Verónica González, la mujer que este año podría recibir perpetua por matar al marido… ¿y a su hijo?

A 3 años del brutal crimen de Carlos Bustamante, la Justicia todavía debe definir la fecha de juicio. Está previsto para diciembre pero se busca adelantarlo a junio. El debate abre la última oportunidad para que el homicidio de Gastón no quede impune para siempre.

22 de Marzo de 2022 18:16

Es curioso pero inevitable: en el juicio al que próximamente se someterá Verónica González en Mar del Plata, nadie tendrá tanta expectativa por seguir la reconstrucción del crimen de Carlos Bustamante, el hecho por el cual será juzgada la esposa, como por ver si surge algún indicio que permita trazar una relación directa con el de Gastón, el hijo del matrimonio que también fue brutalmente asesinado cuando tenía solo doce años. No es que una muerte importe más que la otra: es que el homicidio de Carlos está – o, al menos, se presume – prácticamente esclarecido mientras que el de Gastón corre riesgo de quedar impune para siempre.

La causa que se abrió por el asesinato del nene, ocurrido el 21 de noviembre del 2011, sobrevive sin novedades ni imputados desde hace años y ya no queda mucho tiempo para que caiga al archivo definitivo. Autoridades judiciales confirmaron a 0223 que el plazo de prescripción es de doce años, por lo que, de no haber avances inmediatos, el cierre se producirá en el 2023. Con estos plazos a la vista, es fácil comprender la dimensión que toma el juicio: representa la última oportunidad para saber quién terminó con la vida del niño en aquella fatídica mañana de lunes.

Pero la pandemia del coronavirus tampoco ayuda en la urgencia. El debate que tiene a su cargo el Tribunal Oral en lo Criminal Nº4 se había previsto para mediados del año pasado y debió posponerse por la situación epidemiológica y sanitaria. Durante la reprogramación, se optó por hacerlo en diciembre del 2022 aunque los jueces, la fiscalía y el abogado del particular damnificado ahora avanzan en conversaciones para consensuar agendas y tratar de adelantarlo cuanto antes.

“El año pasado ya tuvimos una audiencia con el tribunal para que se adelante así que habría una posibilidad de que se lleve a cabo en junio. Es algo que todavía no está definido y seguimos analizando esta fecha alternativa”, revela, al cumplirse este martes tres años del asesinato del hombre de 62 años, Ana María Caro, la fiscal que intervendrá en el debate.

Espejos de sangre

Con 8 años de distancia, los crímenes de Gastón y Carlos Bustamante resultan escalofriantemente simétricos. Ambos se cometieron en la misma casa y a la mañana, ambas víctimas fueron sorprendidas violentamente en su habitación mientras dormían, y en ambas oportunidades fue Verónica la última persona en verlos con vida y en descubrir los cadáveres.

Las palabras de los diferentes testigos que contabilizan las dos causas también coinciden en señalar que fue Verónica la única persona que entró y salió de la vivienda: en ninguna parte se hallaron indicios de un ingreso forzado, lo que permite inferir la hipótesis de que quien mató al padre y el hijo contaba con las llaves del domicilio ubicado en la calle 27, entre 46 y 48, del barrio Las Palmas.

La fiscal Ana María Caro llevará las riendas del juicio con la expectativa de lograr una condena a perpetua.

Atenta a la sospecha que abre cada una de las similitudes, la fiscal Caro no descarta que durante el juicio aparezca  “algún elemento” de prueba con la contundencia suficiente como para imputarle el crimen del hijo a la mamá aunque se muestra cauta con la posibilidad. “La inmediatez del debate y la confrontación de las pruebas pueden dar lugar a la imputación pero siempre estamos supeditados a lo que suceda en el juicio”, explica, ante la consulta de este medio.

Verónica González llega a la instancia final del proceso imputada por el “homicidio agravado por el vínculo y por alevosía”, un delito que tiene una pena en expectativa a cadena perpetua. Si finalmente se le imputara el asesinato del hijo y se confirmara su autoría, le cabría la misma condena. De todos modos, esta circunstancia solo serviría para poner fin al doloroso misterio que aún envuelve el expediente sobre el asesinato de Gastón pero no tendría demasiado sentido en términos de penalidad.

Verónica y Carlos siempre se mostraron unidos en los medios y en las redes. Foto: Facebook.

“Las perpetuas no se acumulan. Así que si se acreditara que la mamá también mató al hijo, habría una segunda condena a perpetua pero no serían 70 años de cárcel sino que igualmente tendría que cumplir los 35 años en prisión que contempla la ley”, aclara al respecto una fuente judicial.

