La lucha como literal forma de vida

Feliz. Facundo Novik y su medalla de bronce, la primera para un argentino en un Mundial de Para Taekwondo (foto: 0223).

25 de Junio de 2013 03:32

Por Redacción 0223

PARA 0223

Por Francisco Giovanoni

Nacer, sufrir, luchar, vivir, triunfar. Situaciones que Facundo Novik conoce a la perfección. Este marplatense de 23 años, con actitud y fortaleza, se propuso salir adelante pese a todo. Y lo logró. Una malapraxis durante el parto le provocó la parálisis de la parte izquierda de su cuerpo. También allí estuvo un minuto muerto, pero revivió. A los 8 años, con el brazo izquierdo inmovilizado, aceptó practicar karate. Hasta los 17, hizo rehabilitación. Y luego se dedicó al taekwondo. Muchos le habrán dicho “estás loco”. Pero él, como en esta entrevista, habrá respondido: “siempre fui bastante salvaje”. La cosa es que el pasado 9 de junio, “Facu” se convirtió en el primer argentino en participar en un Mundial de Parataekwondo WTF (en Lausana, Suiza), donde además se quedó con una merecida y valiosa medalla de bronce (por cuestiones “políticas”, no representó a Mar del Plata sino a la Federación de Santa Fe… pero eso es otra larga historia).

Novik dialogó en extenso con 0223 para recorrer su rica historia de vida que, paso a paso, lo fue llevando a la gloria, no sin antes saltar varias piedras en el camino.

El primer golpe

Al momento de su nacimiento, algo sucedió de forma inesperada, y Facundo Novik ingresó a este mundo luchando como un guerrero: “A mi mamá le tendrían que haber hecho cesárea en el momento del parto. No lo hicieron, y cuando fui a nacer, tuve un montón de inconvenientes. Utilizaron fórceps (instrumento en forma de tenaza utilizado para ayudar a la extracción del bebé). Nací con el hombro dislocado”, cuenta “Facu”, que continúa su relato de forma estremecedora: “Estuve muerto un minuto diez cuando nací. Me revivieron, y después como tuve otros problemas, no se dieron cuenta que tenía la parte izquierda de mi cuerpo paralizada. A los cuatro meses se dieron cuenta recién. Estuve en incubadora…fue un quilombo grande”, comenta con simpleza. Desde entonces, todo fue difícil para la familia Novik. Pero el hijo nacido quería vivir: “Desde ese momento que descubrieron la parálisis, empezaron a hacerme rehabilitación. Y mi vieja cuenta que de toda la parte izquierda, no movía nada. Por suerte, empecé a recuperar los movimientos de la cara y la pierna rápidamente. Pero el brazo, no. Hasta los 17 años hice rehabilitación.”

-¿Cómo fue crecer con ese desafío de recuperar una parte de tu cuerpo, siendo tan chico?

-Bueno, de chiquito siempre me la rebusqué. Siempre quise jugar a todo normalmente, treparme a los árboles…fui bastante salvaje. Eso un poco me ayudó. No me quería quedar quietito (sic) a que me vengan a ayudar. 

Ser hombre a los 5 años

Facundo Novik nació para lucharle a la vida. Nunca nada le fue fácil. Y además de su inconveniente físico, de niño sufrió otro gran golpe. Cuando tenía cinco años, con cuatro hermanos menores, su padre de 36 años falleció inesperadamente de cáncer: “Eso fue muy duro. Yo tenía cinco años, pero me acuerdo como si hubiera sido ayer. Recuerdo ver a mi mamá entrando por la puerta, llorando, no lo olvido más. En ese momento hice un click y afronté la vida de otra manera. En ese momento tuve que llevar a mis hermanitos a la pieza, entreteniéndolos hasta que a mi vieja se le pase. Asumí un poco el rol de mi viejo”, cuenta con la entereza que lo caracteriza. 

