Después, partir: La geografía íntima de una escritora nómada
La escritora Bibiana Ricciardi presentó Después, partir, el corazón literario de un proyecto transmedia bilingüe (libro, podcast y acciones) que arranca con un disparo en un pueblo catalán. La obra explora, con prosa precisa, la tensión del arraigo y el movimiento, reconstruyendo una gesta antiuranio de los setenta.
Bibiana Ricciardi presentó su nueva novela en Mar del Plata, Después, partir (Manos de Pan, 2025), junto al proyecto transmedia Un disparo, ¿o dos?
Después, partir es el corazón literario de un proyecto transmedia bilingüe (castellano/catalán) que combina libro, podcast / videopodcast y acciones territoriales. El punto de partida es un disparo que quiebra la calma de Rupit y abre una investigación sobre la memoria de una comarca, sus mitos y la defensa del paisaje. Con una prosa precisa y sensorial, Bibiana Ricciardi reflexiona sobre su propia experiencia migrante y el deseo de arraigo, mientras reconstruye, a través de entrevistas, archivos y crónicas, la gesta antiuranio de Osona a fines de los setenta.
Durante la presentación, se pudo revelar algo de la compleja arquitectura detrás de una obra que, más que un libro, se percibe como una pieza clave en un arco narrativo en constante expansión.
La obsesión por el arraigo y el viaje
Lo primero fue una reflexión sobre el tema central que late en la nueva obra: la tensión entre el arraigo y el movimiento, convirtiendo a las locaciones en personajes principales. La novela, de hecho, se conecta con el pódcast de la autora, donde ella misma se convierte en protagonista para indagar: ¿Qué genera ese "semejante arraigo" en la gente que vive aferrada a su terruño por generaciones?
Ricciardi se reconoce nómada, siempre en movimiento. Sin embargo, se cruza con quienes hicieron del permanecer un destino, y es en ese contraste donde prende la chispa de la narración.
Este hilo narrativo, la búsqueda del sentido de pertenencia desde la extranjería, es lo que la autora explora, a diferencia del formato de audio, donde la historia es más directa. En la novela, la cadencia permite habitar el "entre", ese espacio de tránsito que se convierte en una forma de narrar: entre la memoria y la mirada, el silencio y el ruido, el decir y el callar.
Es así que, Ricciardi nos invita a un viaje que es tanto geográfico como interior. La charla, entonces, se transformó en un intenso rally de ideas sobre la migración, la finitud y la obsesión por el lenguaje. La autora desnudó su proceso creativo, demostrando que su literatura nace de una observación feroz y de una vida vivida al borde de la mudanza.
La conversación comenzó con un comentario sobre la presencia de las aves en el texto. La forma en que Ricciardi aborda a los pájaros es "realmente hermosa", sostuvo el escritor Sebastián Chilano, transformando la migración en una alegoría sensible del paso del tiempo y del movimiento.
Los detalles visuales son contundentes: el asombro del churrinche que se queda cuando ya hace frío en la Caleta, o los pájaros de Europa, que parecen haber sido pulidos por los siglos. La autora describió la imagen como un golpe visual: los pájaros europeos no cantan fuerte y sus colores son tan discretos que parecen hechos de la misma cantera de piedra que levanta el pueblo. Su presencia se hizo tan fuerte que el primer título de trabajo del libro fue, de hecho, De Aves, Piedras y Otras Migraciones.
Narrar con los oídos: El tiempo que late
La vida en el extranjero ha desordenado la noción del tiempo de la narradora. La autora confesó que esta pérdida de la brújula temporal se recupera gracias a la omnipresencia sonora de un pueblito catalán. "El tiempo te late en los oídos", reveló Ricciardi.
Esto es dado porque, las campanas del pueblo no solo marcan las horas con precisión obsesiva, cada quince minutos, cada media hora, sino que avisan las actividades cotidianas, como la hora de almorzar o la hora de "plegar" (dejar de trabajar). Este sonido constante es el contrapunto de la fugacidad: la sensación de que el tiempo "se fue entre los dedos" no tiene cabida cuando un doble de campanas recuerda cada instante.
La autora interpretó esta obsesión con la temporalidad como una conquista de la vejez: la noción de la finitud es lo que permite el impulso de aprovechar cada segundo.
¿Cómo es vivir sin la solidez de las raíces?
Bibiana, que siempre sintió el impulso de viajar, lo describió como un acto de liberación tardía. "Para mí es una conquista", dijo. "Se puede soltar amarras, ¿y qué pasa? Es vertiginoso".
Vivir y escribir así, sin saber cuál es el destino de un libro o de una morada, es un experimento constante. La mudanza continua, incluso después de haber construido una casa con amor, es un síntoma de esa búsqueda implacable, casi una "avaricia de vidas": la necesidad de sacarle la última gota a cada instante y vivir todas las existencias posibles.
