Jonathan Costadura, el "crack" del fútbol que se ganaba la vida como delivery

El joven repartidor de PedidosYa que fue asesinado a balazos en el barrio Los Pinares se había comprado la moto para trabajar hace tan solo un mes. "Nos hacía reír a todos. Se va a sentir mucho su ausencia", dijeron sus amigos, con tristeza, al recordarlo.

15 de Agosto de 2021 15:31

Por Redacción 0223

PARA 0223

"De primera" era el nombre con el que habían bautizado al equipo de fútbol de amigos de Jonathan Costadura. El joven de 26 años era el “crack” indiscutido que sobresalía en el grupo: aprovechaba cada partido para calzarse la diez y lucir su magia con la pelota por las canchas de césped sintético de Deport Doos, el complejo deportivo de Tierra del Fuego e Ituzaingó que solía elegir como escenario para jugar a la tarde, a la noche, cuando fuera.

Jonatan trabajaba como repartidor en PedidosYa, estaba en pareja hace ocho años, tenía sueños, ilusiones, y el fútbol, si bien podía leerse como un cable a tierra, como una excusa para disfrutar de un buen rato con conocidos, también ocupaba un lugar central en su vida, la misma que terminó hace exactamente una semana en el barrio Los Pinares cuando un delincuente le disparó cuatro tiros a sangre fría para robarle la moto.

La devoción que Jonathan mostraba por la pelota fue una de las razones que le permitió ampliar su lista de amistades. Muchas personas se habían acercado a él a través del deporte. De hecho, en la última noche llegó a compartir una cena con otro grupo de fútbol. “Siempre estaba haciendo deporte. Era muy atlético. Jugaba en todos lados, y jugaba bárbaro. Él era el diez porque era un crack”, ratifica Bruno, uno de sus amigos más cercanos.

Al concluir la cena, el repartidor se dirigió, precisamente, a la casa de Bruno. Ya era tarde, de madrugada, pero qué importaba: para Jonatan, aquella casa era una visita inevitable; un saludo de tan solo unos minutos ya era excusa suficiente para pegarse una vuelta por ahí. “Yo lo veía todos los días. A veces me tocaba el timbre sin avisar ni nada. Teníamos muchísima confianza”, asegura el amigo que dice conocerlo del barrio, desde la adolescencia.

“Jonatan estuvo en casa un ratito porque ya eran las cinco; la mayoría de los que estaban de antes ya se estaban yendo. Me acuerdo que lo vi como siempre, muy alegre, no estaba preocupado ni nada de eso. Y cuando se fue, a los diez minutos nos avisaron por teléfono lo de los disparos y no lo podía creer. Fue muy triste e injusto lo que le pasó”, comenta Bruno, en una entrevista con 0223.

Por supuesto que tampoco pudieron creer la trágica noticia los familiares de Jonatan – había perdido a sus padres hace tiempo y era el menor de cinco hermanos – y los vecinos de Los Pinares. “Acá resultó muy chocante porque ya se han conocido casos así con pibes que robaban y otras cosas pero lo de Jonatan es distinto porque nadie tenía bronca con él. Hacía una vida sana; todos sabían dónde vivía. Siempre nos juntábamos en Brandsen y Juncal. Si alguien nos quería ubicar, era tan solo pasar por ahí y vernos”, explica el amigo de la víctima.

Bruno, además, insiste en que la gran afición de Jonatan por el deporte “lo alejaba totalmente del mundo de las drogas”. “Yo sé que la forma en que sucedió esto puede llegar a parecer un ajuste de cuentas pero nada que ver. Jonathan no tenía problemas con nadie. Esto fue un robo al voleo y lamentablemente le tocó a él”, apunta, en relación al primer giro investigativo que había tomado la causa en la que interviene el fiscal Leandro Arévalo.

Un mes y dos mil kilómetros

La Honda Wave 110 en la que circulaba el repartidor de 26 años hasta que fue interceptado por dos delincuentes armados en Andrade y Falkner se la había comprado hace tan solo un mes para poder continuar con su labor en PedidosYa, lugar en el que se encontraba hace tres años después de pasar por otro trabajo de delivery. “No la había usado casi nada esa moto. Se la había comprado laburando. Tenía solamente dos mil kilómetros", grafica Bruno.

El asalto que terminó con la vida de Jonathan Costadura representa la postal que tristemente se repite entre los trabajadores que entregan pedidos de comidas u otros servicios a través de las apps: los motoristas de Mar del Plata no solo sufren precarias condiciones laborales sino la inseguridad que recrudece a la noche y en los barrios periféricos.

El testimonio que comparte Bruno lo confirma: recuerda, por ejemplo, que a su amigo ya “lo habían bajado de la moto a punta de pistola” en otra oportunidad. “A Jonathan ya le habían querido robar y hace poco también habían matado otro delivery de PedidosYa que él conocía. Le había dolido mucho eso”, comenta, como evidencia de los grandes riesgos que involucra al trabajo de reparto.

El joven reconoce que “se va a notar un montón la ausencia” de Jonatan y ahora aguarda por justicia, un grito que volverá a repetir en una protesta junto a familiares y otros allegados este martes a las 13 en Luro e Hipólito Yrigoyen, frente a la Municipalidad. “Jonatan era extrovertido, nos hacía reír a todos. Nunca pasaba desapercibido. Si no lo conocía y compartías un rato con él, decías que estaba loco. Así era él. Se lo va a extrañar para siempre”, concluye el amigo.

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