El deporte como salvataje 

Sin tenerle miedo a nada, Facundo Novik siempre supo salir adelante. Amante de todos los deportes, eligió quizás el más difícil para su condición física: “De chiquito intenté jugar a todo, pero por el tema de la rehabilitación, no me quedaba mucho tiempo. Hasta que a los 8 años empecé en el karate porque me llevó un amigo de mi mamá, Oscar García. El era Sensei, en el Club Náutico. Me gustaba mucho. Cuando llegué ahí, todos me miraban. No entendían cómo un nenito con el brazo hecho pedazos estaba ahí adentro. Pero tuve la suerte que en todos los grupos que estuve y estoy, me cuidan bien, me hacen sentir integrado”, sostiene Facundo. “Ahí me empezaron a gustar las artes marciales. Se me complicó por el tema del brazo, y empecé con el taekwondo hace seis años. Hice 2 meses en Miramar, donde viví, hasta que largué y de más grande retomé, al empezar con Carlos Guerrini”, añade Novik sobre las idas y vueltas con esta disciplina. “El brazo en esa época lo movía mucho menos que ahora, casi nada. Pero peleaba igual. Ahora muevo hasta el codo, después no lo controlo. Pero no me influye. En su momento me molestaba más”, explica sobre su inconveniente físico que nunca lo frenó para nada.

Suiza, el sueño alcanzado

Facundo Novik se quedó con ganas de participar del Mundial realizado en Aruba, el año pasado. Y al enterarse de la organización de un nuevo certamen en Lausana, Suiza, buscó por todos los medios participar. Pero todo fue dificultad: ”No contaba con los fondos para viajar. Pero me inscribieron. Después, tuve la suerte de entrar en contacto con la senadora Cristina Di Rado, que subvencionó casi todo el viaje. Fue el empujón más grande. Yo hasta un mes antes del Mundial, no viajaba”, recuerda y agradece Novik, que explica: “Fui el único de los tres argentinos con problemas en el brazo que hacen taekwondo que pudo conseguir la ayuda económica”.

Lo cierto es que partió el 2 de junio, repleto de esperanzas, y casi en soledad: “Viajé sólo, con un dirigente de la delegación. Eso fue bastante jodido, viajar sin mi entrenador”. Luego de pasear por las calles de Lausana y perderse varias veces (“Nunca había salido del país. Era todo nuevo para mí. La delegación de Guatemala me ayudó mucho”, agradece), de comunicarse con su entrenador por skype, entre el 8 y el 9, llegó el momento de competir en su categoría, hasta 68 kilos (A-6). Primero, peleó contra Rusia: “el combate empezó complicado, pero lo pude remontar y salir adelante”, cuenta. Al día siguiente, en semifinales, enfrentó a Australia: “me ganó ahí nomás”, aclara, y revela cómo fue que se enteró que había logrado una medalla: “Cuando perdí la pelea con Australia, me quería morir. No sabía que había quedado tercero. Al rato me llamaron para avisarme que tenía que subir al podio. Pasé de amargarme por la derrota, a subir al podio. Fue una gran alegría”, recuerda.

-¿Qué fue lo primero que recordaste cuando te entregaron la medalla?

-Me acordé de lo difícil que había sido todo. Estar arriba del podio fue muy lindo. Fue muy emocionante realmente.

-Esto te da un espaldarazo, un nombre, ¿y ahora?

-Eso estamos buscando, y lo hablamos con mi entrenador. Este es el primer paso. Ahora tenemos que buscar todos los medios para que no se nos vuelva a hacer tan difícil viajar. Ya pensamos en el 2015, que el Mundial es en Rusia. Sería el último objetivo.

-¿Cómo es el combate, a diferencia del taekwondo convencional?

-En este torneo en especial, fue para luchadores con problemas en el brazo. El único cambio en el reglamento, es prohibir los golpes en la cabeza. Es lo único que difiere. Y la lucha se hace muy difícil. Yo sentí que me pegaron más fuerte que nunca en esas dos luchas, todavía me duele el pecho. Nunca me habían pegado tanto. 

Facundo Novik compite también a nivel nacional en categorías absolutas, es decir, en el taekwondo convencional, ya que no hay otros competidores con su misma discapacidad: "Gano y pierdo, me las rebusco", dice. Viaja todos los meses con la Academia a Buenos Aires y otros lugares del país. Para su tarea, ha sido indispensable la mano de su entrenador Carlos Guerrieri, ex integrante del seleccionado argentino y director de Taekwondo Academia Mar del Plata: “en esto es mi gran referente. El también estuvo en la selección muchos años, tiene muchísima experiencia, uno lo nota cuando entrena, cuando dice las palabras justas. Es una gran persona. Estoy muy contento y agradecido a Carlos”, sostiene “Facu”.

