Haciendo frente a la realidad, el Jardín de infantes y Casa del niño Juanito Bosco

Tiene más de treinta años de funcionamiento. El sueño es lograr una primaria, pero por ahora solo cuentan con las salas iniciales. Un espacio donde se acompaña a los más chicos en su proceso de aprendizaje, pero también se contiene ante una realidad compleja.

El Jardín de infantes y la Casa del niño Juanito Bosco es la única institución en la que funcionan juntos ambos centros de infancias.

7 de Octubre de 2023 15:50

Desde sus inicios funcionó como Casa del niño. Recién algunos años más tarde se le adjuntó el jardín infantes. Pasaron ya más de 31 años, pero aquella idea primigenia del padre Chiche Orbe aún se mantiene: ayudar, contener, educar y velar por los derechos del niño en situación de vulnerabilidad social.

El Jardín de infantes y la Casa del niño Juanito Bosco es la única institución en la que funcionan juntos ambos centros de infancias. Los chicos y las chicas llegan a la mañana, desayunan y luego pasan con su docente de inicial para el turno mañana, luego almuerzo y el siguiente turno con otra docente (lo que se conoce como jornada completa). Cuenta con cuatro salas y una matrícula de 120 estudiantes.

“El Jardín y la Casa del niño abordan las necesidades básicas. Acompañamos a la familia en el proceso de crianza, pero también trabajamos con el proyecto de vida de las mamás. Hay todo un equipo de orientación escolar que acompaña en el proceso de crianza a la familia también. Por ejemplo, recién termino una reunión con una mamá de 18 años que fue alumna nuestra. Hoy su hijo tiene cuatro años y es alumno actualmente. Hablamos sobre su vida y sus proyectos”, dice María Marta Cutrera, directora del establecimiento.

Como los que componen la matrícula pasan por una situación delicada o de vulneración económica, social y de vivienda, se sostiene el espacio con el pago de becas que envía Desarrollo Social, aproximadamente 1200 pesos por cada estudiante, con lo que se paga el transporte que los trae al jardín. La mayoría vive en zonas alejadas y, además, de esa forma se garantiza también que asistan. Pero la situación de la ciudad trasciende la capacidad del establecimiento. Es así que para el año 2024 ya hay anotadas más de cien familias en la lista de espera para un cupo de vacantes que no llega a los 30 lugares.

Hoy nuestro sueño es poder tener la primaria propia, sostienen.

La directora del establecimiento explica que también tienen ingresos durante el año: “Es muy duro tener que decirle a la gente que no hay más lugar, pero las listas se van modificando, porque en muchos casos se anotan a fin de año, pero en marzo no están porque se fueron del barrio o de la ciudad. Además, debemos contar con un lugar extra para situaciones que, muchas veces, nos piden de los Juzgados”.

Más allá de las condiciones e informes del equipo que hace las entrevistas, se trabaja también sobre los proyectos de vida de la familia. Cuál es la situación de los padres o madres durante todo ese tiempo que el niño o la niña están en el colegio, para que se utiliza ese tiempo y qué perspectivas tienen para lo que viene.

Las familias participan mucho de la comunidad escolar y se caracterizan por la generosidad y el agradecimiento. Saben de la atención que reciben los niños, tanto en educación y salud como alimentación. “Intentamos, en muchos casos, darles una vianda al terminar la jornada. Hay casos donde la merienda es la última comida que tienen”, sostiene Cutrera.

El Jardín y la Casa del niño recibe una enorme ayuda de la comunidad. También donaciones de empresas de la ciudad para poder darles una alimentación más nutritiva. Si bien el acompañamiento es mucho, hoy, por ejemplo, se les complica para conseguir frutas, alimento necesario para el crecimiento de los más chicos. Muchos colegios también participan de las donaciones y arman bolsas por mes, que luego las acercan a Juanito Bosco.

