Drácula eterno

Fue escrita en 1897 y su inspiración fueron en su mayoría leyendas locales. Inspiró a escritores y pensadores y aún hoy sigue provocando terror. Un clásico eterno.

Gary Oldman en la piel del maléfico Drácula, de Bram Stocker, en la película de Coppola de 1992.

24 de Diciembre de 2023 10:17

Drácula, de Bram Stoker, es uno de los textos literarios más influyentes en la historia. Sus inspiraciones no solo llegaron a otros autores literarios, sino también al cine, así como muchos pensadores fueron los que le dedicaron varias de sus páginas.

A Drácula la consideran una novela gótica y epistolar. Fue escrita en 1897 por Bram Stoker y es una referente en el género terror y una de la precursora de los mitos sobre vampiros.

En su historia, la novela, en 27 capítulos, cuenta la historia del conde Drácula y su travesía desde Transilvania hasta Londres. En el inicio, el joven abogado Jonathan Harker va al encuentro del Conde para asesorarlo en la compra de propiedades y termina siendo secuestrado. Ante esto, su prometida Mina Murray y su amiga Lucy Westenra comienzan a investigar su paradero. Descubren que el conde Drácula es un vampiro y que acaba de llegar a Londres. Mientras tanto, Lucy es transformada en vampiro por una mordedura del conde Drácula, luchan por salvarla y lo persiguen hasta su castillo en Transilvania hasta darse el enfrentamiento final. Otros personajes que aparecen son: el profesor Abraham Van Helsing y otros pretendientes de Lucy. 

La genialidad de Stoker estuvo en usar diferentes formatos narrativos: cartas, diarios personales, periódicos, para darle un tono realista a una historia, con pequeños saltos en el tiempo, en la que se deja ver una desmesurada ambición de poder de quien se traslada a Londres y mueve ejércitos de ratas, niebla, lobos, murciélagos y tormentas para lograr su objetivo. También encontramos el contraste que propone la atmósfera oscura de Transilvania y una Londres moderna y civilizada, así como un estilo de prosa elegante y cargada de descripciones. Entre los temas que se desprenden de la historia  encontramos el amor, la sexualidad, el bien, el mal, la religión, la ciencia y la muerte, entre otros.

Para escribirla, Stoker tomó fuentes históricas, leyendas del lugar y textos literarios. Podemos mencionar al príncipe rumano del siglo XV Vlad Tepes o Vlad el Empalador, reconocido por su extrema crueldad y su gusto por beber sangre. También la novela El monje, de Matthew Gregory Lewis, una obra gótica del siglo XVIII que narra las peripecias de un monje corrupto que pacta con el diablo, así como las leyendas y supersticiones sobre vampiros del lugar. Tal es así, que Stoker dota de todas estas características al mismísimo conde Drácula: logra obediencia de seres repulsivos, como las ratas, moscas, arañas y los murciélagos, pero también de los lobos, los dingos y los zorros. Cuenta con telepatía, control mental y una fuerza sobrehumana. Puede convertirse en animal o en niebla, pero pierde sus facultades durante el día, el amanecer y el atardecer, por eso huye de la luz diurna que lo destruye. Debe dormir sobre tierra traída de su lugar natal en el interior de un ataúd. Su único alimento es la sangre humana que bebe y, a quien muerda y le dé de beber su propia sangre, lo transforma en vampiro. Odia los crucifijos y el ajo, tanto como el agua bendita. Para matarlo, solo sirve una estacada en el corazón o que sea decapitado.

Drácula ha sido trasladada al cine innumerables veces. Publicada en 1897, su primera versión cinematográfica fue de 1922: Nosferatu, dirigida por F.W. Murnau, más allá de no contar con los derechos de autor de la novela lo que provocó que tuviera que cambiar los nombres de los personajes y los lugares de locación. Es considerada una obra maestra del expresionismo alemán y una de las películas más influyentes del cine mudo.

Tendrá una nueva versión en 1931 protagonizada por Bela Lugosi. Fue la primera película sonora de Drácula e impuso la imagen icónica del conde vampiro con capa y colmillos. Hubo otra en 1958 con mayor violencia y sexualidad; una más en 1979, donde Drácula era más un seductor que alguien que  provocaba terror, pero fue la primera en usar efectos especiales para mostrar como el conde se convertía en vampiro; hasta llegar al año 1992 y Bram Stoker's Drácula, dirigida por Francis Ford Coppola y protagonizada por Gary Oldman. “Fue una adaptación fiel y ambiciosa de Drácula que combinó elementos históricos, fantásticos y artísticos para recrear el mundo de la novela. Fue una de las películas más premiadas y taquilleras del género”, describen. Cada una de ellas llevó a consolidar la obra de Bram Stoker como un referente dentro del género.

Pero Drácula también ha sido puesta a prueba desde el análisis, y no solo el literario: Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis, vio en Drácula una representación simbólica de los deseos reprimidos y los conflictos internos del ser humano. Para este, el conde representa el lado oscuro y prohibido de la sexualidad humana. También ve el terror que sienten los seres humanos por aquello que los atrae y los aterra, por aquello dado que no pueden controlar o comprender.

Por otro lado, el semiólogo Umberto Eco propone una lectura de la obra desde lo lingüístico y cultural. El italiano ve en el conde un choque entre lo antiguo y lo moderno, entre lo pagano y lo cristiano. Para él, Drácula es una gran metáfora de la alteridad. También desde la mezcla de admiración y horror que produce el conde, de deseo y repulsión: "Siento en mí algo que me atrae hacia él (...). Siento como si hubiera en mí algo más noble y más elevado que nunca había sentido antes", confiesa Mina Harker cuando es mordida por Drácula y empieza a sentir una conexión con él.

Por último, algunos de los temas filosóficos que se han analizado desde la obra: en primera instancia, ¿es Drácula un ser malvado por naturaleza o por elección? ¿Hay posibilidad de redención o está condenado a quedar así? Luego, en cuanto a la vida y la muerte, ¿es una bendición o una maldición
vivir eternamente sin envejecer ni morir? ¿Qué implica renunciar al alma por el cuerpo?

Drácula es todo un clásico. Abrió un género, influyó a otros escritores y escritoras, empujó a pensadores a reflexionar sobre ella y aún sigue provocando pesadillas y terror al leerla. Al decir de Oscar Wilde, amigo personal de Stoker, “Drácula era la obra de terror mejor escrita de todos los tiempos por su
originalidad y su capacidad para provocar emociones intensas en el lector
”.