-Si tenés que recomendar el taekwondo, ¿qué tiene de especial?

-Una cosa linda de este deporte, es la competencia. Tiene bastante formada la parte deportiva. Te podes dar el lujo de mostrar al menos lo que vas aprendiendo. Sino, tenés la parte marcial que es muy linda también. El taekwondo me encanta, a cualquiera se lo recomendaría.

La discriminación que siempre está

Facundo, como debe ser, toma con naturalidad la parálisis de su brazo. Sin embargo, no deja de observar actitudes discriminatorias en la sociedad que lo rodea: “Dentro del taekwondo, especialmente, me tocó varias veces que nadie quería pelear conmigo. Después cuando veían que se les complicaba la lucha… quedábamos en no patearnos la cabeza, y empezaban a rezongar. A veces les decía: ´bueno, luchemos normalmente´”, cuenta con énfasis Novik, que poca piedad les tenía a los “rezongones”: “cuando empezaba la lucha, se calentaban…a la mayoría de esos que se enojaban, les ganaba. A mí eso me daba mucha bronca”, explica. Y agrega: “Y en la vida, también pasan cosas. A veces de chiquito no me dejaban jugar al fútbol, que a mí me encantaba. Entonces me iba al otro equipo y les jugaba en contra. Siempre intenté demostrar que podía. No me dejo penar ni dar lástima”, afirma. “Uno se acostumbra. Cuando estoy en remera, o en cuero, todos me miran. Pero tampoco lo veo mal eso. Debe llamar la atención. A veces me pongo a jugar al básquet en la plaza, y se quedan mirando todos, porque dicen “¿qué hace este?”.”. 

Un pibe común

Facundo Novik, además de practicar taekwondo y desde ahora lucir una medalla, trabaja y está de novio. Luego de tres años en la Escuela Técnica N°2, estudió para ser analista de sistemas, hasta que consiguió un laburo de lo que más le gusta, las computadoras: “Todos los días me levanto a trabajar, hasta las ocho. Trabajo como programador en un proyecto que se llama Red Informática Social. Cuando corto al mediodía, también arreglo computadoras”, le cuenta a 0223. A nivel familiar, agradece de la fortaleza de su mamá Susana, también laburante: “desde los cinco años míos tuvo que hacer el rol de padre. Fue quien me llevó para todos lados con la rehabilitación, se movió muchísimo, y está orgullosa de todo esto”, sostiene de quien se quedó con ganas de acompañar a su hijo a Suiza. También saca pecho de la cantidad y calidad de sus hermanos, todos menores a él en escala consecutiva: Leandro (22 años), Santiago (21), Bernardo (20) y Daniela (18). “Están contentísimos todos. Somos muy unidos nosotros. Andamos juntos para todos lados. Es como si hubieran ganado ellos.” Y, claro, no podía dejar de nombrar a su novia de hace cuatro años, Virginia: “me mudé hace poco con ella. Estudia fotografía”, cuenta. 

A la hora de contar sus gustos, expresa: “Mi trabajo es otro de mis vicios. Me lo critican. La música también. Soy fanático de La Renga. He viajado por todos lados para verlos. Cuando puedo escaparme…estuve en Santa Fe, Neuquén, Córdoba, los sigo bastante… los sigo desde los quince años”, comenta sobre la banda de sonido que lo acompaña antes de cada combate (“sí, escucho un ratito antes de pelear…salgo con todo, ja”, dice). Y también disfruta de la lectura: “Me gusta distenderme con la lectura. Un poco de ciencia ficción, y aunque parezca medio romántico, también leo algunos poemas. Los lee mi novia, y yo leo también”.


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Facundo Novik disfruta de su logro. Pero no para de agradecer: “Los agradecimientos son infinitos. Cuando me preguntaron en Suiza, dije a todos para no quedar mal con nadie. A Carlos Guerrini y el grupo de entrenamiento, la senadora Di Rado, mi familia, mis amigos…todos me estuvieron apoyando. Seguramente me quede corto con el agradecimiento”. Y a modo de final ideal para esta entrevista que realizó 0223, sentenció: “Como dice Carlos (entrenador), la mayor parte del taekwondo es la actitud. Y él nos enseña eso. Nos enseña a pararnos con actitud. Y eso sirve mucho para después salir a caminar por la calle. Quizás ves los problemas de otra manera…”.


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