Teniendo en cuenta lo vivido en los últimos años, uno no puede alejarse mucho del 2020. La pandemia por Covid-19 marcó a toda la sociedad y a las instituciones. Y este lugar no fue la excepción. María Marta recuerda: “Justo ahí empecé como directora. Nosotros tuvimos mucha suerte. Dependemos del Obispado de Mar del Plata, y el padre Silvano De Sarro, que era el párroco de acá, fue el puntapié inicial para poder contar con bolsas de alimentos cada quince días. Íbamos en la combi y les entregábamos las bolsas a cada familia. Después recibimos una gran donación de una empresa de la ciudad que nos ayudó mucho y luego se hizo una cadena para poder armar todo. Una de las salas de acá estaba repleta con todo lo que se pudo conseguir. No podíamos salir muchos, entonces venía yo con mi familia y armábamos las bolsas. Después, cuando se ampliaron los pases, ya venía el resto de las chicas y, turnándose, comenzábamos a armar y repartir. Luego, por inquietud de las maestras, empezamos a sumar a la bolsa ciertas actividades para que hagan los chicos en la casa, propuestas pedagógicas y material. Nosotros no teníamos plataforma ni mucho menos. En las paradas donde entregábamos las bolsas hacíamos mini reuniones para ver si hacían la tarea o ver si se necesitaba algo más entre los pocos que éramos. Fue maravilloso, porque en algunos casos, las mismas familias traían o nos daban cosas, de lo poco que tenían, para colaborar y luego repartir”.

Fue creado por el padre Chiche Orbe y lleva más de treinta años funcionando.

-Contame qué te pasa, qué sentís con todo esto que provoca y genera este espacio.

-Juanito Bosco tiene algo mágico, pero no me preguntes qué es. Yo vengo de otras instituciones, pero este tiene algo que te atrae. Acá hay gente que vive en el Bosque Peralta Ramos y pudiendo tener trabajo más cerca de su casa siguen viniendo acá, lo siguen eligiendo. Todos tenemos esta pasión por Juanito. Este año tuvimos una situación muy delicada con una nena. No la venían a buscar y pasaban las horas y nadie llegaba a retirarla. Entonces, como dice el protocolo, tuvimos que llamar a Minoridad y fue lo peor que me pasó en mi carrera. Acá las familias están en situaciones de mucha vulnerabilidad, pero están presentes, acompañan porque saben lo que acá se les da y cuál es el trato para con ellos. Y con esta nena fue algo muy doloroso. Cuando tuvimos que llevarla fuimos ocho docentes. Quien nos recibió nos decía que, en casos similares, iban solo dos o era solo algo protocolar, pero acá fuimos todas. Era algo muy doloroso lo que estaba pasando. Fue el peor día de mi carrera y mirá que ya estoy por jubilarme. Ese fue un día muy triste para todas. Cuando una vuelve a casa, a veces esto te pega y ese día nos pegó a todas, pero también una se va con la satisfacción de que en el día hiciste todo para que esas nenas y nenes estén mejor.

La mayoría de las familias pasa por una situación delicada. Desde el Juanito Bosco se intenta acompañar en esas situaciones. Aman lo que hacen y los estudiantes aman asistir. Son muchas horas las de convivencia y es mucha la ayuda y contención que se brinda. Hay casos donde come la familia completa y en otros donde se acompaña al resto de la familia a que también termine sus estudios.

-Solo cuentan con el ciclo inicial, ¿qué pasa cuando terminan?

-Nosotros articulamos con la Primaria 11, que es municipal, o con la EP 75, la Chacra. Y, cuando se van, lloran mucho. Nos cuentan que empiezan a sentirse tristes porque se tienen que ir y la verdad es que el vínculo que se arma es muy fuerte. Hoy nuestro sueño es poder tener la primaria propia, pero es un sueño difícil porque necesitamos para eso la subvención que es imposible de conseguir. Pero sería concretar un sueño hermoso. Hoy la realidad de los barrios está muy compleja, sobre todo con la droga y hay que acompañarlos, nosotros les decimos y les pedimos a las familias: ‘No les suelten la mano a los chicos’. Les pedimos que los acompañen en todo momento, como nosotros intentamos hacer también. Los chicos llegaron a un proyecto porque fueron empujados por los padres y madres, acompáñenlos en ese proyecto.

El Jardín de infantes y Casa del niño Juanito Bosco genera sensaciones ambiguas. Por un lado, duele la realidad, pero por otro provoca cosas tan lindas que son intransferibles entre pares. Cierra María Marta Cutrera: “Hay cosas que provocan una gran felicidad. Tenemos una mamá que se recibió con mucho esfuerzo de enfermera, lo hizo de a poco, trabajando por hora. Y no solo se recibió, también se pudo hacer su casita y festejarle los quince a su hija que había sido alumna nuestra. Nos invitó a todas acá. Fue hermoso. Nosotros acompañamos, vivimos todo ese proyecto de vida que se concretó y fue algo hermoso. Eso también se vive en este lugar”.

(*) el Jardín de infantes y Casa del niño Juanito Bosco está en Sagastizábal 4776 y necesita donaciones de alimentos. Cuentan con una cuenta de Instagram para difundir sus actividades y sus experiencias diarias: @jardinjuanitobosco