AMLO: claroscuros, expectativa y realidad

¿Es Andrés Manuel Lopez Obrador un líder de izquierda? ¿Qué característica tiene su gobierno en México? Interrogantes que giran alrededor de un líder contradictorio.

Lopez Obrador y Donald Trump en la Casa Blanca

28 de Julio de 2020 07:23

"Fallaron los pronósticos, no nos peleamos, somos amigos y vamos a seguir siendo amigos". Esta fue una de las elogiosas frases del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador en su visita a Estados Unidos para reunirse con su par estadounidense, Donald Trump, hace algunas semanas atrás. 

Para Trump fue todo ganancia, ya que, recibió al mandatario mexicano para darle musculatura al T-MEC (Tratado Trilateral entre México, Estados Unidos y Canadá) diseñado por su gestión para reemplazar el Nafta y recibió desmedidos elogios sin entregar nada a cambio. La construcción del muro, las política migratoria y la advertencia de aumentar los aranceles para las exportaciones mexicanas que impliquen una "amenaza para la seguridad nacional" siguen vigentes. 

De todas formas, las miradas están puestas sobre Lopez Obrador. Quienes ven en su figura una referencia de izquierda consideran esta actitud como una claudicación, a pesar  que uno de los objetivos centrales de su administración fue llevarse bien con su vecino poderoso del norte.

Para el editor y periodista del diario La Jornada de México, Luis Hernández, "el viaje a Washington fue  inadecuado e inoportuno. Trump ha ofendido a México y a los migrantes mexicanos. Dentro de 4 meses habrán elecciones en Estados Unidos y desde hace semanas cientos de miles de ciudadanos están en la calle luchando contra el racismo que enarbola Trump". "La visita pasó por alto los agravios al país y a sus migrantes. Amlo miente al decir que Trump ha sido respetuoso con la soberanía nacional. México modificó su política migratoria por presiones de Washington", agregó en conversación con Enfoque Global.

A su vez, Hernández consideró que "la presencia de Amlo le da un espaldarazo a Trump cuando más está cuestionado por su racismo. Le da una salida distractora a su pésima gestión en el manejo de la crisis sanitaria". "Para su reelección Trump necesita del voto latino en el estratégico estado de Texas, donde la votación de los mexicano-descendientes es clave, puede ayudar a inclinar la balanza a su favor", sostuvo y amplió: "La política de Amlo hacia Trump ha sido la de hacer una concesión tras otra, buscar no confrontar y ganar tiempo. El viaje le permitió recomponer relaciones con una parte de los grandes tiburones empresariales, ya que, la crisis sanitaria en México ha tenido consecuencias desastrosas en el terreno económico. El PIB caerá 8%, se han perdido 12 millones de empleos y la viabilidad del proyecto de la Cuarta Transformación está severamente en entredicho".

Antes de ganar la elección presidencial en julio de 2018, el referente mexicano escribió en uno de sus libros "Only Trump" publicado en 2017: "Es una canallada que Trump y sus asesores se expresen de los mexicanos como Hitler y los nazis se referían a los judíos, justo antes de emprender la infame persecución y el abominable exterminio".

Esa retórica quedó atrás. ¿Qué pasó después? Ya como Jefe de Estado, el líder mexicano siempre fue cuidadoso, tuvo a Ivanka Trump y el vicepresidente norteamericano, Mike Pence en su asunción  y repitió en varias ocasiones que deseaba tener una relación "de mutuo respeto" con su vecino. 

Uno de los motivos es la enorme dependencia mexicana del intercambio comercial con Estados Unidos. El país azteca destina más del 70 por ciento de la exportaciones a su vecino y se ha visto favorecido de la guerra comercial con sino-estadounidense convirtiendo en el principal socio comercial de Washington.  

El comercio bilateral alcanzó los 614.500 millones de dólares el año pasado y la economía estadounidense importó más de 358.000 millones de dólares de productos mexicanos, lo que representó más del 14% del comercio en ese país, la cifra más alta para México desde que se tiene registro. 

A su vez, la diferencia entre las exportaciones estadounidenses y las importaciones desde México fue de 101.751,9 millones de dólares, el mayor saldo a favor del país latinoamericano desde 1995.  En el aspecto comercial, sobran los motivos como para pensar una relación conveniente para ambos. 

El otro debate que se abre alrededor del presidente de Mexico es sobre su condición de izquierda. Esto es algo que discuten quienes suelen renegar de los liderazgos "populistas", los que miden nivel de progresismo en sangre  o simplemente aquellos que ven cualidades en Lopez Obrador que no existen. 

