Las cartas de Trump a tres meses de las elecciones

Donald Trump multiplica los frentes de batalla en una elección que se le presente complicada. 

4 de Agosto de 2020 07:21

Faltan tres meses para las elecciones en Estados Unidos y Donald Trump parece estar dispuesto a todo para lograr la reelección o, en su defecto, condicionar el escenario de una eventual derrota. En un año que habia comenzado con otras perspectivas para el mandatario norteamericano, la pandemia del coronavirus generó un cambio de 180 grados en una dinámica política que se le volvió en contra. 

Todas las cartas están sobre la mesa y el presidente está dispuesto a usarlas en los que pueden ser sus últimos meses en la Casa Blanca. En plano interno, Trump debió abandonar el discurso de la generación de empleo y la estabilidad (El segundo trimestre se saldó con una caída del 9,5% en la peor caída desde la Gran Depresión y 1,43 millones de trabajadores se acogieron al subsidio de desempleo la semana pasada, lo que supone la decimonovena semana consecutiva en la que el desempleo supera el millón de personas) para apelar al viejo lema de Richard Nixon de "Ley y el orden" en respuesta a las protestas desatadas por el asesinato de George Floyd. 

El discurso de securitización de la vida interna de Estados Unidos esgrimido por Trump que llegó a contemplar la firma de un decreto para que las Fuerzas Armadas se ocupen de la seguridad interior (que rápidamente fue descartado por el ministro de Justicia y el jefe de las Fuerzas Armadas) tiene la misión de alertar sobre el supuesto desgobierno que implicaría un presidente "débil" con quienes se movilizar para denunciar desigualdades e injusticias diversas. 

El presidente tambien decidió meter la geopolítica como insumo de su campaña electoral. Y en ese camino hay un nombre que se repetirá hasta el hartazgo: China. Los tiempos de tregua terminaron y el gobierno estadounidense hablará del enemigo chino para referirse al coronavirus, la guerra comercial, el 5G, la presencia china en América Latina y la último capitulo con la red social Tik-Tok y el supuesto espionaje del Partido Comunista. 

Todos estos dardos discursivo tiene un fondo común: la nueva guerra fría con el gigante asiático. China avanza a paso firme a ser la principal potencia económica, es el principal socio comercial de Africa y América Latina y viene reforzando su poderío tecnológico, espacial y militar. En este marco hay que encuadrar las presiones de Washington para que diferentes países de Europa y Latinoamérica accedan la red 5G de Huawei, mira con recelo la base espacial china en la Patagonia argentina y preocupa la influencia en Venezuela. 

El último episodio con Tik-Tok es parte de esa disputa. La red social cuenta con mil millones de usuarios en todo el mundo y Estados Unidos es uno de sus principales clientes con 160 millones de descargas. Donald Trump confirmó que la empresa "cerrará el 15 de septiembre a menos que Microsoft o alguien más pueda comprarla y llegar a un acuerdo". Además, no solo condicionó la continuidad a la venta a una empresa nacional sino que pretende que haya una participación para el Estado. De paso, cañazo, decía un viejo conductor televisivo de Mar del Plata. 

¿Cómo tiene que analizarse la decisión de un gobierno de cerrar una red social con acusaciones de espionaje? En un contexto de guerra todo es entendible por más injustificable que resulte. 

Pero esto no termina acá. Donald Trump sugirió un cambio de la fecha de elecciones ante el riesgo de fraude producto del crecimiento del voto a distancia por correo como consecuencia directa de la pandemia. Una postergación de la fecha de los comicios no ocurrió ni siquiera en tiempos de guerra mundial y no cuenta con el apoyo del Partido Republicano. Con esta idea, Trump puso en tensión al sistema electoral norteamericano y si de algo saben los estadounidense es defender el establishment político, económico y electoral. Arrastrar al país a una crisis institucional parece estar solo en la cabeza del mandatario.

Tensar la cuerda de esta manera es condicionar los resultados de la noche del 3 de noviembre y deslegitimar una eventual presidencia de Joe Biden. No obstante, si bien el ex vicepresidente de Barack Obama encabeza las encuestas nada indica con certeza que la elección este terminada, ya que, el poroteo en el Colegio Electoral es determinante. Por eso, Trump se para sobre su núcleo duro y azuza con los enemigos internos y externos para ubicarse como el único capaz de frenarlos. 

Vale decir que la elección en Estados Unidos no solo define quien será el próximo presidente del país mas importante del mundo sino que gravita en otros procesos como Brasil cuyo gobierno se debate internamente entre la lealtad a Trump y el pragmatismo militar que prefiere mayor autonomía, en la deriva que adquiera la crisis venezolana y en la negociaron del Fondo Monetario con Argentina. 

Además, lo más importante, rediseñará el perfil de una potencia con algunas señales de desgaste que deberá elegir se vuelve a ser el actor principal de un proyecto global multilateral o se recuesta en el americanismo esbozado por Trump con el riesgo que China le siga comiendo los tobillos. El poder de la presión no es eterno y, como sabemos, la paciencia es una táctica china milenaria.