La estatua de la Libertad, Perón y Frondizi: la historia oculta de un monumento emblemático del Puerto de Mar del Plata

La historia desconocida del monumento instalado en el corazón del Puerto.

28 de Febrero de 2022 17:01

Aquellos que recorren la zona del Puerto de Mar del Plata y no van distraídos o buscando dónde estacionar para ir a comer al Centro Comercial pudieron haber advertido al llegar a la zona aduanera, un monumento más de la ciudad. Está ubicado en 12 de octubre y Avenida de los Trabajadores: un hombre semidesnudo, sentado sobre una roca que aplasta un pulpo rodeado de una rueda dentada, un ancla y una cadena rota. Lleva más de 35 años emplazado en el corazón del puerto local.

Hasta acá, sólo es la historia de un monumento poco llamativo sobre el cual los habitantes de la zona tienen sus teorías. Julio, conocido comerciante del puerto, asevera con firmeza “Este es el monumento al hombre de mar, nada lo dice pero es así, todos lo sabemos”.

Y no habría razón para discutírselo. Ancla, pulpo, cadena. Cierra por todos lados. Salvo cuando nos acercamos y vemos que en la placa que figura en un pequeño pilar abajo, el mármol dice: “Homenaje de la ciudad de Mar del Plata al presidente democrático Arturo Frondizi”, con fecha del 27 de febrero de 1999.

La placa que está debajo del monumento.

 

En aquel entonces, el gobierno municipal estaba a cargo del radical Elio Aprile. Entonces, ¿es un monumento en homenaje a Frondizi, presidente radical que terminó su mandato en el 62, derrocado por un golpe de Estado o es el monumento al hombre de mar? La respuesta: a ninguno de los dos.

 

La verdadera historia

Para conocer la verdad sobre esta obra, hay que trasladarse en el tiempo más de 70 años. Ahí por 1950 Juan Domingo Perón, luego de recorrer Nueva York y contemplar la Estatua de la Libertad, pensó que sería justo tener un monumento al descamisado. Y que sea memoria histórica tangible de los logros del gobierno justicialista. En conjunto con Eva Duarte deciden comenzar la colosal obra que le encargan al escultor italiano Leone Tomassi. Entusiasmado con el proyecto, comienza la construcción del “Monumento al Descamisado”, junto a decena de escultores.

El Monumento al Descamisado tenía 137 metros. 

 

Según los planos originales, el monumento iba a tener más de 137 metros de altura, con una base que se accedería por un gran salón circular, rodeado de 16 columnas. En cada una, una estatua que exaltaría algún hecho, conquista o símbolo del gobierno justicialista.

 

Muere Evita

Este bestial monumento cambió de carácter en 1952, cuando murió Evita. Se sumaría además del homenaje al descamisado, que había sido uno de sus sueños en vida, un homenaje permanente a ella. En la base se diseñó una cripta donde Evita descansaría en un sarcófago de plata que se encargó a un famoso platero argentino que se ocupó de hacerlo.

En esos 5 años, la construcción del monumento nunca se detuvo. Nunca… hasta la entrada de la Revolución Libertadora de 1955. Deciden no sólo frenar la obra justicialista, sino decapitar las estatuas que formaban parte de las 16 columnas, tirar sus cabezas al Riachuelo, destruir el resto y terminar para siempre con esa “locura de perpetuidad peronista”.

Las cabezas de los monumentos fueron arrojados al Riachuelo.

 

No todo puede ser destruido

Por cuestiones del azar -o vaya uno a saber de qué-, una de esas estatuas, uno de esos logros peronistas que iban a estar rodeando al gigante descamisado, quedó con su embalaje archivado por más de 25 años en el puerto de Dock Sud. Como escondido, escapando de años de golpes y proscripciones. Así se mantuvo, calladito y en silencio, esperando que todo amaine.

El monumento estuvo 25 años en el Puerto de Dock Sud.

 

Luego es la capitanía de puerto Quequén y Necochea (actual capitanía del puerto de Mar del Plata) que en 1980, enterados de la existencia de este monumento, iniciaron las gestiones para que el monumento sea el homenaje al hombre de mar. Es con ese rotulo erróneo que llega Mar del Plata. Después de distintos idas y vueltas, el 28 de febrero de 1987, se emplaza en su lugar original, se inaugura con bombos y platillos el monumento al Hombre de Mar, donde no se conservan ni placas ni mármoles que así lo rebauticen.

 

Verdadera Identidad

Así es que ese monumento, vive sus días en el anonimato que da muchas veces la historia. Como un paria, un reaparecido con una identidad cambiada. Ese muchacho fornido que se sienta sobre una piedra -que debió decir “A la independencia económica, Tucumán 9/7/47”-, aplastando un pulpo como símbolo del triunfo contra la inflación, al lado de una rueda dentada que simboliza el comercio y la industria y junto a una cadena rota y un ancla en referencia a la independencia nacional. 

El monumento fue pensado por Juan Domingo Perón.

 

Ese hombre que mira un punto fijo, que llevaba el nombre real de “Monumento a la independencia económica”,  que iba ser parte de una obra de arte faraónica, emplazado en el los alrededores de la Facultad de Derecho de Buenos Aires y el Museo de Bellas Artes, donde hoy una flor de metal le cuida el lugar.

Él vive hoy una suerte de olvido, de traición a sus orígenes, de rumbo errante de la historia. Esperando el momento donde esta ciudad, no le dé la espalda, no ignore su reclamo y lo llame por su verdadero nombre.