¿Conocías el tsunami que arrastró tiburones hasta la costa marplatense?

Fue lo más parecido a un tsunami que hemos tenido en la historia de Mar del Plata. En enero de 1954, sorprendió a turistas y lugareños con su fuerza devastadora. También acercó tiburones blancos a nuestras playas. El caso del tiburón que atacó a un joven en Miramar es la historia dentro de la historia.

Las playas locales con una gran presencia de turistas en la década del 50.

22 de Marzo de 2025 09:40

A mediados del siglo XX, Mar del Plata experimentaba una revolución cultural y social. La ciudad dejaba de ser un destino restringido para dar paso a una nueva época en la que las playas se llenarían de familias trabajadoras, sillas típicas y trajes de baño modestos. Era la democratización de las vacaciones.

En ese panorama en efervescencia, la mañana del jueves 21 de enero de 1954 comenzó como cualquier otra. El cielo estaba despejado y parecía que sería un día soleado, aunque el pronóstico anunciaba cierta amenaza de lluvia. Se acercaba el mediodía, exactamente a las 11:05, Punta Iglesia y Playa Chica eran disfrutadas por familias enteras, hasta que, de pronto, el cielo se oscureció.

Lejos, en el horizonte, comenzó a surgir una ondulación inusual. Lo que en primera instancia parecía una cresta más oscura que el mar, pronto se convirtió en algo mucho mayor. Una ola robusta y temible se levantó ante los ojos de los turistas, nutrida por la fuerza de otras dos que la seguían de cerca. En un abrir y cerrar de esos mismos ojos, el apacible mar estalló en un espectáculo aterrador. El día de descanso se transformó en pura desesperación.

Tres olas gigantes, separadas por solo cinco segundos una de otra, invadieron la playa con una furia desconocida. En apenas seis minutos, el nivel del agua subió un metro, sumergiendo los espigones y el legendario Muelle de los Pescadores. Toldos, sombrillas y gritos llenaron el aire mientras el oleaje arrastraba todo a su paso: sillas, sombrillas, bañistas y la tranquilidad de las vacaciones.

Las playas marplatenses en la Revista Life.

Los bañistas fueron empujados y revueltos, incapaces de hacer pie. La playa Bristol, normalmente abarrotada, se convirtió en una escena de caos. Una embarcación de pesca tambaleó violentamente, desafiando las mareas que, por suerte, decidieron retroceder rápidamente sin volcarla.

Cuando la calma regresó, la magnitud del desastre quedó al descubierto. Once personas fueron auxiliadas por principios de asfixia por inmersión y más de cien sufrieron golpes y crisis nerviosas. A pesar del horror, no hubo muertes. Sin embargo, las preguntas inundaban la ciudad tanto como lo habían hecho las olas: ¿qué había ocurrido realmente? ¿Podría repetirse?

La voz oficial

Se conoció como “La ola gigante”, ya que en ese momento el concepto de tsunami aún no se conocía.

La Dirección General de Navegación e Hidrografía descartó un maremoto y señaló una conjunción extraordinaria de factores meteorológicos que podrían haber sido los causantes: una serie coincidente de olas de pequeña altura y rápida sucesión, el repentino ascenso del nivel del mar y su estado calmo, que hizo que las olas rompieran sobre tierra firme.
Por su parte, en su informe oficial, la Prefectura Naval aseguró: “Una creciente extraordinaria que alcanzó su mayor altura en la Playa Popular provocó 11 casos de personas semi-asfixiadas que, al ser auxiliadas a tiempo, quedaron fuera de peligro.”

¿Qué sucedió realmente? Las perspectivas científicas

Décadas después, en 2018, un artículo publicado en la revista Ciencia Hoy por los investigadores Rubén Medina, Walter Dragani y Antonio Violante aportó una hipótesis científica más precisa.

Edición de la revista Ciencia hoy.

Comienzan con una descripción de los hechos, asegurando que: “Poco después de las once de la mañana de una calurosa mañana de verano, tres enormes olas que llegaron seguidas hicieron ascender un metro el nivel de las aguas costeras en Mar del Plata. La fuerte corriente hacia la costa inundó una franja ribereña seca de unos 50 metros de ancho. Los espigones quedaron sumergidos a pesar de encontrarse en marea baja. Una lancha estuvo a punto de naufragar a causa de un remolino originado bajo su quilla y, cerca de la orilla, los bañistas, en un mar hasta entonces apacible, quedaron sin hacer pie, mientras quienes correteaban por la playa fueron barridos por el oleaje”.

Luego concluye: “Es altamente probable que el fenómeno de 1954 haya sido un tsunami de origen meteorológico”, resaltando que “más del 80% de los tsunamis son el resultado de terremotos”. Sin embargo, además de que estos son poco frecuentes en el Atlántico, los registros del Instituto Nacional de Previsión Sísmica y del Servicio Geológico de los Estados Unidos (USGS) “no mostraron sismos submarinos significativos previos a la ocurrencia del evento en Mar del Plata, ni tampoco se reportaron por esa fecha ensayos nucleares o caída de meteoritos”.

Según sus conclusiones, este evento podría clasificarse como un tsunami de origen meteorológico o meteotsunami, de categoría 2 en una escala de 1 a 6. Este tipo de tsunami, generado por fluctuaciones atmosféricas, es menos destructivo que los causados por terremotos, pero aún puede ocasionar daños significativos, como ocurrió en este caso.