La patria está en la lengua
Un giro clave en el encuentro fue la reflexión sobre el lenguaje. Bibiana afirma que el inglés es el lenguaje del no lugar, de los apátridas, lo que automáticamente obligó a preguntarse por el rol del castellano. Ricciardi no dudó: "La patria está en la lengua".
La escritora habló de la sensación de sentirse "traidora" o "vergonzosa" cuando el idioma se le mezcla, una experiencia que confronta a la diáspora. La riqueza del español americano, acostumbrado a consumir acentos venezolanos, colombianos o mexicanos sin asombro, contrasta con la rigidez de España, donde el español se convierte en "castellano" y la diversidad es menos asumida.
Este conflicto lingüístico es la esencia de su desarraigo: la protagonista, en Cataluña, decide perfeccionar su inglés, el lenguaje universal, mientras su pareja se lanza a estudiar el catalán. Este detalle es una puerta a otra lectura de la novela: la historia de una pareja que se reencuentra en una tierra extraña, negociando no solo el espacio, sino también sus propios lenguajes y sus treguas.
La autora y su obra se presentan así como un territorio de tránsito, donde la lengua se defiende, las raíces se buscan y la vida se narra con una intensidad que es a la vez poética y descarnada.
Una de las preguntas realizadas por Chilano giró en torno a la conexión de sus obras. ¿Son libros distintos o conforman el trazado de un único gran libro?
Poner el cuerpo, Una mujer corre, Amor distante y Después, partir parecen, para el lector, retazos de una misma biografía, un personaje único que evoluciona. La escritora confesó que, si bien no fue un objetivo consciente, es una consecuencia natural de trabajar con el material de su propia experiencia.
El poder estético de una coma
El misterio detrás del título, Después, partir, fue revelado como una decisión editorial que se gestó entre Europa y un acalorado debate por e-mail. El título original se consideró demasiado "crítico", con resonancias de ensayo o crónica que podrían "dejar afuera a muchos lectores".
La editora Elvira Sastre propuso un cambio que hacía referencia al tango Naranjo en Flor, pieza poética que atraviesa el libro. La autora acogió la sugerencia, pero introdujo su toque definitivo: la coma.
"La gran decisión estética fue la coma. Ese es el tema", afirmó. El verso original no la tiene. Al agregarla, el significado se transforma. "¿Después de qué? Después de vivir. Después de todo". Para la escritora, ese después es la "línea del infinito", un volver a empezar constante.
El arte de la síntesis y lo No dicho
Si algo define la prosa de la autora, es su capacidad de síntesis. Un pasaje del libro fue elogiado por su simpleza demoledora: "En tu pueblo son las nueve, no me acostumbro a cenar cuando todavía hay sol. Hablo con mi hija, está ocupada, apenas me presta atención. Son las cuatro de la tarde y viaja a la facultad".
Tres líneas. Tres oraciones. Y, sin embargo, logran transmitir "un nivel de angustia, extrañeza, distancia, amor, imposibilidad de un abrazo", sostiene Chilano. Es en ese “no dicho” donde radica la potencia. En contraste, se señaló que el formato pódcast, con su necesidad de mantener al oyente entretenido mientras realiza otras tareas (como la "vieja radio"), no permite el mismo nivel de elipsis y sutileza. El libro, en cambio, exige y premia la concentración.
La historia del libro transcurre entre dos tiempos distintos, protagonizados por la misma mujer: los meses de preparación de la partida y los de la llegada a la nueva tierra. La que parte es también madre y dejará hijos en la costa que abandona. La que llega lleva el peso de la culpa y la emoción del descubrimiento de la nueva tierra. Migración, arraigo, búsqueda de identidad, desgarro, descubrimiento. Desde Buenos Aires a una pequeña aldea medieval en las montañas del Collsacabra, del ruido urbano al silencio y el murmullo de la riera, solo interrumpido por las campanas de la iglesia medieval. El eco de un disparo, el rumor de un lobo, el canto del cu-cú y una vieja leyenda sobre el uranio abren una investigación íntima y colectiva. El libro integra fragmentos de guiones del podcast Un disparo, ¿o dos?, pero es plenamente independiente: un relato cerrado que no requiere escuchar la serie.
¿Cómo se hace hogar en una tierra nueva? ¿Qué memoria resguarda un territorio cuando se lo defiende? Después, partir ensaya una respuesta desde la literatura y el periodismo narrativo, con humor, ternura y precisión.
Por su parte, el podcast documental incluye entrevistas a protagonistas de la gesta anti-uranio, paisajes sonoros y una narración en primera persona que conecta lo íntimo con lo histórico.
"Después, partir es, en su aparente simpleza, una obra demoledora que condensa la angustia y la belleza de la migración. La vida, para la autora, no es un destino, sino un ejercicio continuo de síntesis, un constante retorno al 'entre' que exige el coraje de vivir, una y otra vez, todas las vidas posibles."
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