Premio Estrella de Mar: de la tradición al reclamo, de la alegría al polémico simulacro de un corte de brazo
Nacido en 1975 como una iniciativa de la Dirección Municipal de Turismo, el Premio Estrella de Mar se convirtió en un símbolo de la temporada teatral argentina. Originalmente pensado como herramienta de promoción turística, el galardón evolucionó hacia un reconocimiento artístico que distingue cada verano a lo mejor de la escena teatral. Con más de 30 rubros y el codiciado Estrella de Mar de Oro, su historia tiene desde alegrías y lágrimas hasta reclamos y simulacros de automutilaciones.
En el verano de 1975, Mar del Plata inauguró una tradición que perdura hasta hoy: premiar a sus artistas con un trofeo que se ha convertido en emblema de la temporada. Su origen no fue casual: dos años antes, en 1973, las autoridades de la Dirección Municipal de Turismo detectaron un fenómeno inesperado, el teatro convocaba más público que el Casino Central. Así surgió la idea de reconocer a quienes hacían brillar la cartelera marplatense.
El trofeo original era una obra artesanal: una estrella de mar real, moldeada y fundida en bronce, montada sobre una base de madera pulida. No era solo un objeto, sino el símbolo de una ciudad que apostaba por el arte como motor turístico y cultural. La relación con su nombre era obvia: un trofeo para aquellas estrellas del espectáculo que se presentaban en Mar del Plata.
Es así que, el 31 de marzo de 1975 se llevó a cabo la primera entrega del premio Estrella de Mar en el Salón Delfín del Hotel Provincial. Este galardón, impulsado y creado por Luis Enrique Martínez Tecco, nacía con la intención de reconocer lo mejor de la temporada teatral en Mar del Plata. Sin embargo, en esa primera edición, varias estatuillas quedaron sin destinatario: el jurado declaró desiertas numerosas categorías, entre ellas mejor obra de autor nacional, mejor obra extranjera presentada por primera vez en el país, mejor obra de autor marplatense, mejor show en boite o cabaret, mejor teatro de revistas, mejor espectáculo infantil y mejor actriz revelación.
Por otro lado, muchos de los premiados no asistieron a la ceremonia. El premio aún no tenía el prestigio que ganaría con los años y su impacto en el ambiente artístico era incipiente. Aquel debut de los Estrella de Mar fue más bien discreto, pero marcó el inicio de una tradición que con el tiempo se convertiría en símbolo de la escena teatral marplatense.
Artísticamente, en aquella temporada, dos tragedias de Federico García Lorca acapararon la atención. Antonio Gades, el célebre bailarín y coreógrafo español, estrenó Bodas de sangre en el Teatro Ópera tras una intensa gira por Estados Unidos y Latinoamérica. Al mismo tiempo, en el Teatro Neptuno, el tucumano Víctor García presentó una versión audaz de Yerma, con la gran Nuria Espert al frente y un diseño escénico de alto impacto. Contra todo pronóstico, ambas producciones llenaron la boletería al nivel de las comedias ligeras protagonizadas por estrellas consagradas.
De la revelación a la consagración
Aquella primera edición premió a figuras que luego serían leyenda. María Marta Serra Lima recibió el galardón como revelación, mientras que China Zorrilla fue distinguida por su obra Arlequino y sus dos patrones. También brillaron nombres como Federico Luppi, Haydeé Padilla y Pepe Soriano. Otros que celebraron el reconocimiento fueron Les Luthiers, que ganaron como mejor espectáculo musical, y el productor Enrique Carreras, quien recibió una mención por haber construido un teatro (el que, actualmente, lleva su nombre).
Según relata el profesor e investigador Gabriel Cabrejas en Historia y estética del teatro marplatense (1940-1979): “Tras larga discusión, se lanza el premio Estrella de Mar, primer reconocimiento pleno del Estado municipal al fenómeno dramático veraniego, discriminado en local y visitante (…)”.
