A pesar del aislamiento, repunta la conflictividad social en Mar del Plata

Así lo revela un informe del Observatorio de Conflictividad de la Unmdp. No descartan que el despegue de la curva de contagios de coronavirus en el país pueda volver a cambiar la dinámica de protestas y manifestaciones callejeras.

Desde el lunes, recicladores informales del basural piden mejores condiciones de trabajo. Foto: 0223

22 de Mayo de 2020 13:38

Por Redacción 0223

PARA 0223

Un informe del Observatorio de Conflictividad de la Universidad Nacional de Mar del Plata sobre guarismos de la conflictividad en la ciudad durante las primeras 20 semanas de 2020 da cuenta de una abrupta caída de las protestas desde la entrada en vigencia del aislamiento social, preventivo y obligatorio por la pandemia de coronavirus. 

Agustín Nieto, investigador del Conicet y coordinador del Observatorio, reconoció que, a diferencia de otros años, el contexto actual es “completamente inesperado”. A su entender, la pandemia llevó a los gobiernos a tomar medidas de aislamiento físico y ello tiene “consecuencias materiales y sociales que aún cuesta dimensionar”. “La esperada ‘nueva normalidad’ como escenario post-pandemia se sabe incierta pero consciente de su herencia. El nuevo escenario estará signado por mayor desigualdad y pobreza”, puntualizó. 

En ese sentido, advirtió que “las luchas y protestas populares se ven menguadas” por el ASPO, lo cual significa que “la barrera de contención popular a las ansias de maximización de la tasa de ganancia del capital es mucho más débil”.

Nieto puntualizó que en Mar del Plata, los primeros guarismos de la conflictividad durante las primeras 20 semanas de 2020 indican que la ciudad no es la excepción: hay una caída abrupta de los índices de conflictividad a partir de las medidas gubernamentales. “La situación de trabajadoras y trabajadores  de comercio, hotelería, educación, indumentaria, muestran el impacto negativo que el ASPO tiene en las condiciones de vida y trabajo. El aislamiento es necesario, pero su aplicación no es acompañada suficiente y eficazmente por medidas que amortigüen las obvias consecuencias que dicha medida acarrea para las clases populares”, evaluó el especialista.

En el informe, señaló que el impacto de la suspensión de las clases presenciales junto a la posterior instauración del ASPO en la dinámica conflictual de la ciudad es directo. Sin embargo, hizo hincapié en que, durante las últimas semanas, se evidencia un leve ascenso de los índices de conflictividad como consecuencia de las reacciones a la acumulación de suspensiones, despidos y atrasos salariales en muchas actividades.

El documento precisa que los cortes de calles y rutas, bloqueos y ocupaciones tienen su momento más álgido durante la tercera semana del año, mientras que las huelgas despuntan durante la décima semana. En tanto, las manifestaciones callejeras tienen su pico la misma semana que las huelgas, al igual que otras formas de protesta. 

En cuanto a las reuniones y asambleas, precisaron que tienen su punto de mayor frecuencia durante entre las semanas sexta y séptima. “Cada una de estas formas de protesta presentan discontinuidad temporal, con mayor peso a partir de la decimoprimera semana. La excepción son las acciones comunicacionales. Esto es coherente con las vigentes condiciones de aislamiento. De hecho, su período de mayor actividad se da a partir de la vigencia de las medidas gubernamentales”, indicaron.

Desde el Observatorio de Conflictividad señalaron que “si bien este formato de acción es frecuentemente el más extendido, su peso relativo varía a partir del ASPO, pues se torna un recurso estratégico para quienes quieren emprender una protesta en las condiciones actuales”. También remarcaron que el reciente despegue de la curva de contagios podría cambiar nuevamente la dinámica conflictual en la ciudad y el país.

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