Sin dudas

Aunque se puede reducir el número de testigos según la estrategia que plantee la defensa y el consenso que alcancen las partes, lo que sí se espera es un juicio largo, de “casi una semana”, por la cantidad de personas que están citadas a declarar. Será clave, también, la palabra de Verónica: ¿hablará o no? Hasta ahora, nunca lo hizo. En tres años, permaneció en completo silencio en la Unidad Penal Nº50 de Batán y nunca reconoció el asesinato del esposo.

Para la fiscalía, la autoría es clarísima. Toda la prueba contra la mujer de 53 años fue reunida en la investigación que encabezó Florencia Salas, cuando en el 2019 intervenía en la fiscalía descentralizada de Miramar. Desde agosto del 2021, se encuentra a cargo de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) Nº1 de Mar del Plata después de que se jubilara Fernando Castro, y por eso Ana María Caro es la que debe llevar ahora las riendas del debate en representación del MPF.

La fiscal Florencia Salas recogió toda la prueba que podría develar la verdadera cara de Verónica González.

Caro reivindica la labor de Salas e insiste en que se han incorporado elementos “muy contundentes” para que el tribunal dicte una sentencia condenatoria. Parte de esos elementos son los resultados de los estudios de ADN que determinaron que las manchas de sangre halladas en la ropa – zapatillas, jeans, una campera, una musculosa y una remera – de Verónica se corresponden con el perfil genético de la víctima, al igual que el material genético detectado en un dedo de la mujer, pese a que se había lavado de las manos en el baño donde también había manchas de sangre (fundamentalmente, en las cortinas).

A diferencia del crimen de Gastón, la escena del crimen no se contaminó: tras el homicidio de Carlos, la sangre reinó en distintos ambientes de la casa y así las pruebas quedaron fácilmente a la vista de los investigadores. El “Pela” o el “Pelado”, como lo conocían todos en Miramar, recibió un primer ataque en el dormitorio, probablemente mientras dormía, y otro de “remate” en el living-comedor, a donde alcanzó a trasladarse con sus últimas fuerzas.

La muerte de Bustamante se consumó un día después, el sábado 23 de marzo, en el Hospital Interzonal General de Agudos Dr. Oscar Alende, alrededor de las 16.45. Presentaba una fractura de cráneo y mandíbula y varias lesiones en el brazo. De la autopsia se desprendió que fue atacado con un objeto “contuso, romo” como “un palo o un fierro". Los forenses también estimaron que fue lastimado con un cuchillo por los cortes que encontraron en el cuerpo.

El asesinato de Gastón Bustamante marca una de las grandes incógnitas criminales de Miramar en las últimas décadas.

La policía tomó conocimiento del aberrante crimen por González: ella misma dio aviso al 911. Supuestamente, llegó a casa y se encontró con la postal de su marido agonizando. Pero la fiscal no le creyó nada después de escuchar los testimonios de vecinos y advertir contradicciones en los horarios de salida y entrada a la vivienda. Uno de los aspectos que más llamó la atención de algunos testimonios fue cómo los perros olían detrás de la puerta de casa: a partir de la reconstrucción fiscal se pudo comprender después que lo que olían era el olor a sangre, algo que fue considerado como uno de los indicios más graves de sospechabilidad.

En la elevación a juicio, la fiscal Salas también sumó las conclusiones de un informe psiquiátrico donde los especialistas sostienen que Verónica González es punible porque sabía de la criminalidad de los hechos imputados. “Verónica estaba totalmente lucida en el asesinato y en las pericias no se detectó algún tipo de trastorno o afección que pueda llegar alterar su capacidad de compresión. No hay ninguna eximición de responsabilidad”, sentencia Caro, en el mismo sentido.

¿Y el móvil?

Si bien parece ser clara la mecánica del crimen, es difícil encontrar alguna explicación que justifique tanta saña y violencia. La fiscalía no tiene una hipótesis firme pero presume que hubo algún “conflicto” previo en el matrimonio que desencadenó el aberrante final. “En estas situaciones, quizás, un conflicto que para uno puede ser una cosa mínima puede ser algo trágico para el otro”, razona la fiscal.

“Nadie esperaba algo así pero, evidentemente, esto se trata de una reacción desmedida a algo que les ha sucedido. El problema es que como ellos vivían solos, no hay un testigo que pueda determinar exactamente cuál fue el conflicto interno. Por ahora podemos inferir que hubo un conflicto previo pero no sabemos a ciencia exacta qué fue lo que pasó”, plantea la funcionaria judicial.