Lo primero que hay que aclarar es que, como buen dirigente salido de las entrañas del Partido Revolucionario Institucional,  Amlo es nacionalista y pragmático. Para el sistema político que hegemonizó los destinos de Mexico durante décadas, Lopez Obrador es considerado de izquierda pero  para los que esperan un discurso confrontativo o reformas más profundas es un conservador con postulados tradicionalistas a favor de la familia y un aliado con sectores que se oponen a la legalización del aborto o el matrimonio igualitario. 

Si nos basamos en lo hecho en estos estos casi 18 meses de gestión, podemos decir que puso en el centro de la lucha contra la corrupción y se ha definido como antineoliberal pero mantiene políticas más cercanas libre comercio, austeridad presupuestaria, autonomía del Banco central, equilibrio macroeconómico, se resiste a impulsar una reforma fiscal que grave al gran capital y suele plantear la necesidad separar el poder económico del político, pero, en los hechos, ha recompuesto el bloque empresarial que lo miró con recelo antes de asumir.

Asimismo, intentó instrumentar medidas a favor de la soberanía energética pero inició megaproyectos que han sido denunciados por violar del convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo por no respetar voluntad de los pueblos indígenas y profundizó la militarización de la seguridad pública. 

En términos sociales, eliminó 12 programas sociales mediante el cual el Estado mexicano ofrecía ayuda y servicios de calidad a grupos vulnerables y privilegió la entrega de dinero como herramienta para provocar el incremento en el consumo de los pobres en un tipo de política focalizada. De acuerdo a lo publicado por el diario El Economista, los eliminados y que estaba comprobado, mediante evaluaciones de política pública, que eran relevantes por su contribución en la disminución de la pobreza, se encuentran el de Apoyo a la Vivienda,  Atención a Jornaleros Agrícolas, Empleo Temporal,  Comedores Comunitarios, Apoyo a la Comercialización, Formación de Recursos Humanos basada en Competencias, Apoyos para la Protección de las Personas en Estado de  Necesidad y el de Consolidación de reservas Urbanas.

Con esta decisión desaparecieron programas como el de las estancias infantiles para apoyar a madres trabajadoras, lo cual generó una serie de movilizaciones de protestas de madres de familia, afectadas con la medida que escalaron hasta generar centenas de amparos judiciales. 

Respecto al trabajo, en 2019 se generaron 342.000 nuevos empleos y se realizó un modesto incremento al salario mínimo. El 20 por ciento de los trabajadores más pobres aumentaron un 24 por ciento su ingreso durante el 2019. Es un avance muy grande, ya que, en los gobiernos anteriores, solo se logró avanzar en promedio 2,7 por ciento cada seis años.


Por otra parte, hay una desmedida expectativa puesta en su rol respecto a Latinoamérica. Aquí vale la pena detenerse. El dia del discurso de asunción, Lopez Obrador habló del inicio de la Cuarta Transformación en referencia a una suerte de continuidad de tres hitos históricos de su país: la independencia mexicana, la separación de la Iglesia del Estado mediante la reforma de 1861 y la revolución zapatista de 1910. 

¿En qué consiste la Cuarta Transformación?  Eliminar la corrupción sistémica provocada por años de neoliberalismo eliminar las desigualdades sociales y económicas y asegurar la auto-suficiencia nacional.

Como vemos, las cuatro transformaciones históricas citadas no le dedican ni una coma a la región. Con lo cual, esperar un liderazgo de ese calibre significa no entender que Amlo solo pretende defender los intereses nacionales y más allá de su postura en la crisis en Venezuela, las gestualidades con Alberto Fernández, su representante en el Grupo de Puebla y la presidencia circunstancial de la Celac, su interés está fronteras adentro y en el vinculo con su vecinos. “La mejor política exterior es una buena política interior”, dijo Amlo en varias ocasiones.

Amlo y Trump conocen sus diferencias pero priorizan preservan una agenda nacional y bilateral para seguir benfieciandose de la interdependencia, algo que en el Cono Sur no debería haberse abandonado nunca.

El liderazgo de Lopez Obrador no es el mismo desde que comenzó la pandemia del coronavirus. Su posición negacionista y sus constantes negativas a usar tapaboca y respetar la distancia social en sus apariciones públicas lo dejan más cerca de Donald Trump, Jair Bolsonaro y Boris Johnson que de los líderes progresistas

La persistencia de cierto progresismo en ver actores de la coyuntura para reeditar una era dorada pasada demuestra que la nostalgia no es buena consejera para pensar la política exterior que viene.  Todo eso no quita que el gobierno mexicano sea la izquierda posible para gobernar un país en el cual el 1 por ciento más rico concentra el 21 por ciento de los ingresos totales.

Si bien lo que se vio en los jardines de la Casa Blanca estuvo más cerca del realismo periférico que del pragmatismo lo que queda sobre la mesa es el orden de prioridades de un gobierno como el mexicano del que muchos esperan mas de lo que su propio líder esta en condiciones de dar