeros con una marea en la que declararon 47 y 70 toneladas respectivamente cada uno.  Hay varios otros que se pasan, pero no con tanta diferencia.

Los pescadores aseguran que es difícil ajustarse a la norma, que no tienen una lupa debajo del agua para saber lo que tienen las redes y que son multados por subir un pescado a cubierta que generará trabajo en tierra y divisas para el país, cuando podrían tirarlo al agua.

Los argumentos son endebles: si no quisieran ser infraccionados luego de completar el cupo podrían abandonar la zona de pesca abundante en abadejo. Pero siguen pescando porque cuando levantan la red también hacen un buen negocio. Por el abadejo se llega a pagar entre $45 y $50 por kilo entero en muelle. La merluza no supera ni la mitad.

Hay otro elemento que contribuye al fenómeno.  Los excesos cuestan barato. La multa por traer más abadejo del permitido es de 30 mil pesos para las dos primeras veces y 120 mil por la reincidencia de la tercera. La facturación por la venta del abadejo supera con holgura el valor de la multa, y si el infractor se allana, los armadores infraccionados pagan la mitad.

Con la intención de buscar mayores certezas sobre el estado biológico del abadejo, conocer el área de distribución y sus concentraciones durante la época estival, y sobre todo ver si podían flexibilizarse algunas medidas restrictivas como solicitaban los armadores, el Consejo Federal Pesquero autorizó una prospección con 8 fresqueros de altura de la flota comercial, la cual se programó entre el 9 y 25 de marzo.

La fecha no era la que habían propuesto los armadores –enero- por demoras burocráticas del propio consejo, pero era una buena chance para ver cuál de las dos miradas sobre el abadejo coincidía con la realidad.

Pero comenzaron los cortocircuitos: mientras se sorteaban los barcos que participarían del estudio, desbordó de los partes de pesca todo el abadejo que trajeron el “Gaucho Grande” y el “Floridablanca”, cuyos propietarios son socios de la Cámara de Armadores. Desde Pesca anticiparon que los bajarían de la prospección y les suspenderían el despacho a la pesca.

Ayer por la tarde los dos barcos fueron notificados de la sanción y la suspensión del despacho a la pesca en Prefectura. En la cámara sospecharon que detrás de la maniobra estaba la mano de Oscar Fortunato, el representante de Cepa en el Consejo.

Pero luego de que se supiera lo del “Gaucho Grande” y “Floridablanca”,el otro barco pasado de abadejo que divulgó Revista Puerto fue el “Malvinas Argentinas”. Justo el fresquero de Moscuzza que iba a reemplazar a uno de los dos que pensaban sancionar.

Lo que terminó de empujar la prospección al precipicio fueron las áreas a prospectar. Los armadores sugirieron que si el estudio se hacía en enero, lo mejor era relevar la zona de afuera, donde están los pozones, más cerca de la milla 200. En marzo convenía hacerlo en el área de la restinga, pero el Consejo mantuvo las áreas de enero.

“No servía de nada: hubiésemos pescado más Hoki que abadejo”, confesó un armador al cierre de esta columna.

Si realmente hubiesen querido conocer el estado del abadejo, los consejeros podrían haber demorado menos en autorizar la prospección o  hacerlo en áreas donde los capitanes de pesca sostienen que esta el recurso. “Ni siquiera saben dónde están los pozones que vedaron el año pasado”, aseguran los oficiales.

En el Consejo se perdieron la oportunidad de contradecirlos y revelaron otra versión: que los armadores se negaron a embarcar dos observadores por barco para realizar el estudio, algo que nunca estuvo en discusión. Mientras tanto, en las últimas horas llegó a puerto el “Antonino”, con 1500 cajones de abadejo (47 toneladas), capturado en una de las zonas a prospectar, sobre el 43ºS.

Los armadores sostienen que habían acordado con el Inidep embarcar a uno solo y poner a su disposición al resto de la tripulación para facilitarle el trabajo de muestreos. Los empresarios sospechan de la injerencia de Mauricio Remes Lenicov para no respetar lo convenido con Otto Wöhler.

Remes, el sobrino de Jorge, devaluador de Duhalde a principios de siglo,ahora es el flamante director de Coordinación Pesquera, el cargo que ocupaba Juan Manuel Bosch cuando reemplazó a Tomás Gerpe.

Mauricio no es nuevo en el edificio de Paseo Colon donde funciona la Subsecretaría. Sobrevivió al cambio de modelo. De lo nacional y popular a “el límite está en lo posible”, uno de los anunciados del duranbarbismo.

Como jefe de todos los inspectores en muelle, desde la Dirección de Control y Fiscalización Remes debía controlar, entre otras cosas, que los partes de pesca de Solimeno no fuesen acuarelas con fuerte predominancia de nototenias. Acaban de premiarlo.

Saber cuál es el verdadero estado del abadejo seguirá siendo una incógnita vigente. A juzgar por la manera de resolver la prospección, no parece que les preocupe mucho develarla. En mayo, posiblemente, salga de campaña el Victor Angelescu, el nuevo buque del Inidep que hasta ahora solo ha rastreado al ARA San Juan.

Tal vez a todos les convenga mantener el statu quo. Al menos mientras no se endurezcan las medidas restrictivas o se actualicen los montos de las multas.