El nacimiento con agua de mar, el apogeo de los 80 y el encanto tapado con arena de las piletas de Punta Iglesia

Las piletas de Punta Iglesia pasaron por varias etapas, pero siempre fueron testigos privilegiadas de la historia de la ciudad. Construidas en los sótanos del saladero de Coelho de Meireles, supieron contar con trampolines, escuelas, torneos de trucos y hasta la presencia del propio Maradona. Del esplendor de la innovación a cerrar y cubrirse con arena. 

Las piletas de Punta Iglesia: una propuesta revolucionaria turísticamente para la ciudad.

29 de Marzo de 2025 08:32

Cerca del año 1860, llegó a esta zona Patricio Peralta Ramos, quien luego fundó la ciudad de Mar del Plata. Vino con su esposa, Cecilia Robles, y con sus dos hijos, Jacinto y Eduardo. Apenas un año después falleció su esposa y, según se cuenta, fue uno de los golpes más duros en su vida. Ante el dolor y la angustia, tomó la decisión de hacer levantar en su honor una iglesia.

La ubicación elegida fue la loma más importante del terreno, frente al mar. Si bien el pedido fue realizado a Francis Beltrani, relatan que el propio Patricio Peralta Ramos participó de la construcción, utilizando dos palos de una goleta inglesa que naufragó en estas costas. La iglesia hoy se conoce como Santa Cecilia y no solo fue la primera del lugar, sino que también fue la primera construida con roca y cal, en un entorno de casas de barro y otros materiales. Además, logró imponer un nombre que aún nos acompaña hasta el día de hoy.

Estos parajes aún no se llamaban Mar del Plata, pero ya a mediados de 1870 sobre la costa funcionaba un saladero, exactamente donde hoy desemboca el arroyo entubado Las Chacras. Este saladero era utilizado como puerto para realizar trabajos comerciales, pero también como puerta de entrada a este lugar costero. El espacio marítimo era gestionado por el portugués Coelho de Meireles.

Ante la falta de un faro, que aún no había sido construido, y un puerto de mayor envergadura, el saladero era identificado como aquel lugar desde donde se veía la punta de la iglesia. Es decir, lo primero que uno veía al llegar a estas costas era la cúpula y la cruz de la capilla Santa Cecilia, lo que orientaba a los distintos navíos que llegaban. De ahí, y de aquella época, nació el nombre de Punta Iglesia.

Las piletas y su evolución

El saladero siguió funcionando hasta entrado el 1900, cuando ya se habían construido embarcaderos de madera, barracas y otras dependencias que concentraron la actividad portuaria. En 1916, el espacio y su actividad fueron arrendados por un consorcio conocido como Lloyd Comercial. Sin embargo, el salto más revolucionario del lugar lo dio el ingeniero italiano Vicente Lavorante.

Pileta de Vicente Lavorante.

Con el puerto actual ya en construcción, la mayoría de la actividad había emigrado hacia ese sector de la costa y lo poco que quedaba no tardaría en hacerlo. Fue entonces cuando Lavorante decidió darle una función diferente a todo ese espacio: un nuevo complejo turístico. Utilizando los viejos sótanos de la antigua barraca, cavados en la piedra misma, resolvió construir ahí una piscina de agua de mar que medía 20 metros de ancho por 100 metros de largo. Había confitería, vestuarios, un muelle y todo el complejo estaba dedicado a las actividades deportivas.

Rápidamente, se convirtió en el lugar del verano de aquella Mar del Plata, donde la gente de la farándula y del deporte acudía a promocionarse. Fue el complejo turístico más innovador de su tiempo.

Los temporales y la suerte del complejo como algo municipal

Un fuerte temporal, a casi diez años de su puesta en funcionamiento (1924), destruyó casi todo el complejo. Lavorante se retiró del proyecto y la gestión socialista que ocupaba la intendencia en ese momento se hizo cargo de la reconstrucción con la condición de que, a partir de ese momento, la pileta fuera pública y gratuita: nació así la Pileta Municipal.

Sin embargo, más allá de las buenas intenciones del municipio, los destrozos en el lugar fueron muchos y las estructuras quedaron muy debilitadas. A esto hay que sumarle que, en 1950, un nuevo temporal volvió a golpear fuertemente el sector, destruyendo lo que quedaba en pie. Estos hechos llevaron a tomar la decisión de cerrar el lugar debido a la posibilidad de algún derrumbe o daño a los participantes. Recién en 1966 se presentó la posibilidad de su reapertura, al ser provincializada, y se otorgó en concesión al grupo Giancaglia y Von Kotsch.

Vista de las piletas de Punta Iglesia.

Las piletas de Punta Iglesia

A partir de esa nueva etapa, comenzaron a llamarse las Piletas de Punta Iglesia. A lo existente se sumaron dos piletas más: una para niños, otra para saltos ornamentales con altos trampolines. Se construyeron nuevos vestuarios y un gran restaurante. Se cuenta que el menú venía en dos idiomas y que había azafatas bilingües para la atención.

Por supuesto, ya no eran públicas, y muchos recuerdan que las entradas no eran baratas. Esto se debía, en parte, a que el lugar se convirtió rápidamente en el epicentro del turismo, debido a la presencia de figuras del espectáculo y del deporte.

Anuncio con servicios que ofrecía el espacio.

Los recuerdos se suceden y empiezan a aparecer imágenes: los azulejos celestes de la pileta, las agarraderas, el quiosco de panchos, las cuerdas con boyas que dividían a los alumnos de los nadadores experimentados. También se recuerda al profesor Daniel Di Grande, los campeonatos de truco y de vóley, la presencia del mismísimo Diego Armando Maradona jugando en uno de esos torneos, así como las visitas de Gerardo Sofovich y las estrellas que traía a las temporadas locales. Contar con ese servicio era un verdadero lujo para una ciudad como Mar del Plata, dejando recuerdos imborrables en quienes tuvieron la suerte de vivir la experiencia

Pero llegó el año 1989 y con él la hiperinflación. La Pileta de Punta Iglesia cerró. En dos oportunidades más se intentó llamar a concesión, pero no hubo ofertas. Todo el complejo volvió a cerrarse y las piletas se vaciaron definitivamente. La Municipalidad quiso agregar un playón de juegos con arena para evitar el mal uso de las instalaciones, hasta que llegó lo inevitable: el anuncio de que se desmantelarían por completo.

El intendente Mario Roberto Russak, en diciembre de 1994, con las piletas cubiertas de arena y algunas palmeras ornamentales, las desmontó debido a la cantidad de fisuras que presentaban. El espacio volvió a ser un lugar vacío, con una imagen triste y nostálgica al mismo tiempo.

En 2005, dada la realización de la Cumbre de Presidentes en la ciudad, el viejo y abandonado predio fue recuperado y en él se levantó lo que hoy conocemos como la Plazoleta de las Américas. Atrás quedaba el saladero, la loma de Santa Cecilia, la primera pileta con agua de mar hecha sobre las propias piedras y todo lo revolucionario del complejo turístico. De todo aquello, más allá de la nostalgia y la imagen de algún recuerdo al pasar por el lugar, solo queda el nombre: Punta Iglesia.