El extraño récord de tener tres directores ciegos en la historia de la Biblioteca Nacional

La Biblioteca Nacional fue creada en 1810, más allá de que abrió sus puertas en 1812. Con fondos escasos, una costumbre que perdura hasta hoy, cruzó toda la historia de nuestro país. Cuenta con el récord de tener en su historia a tres directores ciegos: Mármol, Groussac y Borges.

La Biblioteca Nacional vio pasar la historia de nuestro país por su edificio y por los nombres que han transitaron por sus pasillos, despachos y libros.

9 de Junio de 2024 10:55

En uno de los encuentros con Martín Tornay hablamos sobre la presencia de Paul Groussac en Toulouse. En intelectual francés que vivió mucho tiempo en la Argentina, comparte ahí su espacio con Carlos Gardel. Pero evocar a Groussac nos lleva a la Biblioteca Nacional y a su particularidad de contar en su historia con tres directores ciegos: José Mármol, Paúl Groussac y Jorge Luis Borges.

La primera propuesta de contar con una biblioteca en lo que hoy es nuestro país aparece en 1767, por parte de Francisco de Paula Bucarrelli. Tuvieron que pasar 25 años para que se abriera una en el Convento de la Merced, donde no permitían llevarse el material, sino solo utilizarlo en el lugar.

Más adelante hubo otro intento, pero esta vez las invasiones inglesas fueron quienes obstruyeron el proyecto. Recién en 1810, Mariano Moreno logra llevar adelante el proyecto y el 13 de septiembre de 1810 es creada la hoy Biblioteca Nacional, convirtiéndose en la primera biblioteca pública de un país naciente. Su creación fue anunciada por el diario La Gaceta de la siguiente forma: “Que se facilite a los amantes de las letras un recurso seguro para aumentar sus conocimientos”.

El espacio fue testigo privilegiado de la Revolución de Mayo y por esto se incautaron muchos libros que pasaron a ser el primer material de la biblioteca más lo que se logró obtener por donaciones. Una costumbre que lamentablemente ha llegado hasta nuestros días es la de contar con escasos fondos, por lo que se decidió abrir una colecta y recibir donaciones para acondicionar el lugar y conseguir libros.

Su primer espacio fue donde hoy se encuentra la Manzana de las Luces y contó como primeros bibliotecarios a los curas Saturnino Segurola y Cayetano Rodríguez, se pidió que el oficio sea rentado, quedando Moreno como Protector con facultades.

La biblioteca recién abrió sus puertas el lunes 16 de marzo de 1812, una semana después de que llegara José de San Martín de Europa a esta región. Tenía un horario que era de 8 a 12:30 y, ante las protestas por las pocas horas que permanecía abierta, se intentó conseguir una partida para pagar un sueldo más para una persona que estuviera a la tarde y a la noche. Pero esa idea no prosperó. Las circunstancias, muy parecidas a las actuales, mostraban que el presupuesto asignado no alcanzaba para mantener el lugar y conseguir nuevo material.

Pero la mayor particularidad que proporcionó su historia, pareciera que en el mundo también, fue la coincidencia de que tres de sus más reconocidos directores fueran ciegos: José Mármol, autor de la primera novela argentina, Amalia; Paúl Groussac, un francés autor de La divisa punzó, y Jorge Luis Borges, el escritor por excelencia de nuestro país. Los tres ejercieron sus funciones padeciendo ceguera.

José Mármol asumió como director de la Biblioteca Nacional en 1868. Se desempeñó en el cargo hasta que perdió la vista a causa de una enfermedad ocular que no pudo ser precisada y renunció. Murió en 1871 víctima de la fiebre amarilla.

José Mármol fue el autor de la primera novela argentina, Amalia.

Paul Groussac estuvo frente a la biblioteca durante 44 años, entre 1885 y 1829. Él fue quien cambió el nombre de Biblioteca Pública de Buenos Aires a Biblioteca Nacional. También editó y dirigió dos publicaciones: La Biblioteca y Anales de la Biblioteca, intentó posicionar a la institución como la más destacada de América Latina y logró obtener reconocimiento en el escenario internacional. Paula Bruno, en Paul Groussac frente a Biblioteca Nacional de Argentina (1885-1929), sostiene que “Una de las primeras medidas puestas en marcha por Groussac consistió en generar un diagnóstico acerca del pasado y la actualidad del repositorio y escribir una historia-informe en función de los datos relevados. En el escrito resultante, la historia del país, sus emprendimientos culturales y la historia de la biblioteca se conjugan en un único relato. Allí, la Biblioteca Pública aparece como una maqueta —modelo pequeño pero representativo— de la cultura y la historia nacional: creada por decreto de la Junta Gubernativa del Río de la Plata en 1810, el destino de la institución condensaba la imposibilidad de generar empresas culturales estables en el contexto posterior a la Revolución de Mayo. Aunque podía encontrarse en personajes como Mariano Moreno y Bernardino Rivadavia el germen de la Ilustración y la voluntad de desarrollar la esfera cultural del joven país, sus acciones, civilizadoras en otros aspectos, no lograron reflejarse claramente en la biblioteca”. Más adelante, refiriéndose a su nombramiento como director de la biblioteca central, y usando la tercera persona, Groussac recordó: “La Biblioteca era, cuando él la recibió, un caos de treinta mil volúmenes alineados sin orden en una casa secular en ruinas, privada de aire y luz. Conformó allí una biblioteca bastante presentable, instalada en un local cómodo (…) Además, contribuyó a darle visibilidad y a obtener cierto reconocimiento de sus contemporáneos”.

