Progresismo racional

La gira de Alberto Fernández por Europa, la relación que quiere construir con la Unión Europea y el sueño de seguir el modelo de Portugal. 

Alberto Fernández en el Congreso de España.

10 de Septiembre de 2019 08:17

La gira de Alberto Fernández por España y Portugal comienza orientar la política exterior del próximo gobierno, siempre y cuando se ratifiquen los resultados del 11 de agosto el próximo 27 de octubre.

El interés de Fernández de mostrarse cerca de estos dos países se explica en varios puntos. En primer termino, la tensión entre Jair Bolsonaro y la Unión Europea por la crisis en el Amazonas y el perfil antiglobalista y pro-norteamericano, significa una oportunidad para construir un vínculo virtuoso con el sistema de integración europeo. A su vez, que sea Sánchez y no Podemos muestra el carácter socialdemócrata-progresista que pretenden darle a las relaciones internacionales por sobre ciertas lógicas “populistas latinoamericanas”. El episodio con Juan Carlos Monedero, a quien desautorizó cuando intentó criticar al Jefe de Estado español, es un ejemplo de esto. 

En este marco, España puede ser un aliado para revisar el acuerdo Mercosur-UE, reforzar el vínculo con empresarios e inversores en el país y abrir la puerta de entrada para un vínculo con el eje franco-alemán.

Además, tanto Sánchez como el exmandatario José Luis Rodríguez Zapatero puede jugar un rol clave en instancias de resolución de crisis como la que ocurre en Venezuela, el retorno de la violencia en Colombia o la erosión institucional que se vive en Brasil.

El grupo de Puebla nació en ese sentido y, si bien hoy tiene más dirigentes que no ocupan espacios institucionales como Fernando Haddad, Rafael Correa y José Luis Rodríguez  Zapatero, la llegada de Fernández a la presidencia argentina puede asignarle otra densidad.

Por otro lado, Portugal es el faro que el peronismo busca mostrar a la hora de pensar una salida de la crisis. Ha quedado claro en estos días que no es posible trasladar la experiencia portuguesa a nuestro territorio (ajuste fiscal de cuatro puntos del PBI, casi la mitad de la generación de empleo fue temporal y el motor del crecimiento fue por medio del turismo) el Frente de Todos quiere pararse con firmeza ante el Fondo Monetario Internacional y “honrar sus deudas” pero sobre la base de un modelo de desarrollo con inclusión, aumentos de salarios y recuperación del consumo popular.

La contracara del milagro portugués es la Grecia de Alexis Tsipras que no pudo esquivar las condiciones de ajuste de la Troika (FMI, Banco Central Europeo y Comisión Europea) y terminó traicionando a su votante y perdiendo el gobierno con los conservadores que habían iniciado la crisis. Por eso, mas que un modelo a imitar, Portugal es un horizonte por que se pretende caminar sin garantía de éxito. 

Un eventual gobierno de Alberto Fernández deberá construir alianzas que le permitan lograr un equilibrio en una región fragmentada y en la cual la guerra comercial entre Estados Unidos y China se hace notar cada día con más fuerza. No se trata simplemente abrazarse a Pekín y abrir la economía al gigante asiático como hizo Venezuela, sino en pensar contrapesos con Europa  y seguir avanzando hacia oriente y el cada vez más dinámico sudeste asiático. 

Al eje Portugal-España, se le agregará México. El proceso que está iniciando con Andrés Manuel López Obrador en el gobierno tiene objetivos comunes con el argentino. La neutralidad activa es una de ellas, por ejemplo en la crisis venezolana, en donde impulsó junto a Uruguay el Mecanismo de Montevideo e integra el Grupo de Contacto Internacional con la Unión Europea como forma de aportar una solución pacifica, dialogada y democrática a la grave crisis venezolana.

De esta manera, el eje México-Argentina concentraría a dos de las tres economías mas importantes de América Latina, según el G20, y con Bolsonaro priorizando Estados Unidos y tensando la cuerda con los progresismos, un proceso de inteligencia común entre ambas naciones puede profundizar un vinculo comercial positivo que, antes de la llegada de AMLO, estaba muy enfocada en Estados Unidos.

A su vez, si se ratificaran los gobiernos del Frente Amplio en Uruguay y el MAS en Bolivia en los próximos comicios del 20 y 27 de octubre, en donde se presente un escenario de fuerte paridad, aumentan las posibilidades para ampliar una estrategia común con perspectiva progresista. 

El progresismo puede soñar con una reconfiguración que lo ubique nuevamente en un escenario de mayor protagonismo y, por sobre todas las cosas, le permita contar con la espalda necesaria para hacerse fuertes en un mundo conflictivo e incierto. En ese sentido, ante la persistencia de Mauricio Macri de dirigir su discurso a los organismos multilaterales de crédito y estrechar lazos con Estados Unidos, Alberto Fernández buscar cambiar sin romper.

El rol de Felipe Solá en el viaje alimenta la versión de que puede ser el próximo Canciller. No obstante, el diputado nacional también cumple funciones internas que lo podrían ubicar en otro rol. Jorge Arguello y Jorge Taiana son dos figuras experimentadas tanto política como diplomáticamente en las relaciones exteriores y son candidatos fuertes para ocupar ese puesto. 

Esta claro que para darle forma a esa moderación de la que el Frente de Todos hace culto, tendrá que tener una política exterior acorde. Para eso deberá dejar atrás los tiempos de la "Patria grande" para pensar una relación cordial con Estados Unidos, negociar con firmeza con el FMI, aprovechar las fisuras de Europa con el eje Trump-Bolsonaro y diseñar un progresismo racional que se aleje de la retórica antiimperialista de antaño e implemente un regionalismo autónomo con equilibrio fiscal, crecimiento e inclusión social.

Pensar un Mercosur inteligente y pragmático con Argentina y Uruguay sumado a la incorporación de Bolivia como miembro permanente, es absolutamente posible. Se trata, al menos en la previa, de un eje estratégico en el que el Paraguay de Mario Abdo Benítez puede incorporarse sin problemas y  puede darle continuidad a los acuerdos de libre comercio firmados en este tiempo (Mercosur-Unión Europea, por sobre el resto) pero en condiciones de mayor igualdad. En este punto, no hay lugar para ni para Bolsonaro ni para Maduro. ¿Será la característica del nuevo tiempo?