"Estoy vivo": su familia lo velaba, pero llegó a su propio entierro y asustó a todos
Lo que comenzó como una jornada de dolor se transformó en una escena insólita para una familia que despedía a un joven de 22 años, hasta que él mismo irrumpió en su propio velorio.
Por Redacción 0223
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Aunque parezca una escena sacada de una película, el insólito hecho ocurrió en Villa Carmela, Yerba Buena (Tucumán), cuando un joven de 22 años irrumpió en su propio velorio al grito de “¡estoy vivo!”, desatando gritos, llantos y una profunda confusión entre los presentes.
El episodio, que rápidamente se viralizó en redes sociales, tuvo lugar el jueves 18 de septiembre y dejó en evidencia un grave error de identificación por parte de la Policía local. Todo comenzó tras un accidente en una ruta alternativa de la comuna rural, donde un muchacho se arrojó debajo de un camión en circunstancias que aún se investigan.
El fiscal Carlos Sale había caratulado el hecho como homicidio culposo, aunque las primeras pericias apuntan a un posible suicidio. Luego del hallazgo del cuerpo, una mujer se presentó en la comisaría de Alderetes y lo identificó como su hijo. Con esa declaración, la Justicia autorizó la entrega del cuerpo a la familia, sin imaginar lo que sucedería después.
Mientras se realizaba el velorio en la vivienda familiar, el joven supuestamente fallecido irrumpió en la sala y rompió el silencio con un estremecedor “estoy vivo”. “La verdad es que quedamos helados”, contó a Radio Bicentenario (FM 103.3) Ana Laura, una vecina que presenció la escena.
De inmediato, la Policía fue alertada y el fiscal Sale entrevistó al protagonista de la historia. El joven explicó que había pasado varios días consumiendo drogas en Alderetes —a unos 23 kilómetros de su casa— y que desconocía completamente lo que estaba ocurriendo a su alrededor.
Una escena que expone la crudeza de las adicciones
Aunque para la familia se trató de un “milagro”, el insólito suceso dejó al descubierto una realidad dolorosa: la de muchos jóvenes atrapados en las adicciones, que pierden todo contacto con sus seres queridos incluso en momentos extremos.
“Es la realidad que viven las madres de los jóvenes que son adictos”, advirtió María Laura García, referente comunitaria. “Se van de la casa y no regresan más. Uno nunca sabe lo que les puede pasar o si están vivos. Es un drama”.
En tanto, el cuerpo del joven fallecido continúa sin identificar, por lo que la trágica historia todavía no tiene un cierre. El fiscal dispuso que el cajón con los restos fuera trasladado nuevamente a la Morgue Judicial, donde permanece a la espera de su identificación.
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