La hipótesis alternativa

Por su parte, el geólogo marplatense Federico Isla, experto en Ciencias de la Tierra, sugiere una explicación distinta. Plantea que el fenómeno de las tres enormes olas haya sido provocado por erupciones volcánicas submarinas o por el deslizamiento al fondo de grandes masas de tierra. Es más, menciona que pudo haber tenido su origen en la Isla Bouvet, un enclave noruego en el Atlántico Sur. Allí, los registros fotográficos evidencian actividad volcánica en fechas cercanas a enero de 1954.

Lo que vino después: Tiburones

El día después del fenómeno, Mar del Plata y la zona se vieron alcanzadas por otros hechos extraordinarios. Por ejemplo: la aparición inusual de tiburones en la costa, con algunos ejemplares que superaban los dos metros. Incluso, al día siguiente, en Miramar, un tiburón blanco protagonizó un incidente que se convirtió en leyenda local por ser el único caso registrado hasta ahora.

Según las crónicas, un turista de 18 años fue atacado por un enorme tiburón durante el mediodía de esa jornada. Luis Ángel Fulco fue el héroe de ese día y Alfredo Aubone, la víctima de ese animal ajeno a esta zona.

Alfredo y dos de sus amigos, Guillermo y José María, decidieron meterse al mar y nadar, aproximadamente, 60 metros ese día. José María regresó y los otros quedaron disfrutando y divirtiéndose, hasta que de pronto, Guillermo advierte una sombra gris que se aproximaba a gran velocidad y se dirigía a la superficie, hacia donde estaban él y Alfredo.

En Miramar, la presencia de un tiburón blanco se convirtió en leyenda local por ser el único caso registrado hasta ahora.

A partir de ese momento, ya no hubo tiempo para nada más, Alfredo se sumerge abruptamente y todo es silencio. Según las descripciones posteriores, el hombro derecho fue lo primero que mordió el tiburón. Alfredo recordó más adelante que sentía un dolor intenso, que sus extremidades no respondían y que, constantemente, el animal lo arrastraba hasta el fondo, donde golpeaba contra la arena. Se zafa, toma aire en la superficie y nada solo con su brazo izquierdo unos metros. No puede más y siente una nueva mordida. Nunca pudo ver qué lo mordía. Sale de nuevo a la superficie, grita por auxilio y el guardavidas Luis Ángel Fulco, quien estaba almorzando, se lanza a buscarlos.

Este reconoce la aleta, pero nada lo detiene y llega hasta Aubone, que estaba envuelto en una mancha negra de sangre en el mar. El tiburón lo ataca de nuevo, esta vez sobre su pierna derecha y quiere arrastrarlo. El guardavida lo toma y comienza a nadar hasta la orilla.
Luego de la atención médica, se encontró clavado en la tibia derecha de Aubone un diente del tiburón que permitió identificar que se trataba de un tiburón blanco (Carcharodon carcharias), que medía cinco metros de largo y tenía cerca de seis años de vida.

Después de sucesivas operaciones y tratamientos, Aubone pudo recuperar parte de su cuerpo y su vida luego de esa experiencia.

Las enormes olas que golpearon a Mar del Plata y la extraña aparición de tiburones blancos en la ciudad, en los días sucesivos, aún provocan incertidumbre. Según los diarios de la época, hay que sumar que, luego de que la marea retrocediera, se dio una constante en la pesca de tiburones blancos en la costa marplatense (con ejemplares de más de dos metros de largo en algunos casos).

El fenómeno de 2022

Años después, Mar del Plata reviviría fenómenos similares, como el meteotsunami de diciembre de 2022. Una madrugada del mes de diciembre, tres olas asaltaron Punta Mogotes, despertando la memoria de aquel verano de 1954.

Eran cerca de las 02:30 de la madrugada de ese jueves 8 de diciembre, cuando las playas de la zona sur de la ciudad se vieron afectadas por olas con la altura suficiente para generar daños en la infraestructura de algunos balnearios.

Tras analizar las condiciones meteorológicas durante el evento, científicos del Gabinete de Oceanografía del Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero (INIDEP) informaron que el fenómeno pudo haberse tratado de un tsunami muy suave de origen atmosférico (meteotsunami).

Los informes aseguran que los daños ocurridos podrían haber sido peores si el fenómeno hubiese tenido lugar durante una pleamar, que para esa jornada estaba prevista para las 07:09 hs, con una altura de 1.49 m.

Imágenes de la cámara de seguridad durante el oleaje de 2022.

En aquel momento, 0223 informaba que “El fenómeno ocurrió el jueves 8 de diciembre a las 2:27, justo en el día de inicio del fin de semana largo, y quedó captado por las cámaras de seguridad del balneario Mariano. Tres olas, una de mayor impacto, invadieron por completo el sector de carpas y llegaron a metros del edificio del complejo, arrasando con mesas, sillas, lonas, tachos de basura y todo lo que se encontraba en el camino. En el lugar se constató la rotura de 15 lonas, 12 mesas y varias sillas, aunque no fue el único balneario de la zona del Faro y Punta Mogotes que se vio afectado por el arrollador paso de lo que se creía que era una ola gigante. En La Restinga, ubicada sobre la Ruta 11, también sufrieron varias pérdidas materiales. La fuerza del oleaje dañó lonas, palos, muebles de plástico, generó grandes destrozos en los pasillos y hasta quebró los blindex que delimitan la piscina”.

Los hechos ocurridos en 2022, las tormentas que golpean fuertemente con vientos y gran caudal de agua caída en pocos minutos ya no son algo extraordinario. Al menos, son algo a lo que se debería estar prestando más atención.