La historia de El Zorro, su amor por La Feliz y los secretos desconocidos revelados por un marplatense
"El Zorro en Argentina. Su historia secreta", cuenta la vida de Guy Williams en nuestro país. Es el resultado de una gran investigación del artista marplatense Alejandro Amaro. Sus gustos, sus actuaciones, su amor por Mar del Plata, por sus mujeres, su muerte el 30 de abril de 1989 e incluso sus paseos por Buenos Aires forman parte del relato. La vida de alguien que, con solo ser nombrado, provoca una sonrisa.
En los años 90, el marplatense Alejandro Amaro buscaba abrirse camino en la música con su banda Alacrán. Su gran oportunidad llegó de la mano de Norberto 'Pappo' Napolitano, quien lo convocó como su telonero en el Superdomo. A partir de ese encuentro, la relación entre ambos se consolidó, lo que llevó a Alejandro a trasladarse a Buenos Aires y comenzar su carrera en la música.
Pero su talento no se limitaba a los escenarios: también era un artista plástico, con una profunda pasión por el dibujo y la pintura. Con el paso del tiempo, sumó una nueva faceta a su trayectoria: la literatura.
Este año, Alejandro Amaro presentó El Zorro en Argentina. Su historia secreta, una biografía de Guy Williams, el inolvidable intérprete de El Zorro. Su investigación meticulosa recopila informes, entrevistas, fotografías exclusivas y hasta el informe pericial sobre la muerte del actor, ofreciendo un retrato detallado de su vida y su paso por nuestro país
Pero ¿qué lleva a este artista marplatense a realizar un trabajo de más de diez años de investigación para contar la vida de un actor norteamericano del siglo pasado? El propio Alejandro Amaro responde: “Hace once o doce años se me ocurrió escribir sobre nuestros héroes de la niñez, pero no quería reflotar simplemente al héroe, sino al actor que lo interpretaba. Era tan querido por nosotros, los argentinos, que todo el mundo lo recuerda como una gran figura. En ese entonces, la vida de un hombre tan querido en Argentina era más importante que ahora. ¿Y por qué quería hacerlo? Porque era la vida de alguien que todos recordaban y que, cuando decías Guy Williams, casi como ocurre con Carlitos Balá, a la gente se le dibujaba una sonrisa. Esa era la explicación de quién era ese hombre.”
En aquellos años, Guy Williams era noticia por su pasado y por haber decidido instalarse en nuestro país. Era una figura convocante para los medios de comunicación y para la sociedad. Sin embargo, no existían biografías del actor que interpretó a Diego de La Vega ni registros de su paso por Argentina. Sí se encontraba material sobre el personaje enmascarado, pero no sobre el hombre detrás de la máscara.
Guy Williams vino por primera vez a la Argentina a trabajar en 1973. Lo trajo una productora que lo fue presentando en distintos lugares para que realizara su show. La respuesta del público argentino fue sorprendente. Tanto fue así que, dos meses después de su primera estadía, lo trajeron nuevamente, pero esta vez acompañado por Henry Calvin, el actor que interpretaba al Sargento García en la serie grabada entre 1957 y 1959.
Luego volvió en 1975, con una agenda de presentaciones más breve que las anteriores, y en 1977, durante las vacaciones de invierno de ese año, firmó contrato con el circo Real Madrid para hacer la temporada de verano 77-78 junto a ellos.
La gira comenzó en Mar del Plata. “Ese fue el punto clave para que se quedara en Argentina”, asegura Amaro. Y agrega: “Era un contrato por solo tres meses, pero con muy buena paga. Además, él, en lo personal, estaba atravesando problemas con su matrimonio. La temporada en Mar del Plata fue un éxito total; era una estrella, como si fueran los Rolling Stones. Noche a noche, era un fenómeno masivo. En el libro cuento que, según investigué, cuando la gente iba a sacar entradas, siempre estaban agotadas. En esa época, la temporada infantil ofrecía espectáculos como Titanes en el Ring o Carlitos Balá, pero cuando querías sacar entrada para el circo Real Madrid, ya no había. Y la gente no se iba al circo de al lado ni a otro espectáculo. Preferían sacar entradas para dentro de cuatro o cinco días y esperar para ver al Zorro. De hecho, el circo aún conserva el récord de espectadores en Mar del Plata.”
Guy Williams y el Zorro, junto al circo Real Madrid, se convirtieron en un verdadero fenómeno. Se renovaron contratos sucesivos para continuar con el show, hasta que él decidió quedarse a vivir en Argentina. El actor tenía cerca de 55 años y, según el autor, “esa conjunción entre un nuevo aire en su profesión y una renovación personal, por entonces conoció a Araceli Lizaso, terminó de cerrar el círculo para quedarse definitivamente”.
—Él decidió vivir en Buenos Aires, en Recoleta, pero sabemos que Mar del Plata tenía un atractivo particular para él...
