Prosur: un camino hacia la fragmentación

Los gobiernos conservadores de sudamérica conformaron un espacio común. ¿Qué propone?

26 de Marzo de 2019 18:20

Siete países suramericanos dieron el puntapié inicial para la conformación de una nueva estructura regional. Se trata del Prosur, una iniciativa de Chile y Colombia para aglutinar a la derecha de la región que, entre otras cosas, profundice el aislamiento de Venezuela.

En su declaración de principios expresa la voluntad de “construir y consolidar un espacio regional de coordinación y cooperación, sin exclusiones, para avanzar hacia una integración más efectiva que contribuya al  crecimiento, progreso y desarrollo”. Sin embargo, la exclusión de Venezuela fue la primera pauta de coincidencia.

La desideologización que vociferan sus integrantes representa la más alta ideologización posible, pues, el único hilo conductor de los gobiernos firmantes es su condición de derecha, conservadora o liberal, y su voluntad para enterrar la Unión de Naciones Suramericanas fundada por la etapa progresista. Del flamante espacio no participan Bolivia ni Uruguay y no cuenta con propuestas económicas concretas dado que la base de los gobiernos del sur de nuestro continente se basa en dos ejes: acuerdos bilaterales regionales y subordinación a los intereses de Estados Unidos. 

Esto último no es una proclama que pueda inscribirse en un panfleto partidario sino una decisión política que tiene varios ejemplos como la decisión de Brasil de permitirle a la Casa Blanca lanzar satélites desde su base de Alcántara, el activo rol de Colombia en la ofensiva contra Venezuela o la sobredosis de gestualidad de Piñera que le regaló a su par norteamericano una bandera de Estados Unidos con una estrella extra, la de Chile.

El problema del Prosur no es lo que hará, que a priori no será mucho mas que condenar a Venezuela y resaltar los beneficios del libre comercio y  la desintegración económica y política, sino lo que no está dispuesto a realizar

Aquí hay que mencionar el rol de Unasur como espacio para la resolución de conflictos internos, logrando evitar golpes de estado y escalada de violencia  intrarregion.  En ese marco, la creación del Consejo de Defensa suramericano fue la respuesta a la reactivación de la cuarta flota de Estados Unidos en su misión de volver a tener incidencia en América Latina. 

Unasur ha dejado muchas cuestiones en el debe, el más importante es el de la solidificación económica y el frustrado Banco del Sur, pero no se puede minimizar los avances en términos políticos. Una falacia alrededor del difunto bloque regional es la de su homogeneidad ideológica  pues, desde su creación se sentaron en un mismo espacio Alvaro Uribe, Hugo Chavez, Sebastian Piñera y Evo Morales, sin exclusión. 

Paradójicamente, quienes venían a ordenar el rumbo perdido en manos del populismo no fueron capaces de proponer un proyecto económico moderno, virtuoso y capaz de insertarse forma inteligente en un mundo complejo, cerrado e incierto. 

El Prosur es la cristalización de la vocación de la derecha por fragmentar una región que navega en la intrascendencia y piensa las relaciones económicas del siglo XXI con el manual del siglo pasado. 

Se trata de una oportunidad perdida, otra más.