Un reglamento que exige excelencia
En el primer estatuto que daba forma a la entrega se establecía nominar a: Mejor Dirección, Mejor Obra Dramática, Mejor Escenografía, Actriz y Actor Protagónico, así como Revelación de la Temporada. Todos los galardones estaban destinados a obras estrenadas en la ciudad.
Seis años después, en 1981, se oficializó su institucionalización, y el Premio Estrella de Mar comenzó a entregarse bajo normas más estrictas. Por ejemplo, solo podían participar espectáculos estrenados en Mar del Plata durante la temporada de verano. Las obras debían contar con autorización de Argentores o del autor y cumplir con un mínimo de funciones según su categoría, entre otros requisitos.
El jurado, al que también se le asignaron parámetros más rigurosos, estaba compuesto por representantes de medios locales y nacionales con presencia permanente en la ciudad. Tenía la facultad de reasignar rubros, incorporar nuevas categorías y elegir tres nominados por cada una. Los miembros no podían tener vínculo laboral ni familiar con los ternados y debían asistir personalmente a todos los espectáculos y presentaciones.
Aquella primera edición tuvo como miembros del jurado a personalidades y comunicadores como Juan Alberto Mateyko, Sergio Velasco Ferrero y José de Zer, entre otros. Como asesor del jurado figuraba Eduardo Bergara Leumann. También figuraban en el listado David Borthiry, Victor Sueiro y Gregorio Nachman.
La diversidad artística se refleja en los más de 30 rubros que abarcan desde comedia, drama, teatro alternativo y marplatense, hasta danza, música original, transformismo y stand-up. Además, se premian aspectos técnicos como escenografía, iluminación, vestuario y producción integral.
Cabrejas, en su investigación, destaca que el premio, aunque presentado como un impulso al teatro, en realidad nació con fines turísticos. Excluyó al teatro local por condiciones estructurales injustas y fue organizado de manera apresurada y poco representativa. El investigador sostiene: “La Municipalidad fuga hacia delante e instituye el trofeo Estrella de Mar, pero deriva de la Dirección de Turismo y no de Cultura —que se llama Acción Cultural—. Se obliga a separar entre elencos locales y pasajeros, aspirantes a sendas estatuillas; aunque los primeros pudiesen aventajar a los segundos, estos no se habrían rebajado a competir en paridad de condiciones, y el empresariado que los trae se negaría a participar. El premio oculta la inferioridad política del teatro propio: 24 obras de origen porteño contra 2, culpa de la carestía del alquiler de salas. Apenas surgido, el instructivo desata la polémica. Su difusión tardía, el 18 de febrero, que obliga al jurado a ver todo en quince días, deja fuera de concurso a quienes representaron durante enero, menos aún los propios marplatenses por falta de lugar. ‘Debiera destacarse a los que trabajaron todo el año’, acota Aníbal De Marco, amén del mínimo de quince funciones como requisito para aspirar a una estatuilla, ‘lo que implicaría que los rubros locales queden desiertos’. El jurado, además, ‘se integró sin la participación de la Asociación Marplatense de Actores’, pero sí con ‘un crítico de espectáculos de todos los medios estables de la ciudad’, uno de cada corresponsalía (diarios y revistas), otro ‘de cada audición radial o televisiva que haya desarrollado actividades en la ciudad en la temporada’, otro de la agencia estatal TELAM, y dos miembros de la Municipalidad, de la Dirección de Acción Cultural y de la Dirección de Turismo”.
El oro del aplauso
Desde 1997, la ceremonia culmina con la entrega del Estrella de Mar de Oro, el máximo reconocimiento, reservado para quienes hayan dejado una huella imborrable en la temporada. Este galardón no se postula: se gana con talento, esfuerzo y magia escénica.
Gabriel Goity, Andrés Ciro Martínez, Mauricio Dayub, Cacho Castaña, Norma Pons, Julio Chávez, Pepe Soriano, Alfredo Alcón, China Zorrilla, Les Luthiers, Oscar Martínez, Julio Bocca y Manuel González Gil (director de teatro), entre otros, recibieron el Estrella de Mar de Oro.