—Claro. Era de Los Ángeles, California, y vivió en Malibú y en Marina del Rey, siempre en lugares relacionados con el mar. También vivió y trabajó en Europa. Pero él consideraba, y esto lo decía a su círculo íntimo: Fernando Lúpiz, Araceli, Patricia Gundy, que Mar del Plata era una de las ciudades más lindas del mundo. Había recorrido el mundo, pero decía que Mar del Plata tenía una escala maravillosa: lo tenía todo y, a la vez, una geografía imposible de igualar, muy atractiva. Le gustaba el perfil de la ciudad, su cercanía con el mar. Cada vez que iba a una función del circo, pedía que lo llevaran por diferentes caminos porque le fascinaba recorrerla. De hecho, antes de estar en Mar del Plata en 1975, estuvo en Necochea. Allí alguien le habló de Mar del Plata, le ofrecieron una posibilidad laboral y le mostraron fotos de la ciudad. Solo con eso ya decía que le encantaba la idea de conocerla.
Guy Williams realmente sentía que Mar del Plata era una ciudad soñada. Esto se refleja desde la portada del libro, donde se lo ve con su clásica sonrisa en la Rambla local.
Amaro suma detalles sobre esa fotografía: “Esa sesión fue para la editorial Alejandro Korn, que en ese momento publicaba la revista TV Guía y otras más. Fue bastante temprano, porque él no podía andar mucho por la calle. El Zorro era un fenómeno que excedía toda lógica. Atendía a todos los que se le acercaban, era un caballero, pero no podía moverse libremente. Ahora, fijate: no vestía de negro y, si no tenía funciones, se afeitaba el bigote. Para él, estar de negro y con bigote era parte del trabajo, así que en su tiempo libre se vestía de forma totalmente opuesta. En esa sesión en particular, la camisa era de un celeste muy claro. Luego hizo otras sesiones de fotos a caballo, ya con el traje de Zorro, en la zona sur de la ciudad”.
—¿Y cómo se llevaba con el Zorro propiamente dicho? Teniendo en cuenta que fue el personaje que lo catapultó a la fama, lo hizo muy conocido, pero también lo encasilló de una forma que, quizás, después no pudo romper con otro papel.
—Sí, él no era ajeno a eso. Sentía una especie de dualidad respecto de lo que le generaba el Zorro. Estaba muy agradecido de haber obtenido ese papel y de que la gente lo recordara con tanto cariño por su trabajo. El Zorro era un personaje fuerte, pero, fijate: a Delon, por ejemplo, no lo identificaban por su papel como Zorro, ni tampoco a Errol Flynn. Solo a él. Guy sentía que el público lo había adoptado a él como actor, no solo al personaje. Por eso, su vínculo con el Zorro era directo. Aunque, en algún momento, eso le molestó. En realidad, lo que comenzó a incomodarlo fue que la industria siempre lo llamaba para interpretar papeles muy similares, todos con el mismo perfil que el Zorro, y él quería hacer algo diferente.
—Ahí lo convocan para Perdidos en el espacio.
—Exacto. Y acepta ese papel porque pensó: “No es en el pasado, es en el futuro. Es en color. Es en el espacio”. De hecho, en el piloto original que grabó, ni siquiera estaba el robot. Él era el jefe de familia que debía enfrentar distintos problemas y circunstancias para salir adelante.
Pero nada de eso se cumplió: agregaron al robot, cambiaron el eje de la historia y el perfil de la serie y su personaje quedó desplazado. Reclamó mejores guiones, pero no obtuvo respuesta. Para él, esa serie fue algo decepcionante. Aun así, decía: “Me pagan por hacerlo, y este es mi trabajo”. Ya no le interesaba tanto la actuación. No era alguien que se desviviera por actuar. Por supuesto, cuando lo llamaban se sentía movilizado, pero ya no lo entusiasmaba como antes. Tenía un buen pasar económico, manejaba sus negocios, trabajaba en la bolsa de valores, movía acciones. Era muy inteligente. Todo su entorno consideraba que era demasiado inteligente para ser solo actor.
Alejandro Amaro entrevistó a un gran número de personas para esta investigación. Esos testimonios construyen, de alguna manera, la historia de vida de Guy Williams en la Argentina.
De todas esas voces, Alejandro no encontró una sola que hablara mal del actor: “Vecinos, amigos, gente que trabajó con él en el espectáculo, periodistas… es una lista interminable. Y no encontré uno, ni uno solo, que me dijera: ‘A mí me decepcionó’. Todos decían: ‘Es la mejor persona que conocí en mi vida’. Puede pasar que lo digan tus amigos o quienes te conocen un poco, pero que absolutamente todos, el 100 %, sin excepción, digan que era lo mejor con lo que se cruzaron en su vida… hablaban maravillas de él. Era alguien con magia”, cuenta el autor marplatense.
El Zorro en Argentina. Su historia secreta tiene más de 850 páginas. Fue presentado en la Feria del Libro de Buenos Aires y en la Biblioteca Mariano Moreno, entre otros espacios.
Su autor vive entre Mar del Plata y Buenos Aires, en medio de múltiples proyectos artísticos. Sin embargo, en este en particular puso un enorme esfuerzo, pandemia mediante, para lograr su edición. Finalmente, fue publicada de manera independiente, lo que implica que quienes estén interesados en la vida de Guy Williams pueden conseguir el libro a través de las redes sociales Facebook o Instagram, con los nombres de usuarios del zorroenargentina o bien en las redes del propio autor, arte.amaro.
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