Mientras ejercía los últimos años en el cargo, tuvo que ser operado de glaucoma y fue ahí donde perdió la vista. El oftalmólogo e historiador Omar López Mato ha señalado que: “En 1925, Groussac perdió el ojo izquierdo luego de que le fuera extirpado el cristalino (…) Poco después decidió viajar a Francia para tratarse la catarata de su ojo sano con un célebre oftalmólogo, Albert Poulard. La operación fue exitosa en principio, pero a las pocas horas perdió la vista para siempre”. No obstante, Groussac continuó en su puesto de director hasta su muerte, el 27 de junio de 1929.

Paul Groussac estuvo frente a la biblioteca durante 44 años.

El caso de Jorge Luis Borges es diferente, ya que Borges quedó ciego como consecuencia de una enfermedad congénita que arrastraba su familia paterna.

El autor de El Aleph fue su director entre 1955 y 1973, fueron 18 años hasta los 74 de edad, y ocupó el despacho del primer piso del colosal edificio de México 564, en el barrio de San Telmo, donde funcionaban las salas de dirección, subdirección y las respectivas secretarías. Según cuentan, Borges sentía tal encanto por el lugar que hasta había proyectado vivir ahí.

Durante su gestión se comenzó a proyectar el edificio actual de la Biblioteca Nacional en terrenos del viejo Palacio Unzué por los arquitectos Clorindo Testa, Francisco Bullrich y Alicia Cazzaniga. La forma geométrica y el hormigón a la vista fue toda una transgresión en la época, pero le dio una imagen potente y atractiva. También su dirección creó la Escuela Nacional de Bibliotecarios.

Una de las leyendas de la época cuenta que, durante la primera jornada laboral de Borges en la biblioteca, él clasificó cuatrocientos libros, contra los cien de cada uno de sus compañeros. Luego de esto, al otro día, el resto de los empleados le pidió que bajara el ritmo para no dejarlos tan expuestos en su ineficacia.

"He recibido en mi vida muchos inmerecidos honores, pero hay uno que me alegró más que ningún otro: la dirección de la Biblioteca Nacional", confesó Borges en su Conferencia sobre la ceguera. También en uno de sus poemas se refirió a esta etapa de su vida, diciendo: "Nadie rebaje a lágrima o reproche / esta declaración de la maestría / de Dios, que con magnífica ironía / me dio a la vez los libros y la noche".

Borges ocupó el despacho del primer piso del colosal edificio de México 564.

Borges ya estaba ciego cuando asumió su cargo. Es por eso que solo se encuentra su firma en documentos oficiales de la institución, pero cuentan que él traía sus propios libros para trabajar y en muchos ejemplares de la propia biblioteca él tomaba notas en los márgenes, lo que hace que hoy esos volúmenes sean muy valiosos para entender al Borges director, pero también al lector.

El Borges director también fue una gran inspiración para Umberto Eco y su novela El nombre de la Rosa, ya que el italiano ha reconocido públicamente que su personaje Jorge de Burgos, ciego y bibliotecario donde ocurren los hechos de la novela, está inspirado en Jorge Luis Borges. También dicen que Eco tomó el cuento La biblioteca de Babel para darle forma a la biblioteca secreta que describe en su libro y que acaba consumida por las llamas.

Aquella idea de Mariano Moreno vio pasar la historia de nuestro país por su edificio y por los nombres que han transitaron por sus pasillos, despachos y libros. Estos tres nombres, Mármol, Groussac y Borges, demostraron que, a pesar de la ceguera, pudieron dejar un legado duradero no solo en la Biblioteca Nacional, sino también en la cultura argentina. Extraño récord el que tenemos en nuestro país: tres directores ciegos en la biblioteca más importante. Tres directores que, trascendiendo lo físico, generaron que el amor por las letras gane la partida.