Un premio que también fue escenario de reclamos
Fueron varias las ocasiones en las que la entrega de los premios Estrella de Mar fue el escenario elegido para manifestar el desinterés por la cultura y la desprotección que vivían algunos sectores vinculados a ella.
Por ejemplo, en la edición de 2017, artistas de distintas disciplinas se manifestaron en contra del “vaciamiento en el área de cultura” del municipio. El portal 0223 informaba en su edición del 10 de enero de ese año que, “Desde ATTRA, recordaban que ‘a lo largo del año transcurrido, la gestión del gobierno ha consolidado un vaciamiento virulento y sistemático del ámbito cultural en general y teatral en particular’, y describían a continuación: ‘La reducción presupuestaria, la ausencia absoluta de diálogo, la encarnizada persecución ideológica sobre trabajadores de la cultura, la drástica reducción de los programas socioculturales, la desarticulación de la Comedia Municipal (cuyos trabajadores aún no terminaron de cobrar los haberes correspondientes a la temporada pasada), el cierre del Teatro Diagonal y la seria amenaza a la continuidad del Teatro Colón, o el hostigamiento permanente al circo La Audacia, así como a diversas manifestaciones de arte popular y callejero, son solo algunos de los mojones en un camino abiertamente enfrentado con las expresiones artísticas y con nuestra actividad teatral’”.
En la edición de 2020, el director Marcos Moyano, ganador del Estrella de Mar como Mejor Director Marplatense, simuló cortarse un brazo con un cuchillo, que luego se comprobó que era de utilería, para denunciar que, “Según trascendidos, gente ‘de muy arriba’ en el municipio había pedido que no fueran ternados ni premiados”.
El director de La Mueca relató que el presunto problema del jurado era con su madre, la referente del centro cultural El Séptimo Fuego, Viviana Ruíz. “‘La sangre de Viviana Ruíz corre por mis venas’, dijo. Pero lo más impactante lo tenía previsto para el final: sacó de entre una prenda que llevaba en la mano un cuchillo, levantó su brazo y se provocó un corte. A su lado estaban sus dos pequeños hijos. La situación se vivió con extrema tensión, a tal punto que la Reina del Mar, que se encontraba en el escenario, se descompensó. En ese momento, el responsable de Revista Central, Martín Sala, intentó detenerlo”, según informó 0223 en aquel momento.
Al año siguiente, en 2021, nuevamente desde la Asociación Argentina de Actores, delegación Mar del Plata, denunciaron que el Ente Municipal de Turismo (EMTuR) volvió a impedir la entrega del premio “Carlos Waitz”, en alusión al único actor del país secuestrado del escenario en plena función teatral, en la fiesta central de los Estrella de Mar. A través de un comunicado, la institución afirmó, según se informó aquel día, que “Las autoridades justificaron la decisión por ‘falta de tiempo y de espacio (3 personas y no más de 3 minutos al aire)’. Hicieron hincapié en que nadie otorgaría las distinciones en persona, sino que serían retiradas de una bandeja directamente por los ganadores, pero después pudo observarse que, claramente, no fue así, cuestionaron. ‘Todos sabemos que estos galardones siempre se ven teñidos de un amargo sabor a censura. Y está más que claro que los funcionarios que se hallaban sentados en primera fila no querían que la voz de la Asociación Argentina de Actores se hiciera presente’, razonaron desde la asociación local”.
La mayoría de estos reclamos se dieron durante la gestión del ex Intendente Carlos Fernando Arroyo.
Más que un premio, una tradición
A lo largo de sus ediciones, el Estrella de Mar ha evolucionado. Cambiaron las ternas, se modernizó la estatuilla, pero su esencia permanece intacta: celebrar el arte en todas sus formas. Lo que comenzó como una estrategia turística se convirtió en una cita obligada para artistas, productores y espectadores.
Cada verano, Mar del Plata se transforma en un gran escenario y el Premio Estrella de Mar es el reflector que destaca lo mejor de esa función colectiva. No es solo un trofeo: es el reconocimiento a quienes hacen del teatro una experiencia inolvidable.
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