Caparrós y su guía para entender el mundo actual

Lo complejo de nuestra sociedad es lo que protagoniza "El mundo entonces. Una historia del presente"(Random House – 2023). Un manual de historia sobre la historia presente escrito en el año 2120 por una historiadora del siglo XXII que no deja de sorprenderse.

"El mundo entonces. Una historia del presente" es el último libro de Martín Caparros

24 de Marzo de 2024 10:36

“Es en verdad contemporáneo aquel que no coincide a la perfección con su tiempo ni se adecua a sus pretensiones y es, por ende, en este sentido, inactual; pero justamente por eso, a partir de ese alejamiento y ese anacronismo, es capaz de percibir y aprehender su tiempo”. La frase pertenece a Giorgio Agamben y es la que abre el nuevo libro de Martín Caparrós, "El mundo entonces. Una historia del presente". Como sentencia Agamben, la distancia presente en el libro es la que le permite a Caparrós buscar en las respuestas a determinadas preguntas, las claves para entender “qué hacemos, quiénes somos, quiénes – quizás – seremos”.

Martín Caparrós utilizó para este libro sus columnas del diario El País. Mejor dicho, partió de ellas (no es una recopilación) para mostrar o contar, el puente entre una era y otra.

Algunos de los datos que el periodista comparte para desnudar lo contemporáneo tienen que ver con el estado de situación del mundo. Por ejemplo:

“...El 29 de mayo de 2023 a las 10.04 hora de Europa Occidental, por ejemplo, uno detallaba que había en el mundo 8.036.418.867 seres humanos...

...Se calculaba, sin gran precisión, que en 2020 unos 1.300 millones de personas —una de cada seis en todo el mundo— vivían en esos barrios desastrados...

...La agricultura, que medio siglo antes empleaba a la mitad de los trabajadores del mundo, en 2020 solo ocupaba al 27 por ciento: alrededor de mil millones de personas que, en su gran mayoría, vivían en el MundoPobre...

...Hablar de la alimentación en el mundo en el año 2023 es, antes que nada, una falacia: no había entonces una conducta alimenticia unificada sino tres grandes sectores que comían de formas tan distintas. Si bien las desigualdades de aquel mundo se percibían en todos los terrenos, quizá ninguno las mostraba con tanta crudeza como ese ejercicio repetido, indispensable, ineludible, que llamaban comer. Y que era un proceso tan distinto para cada uno de esos tres grandes conjuntos. En el primero se situaban más de 2.000 millones de personas que no estaban seguras de conseguir al día siguiente todo lo que necesitaban —y, entre ellos, 900 o 1.000 millones que sabían que no. En el segundo, más de 3.000 millones que ingerían suficientes calorías con dietas muy básicas y repetidas. Y, en el tercero, más de 2.000 millones de personas que comían mejor que nadie en la historia hasta entonces...”

El propio autor, radicado en Madrid, ha dicho en las entrevistas de presentación del material: “Lo que sí creo es que vivimos en una época que no consigue, justamente, imaginar un futuro a escala social que nos atraiga y, por lo tanto, si no lo podemos constituir como promesa, porque no pensamos un mundo por el que valga la pena trabajar, construirlo, se convierte en una amenaza. Miramos al futuro en términos hostiles, sea desde lo demográfico, ecológico o político; y ahora, el único lugar que contaba con nuestra expectativa, el espacio de la técnica, hemos conseguido tenerle miedo también: ¡vaya a saber lo que nos va a hacer la Inteligencia Artificial!”.

El mundo entonces busca inquietar al lector. Darle perspectiva, distancia como la del contemporáneo de Agamben, para comprender el “curso de modelos políticos y sociales” que modelan la vida de los millones de habitantes del mundo. El autor de El hambre y El interior buscó desde esa distancia encontrar la extrañeza de nuestro ahora. Una extrañeza dificultosa y permanente que habla también de una crisis humana.

Caparrós no duda en definirla así: “Había mundos, había diferencias entre mundos, había recelos y envidias y copias y transferencias entre mundos, había la desigualdad. Ninguna palabra tiene más fuerza, para reseñar aquella época, que esa que ahora suena arcaica: la desigualdad”.