Langostino: el Messi de la pesca nacional

Su abundancia y alto valor comercial le permite al sector equilibrar parte de su estructura productiva. Las claves del boom que mantiene a varias empresas de Mar del Plata a flote.

Sin el langostino, muchas empresas locales estarían cerca del precipicio.

5 de Junio de 2014 08:54

Si a lo largo de los 169 centímetros de Lionel Messi se depositan todas las esperanzas argentinas para volver a jugar siete partidos en un Mundial, la industria pesquera argentina también tiene a su mesías  bajo las profundidades del océano.

Su nombre científico es un tanto retorcido y más parecido a un volante de contención griego: Pleoticus Muelleri. Pero todos lo reconocen como langostino, un recurso que se captura lejos de Mar del Plata y se desembarca poco en este puerto, pero que igual representa un negocio redondo para muchos armadores de buques pesqueros y sobre todo, aire para sus asfixiados balances.

El langostino es de la familia de los cefalópodos… que no tiene vértebras. Es un marisco que habita aguas templadas y frías, que se distribuye entre las costas de Santa Cruz, en el Golfo San Jorge, hasta Río de Janeiro. Sus principales característica es su ciclo de vida corto, considerado anual en términos pesqueros, una tasa de crecimiento alta y un gran potencial reproductivo, que se desarrolla en su máxima intensidad entre noviembre y febrero, cerca de la costa.

Para aquel lector desprevenido que desconoce el tema, mordió el anzuelo del título y está a punto de abandonar la nota, va un intento para reengancharlo, un dato para tener una idea de la importancia de esta pesquería en la estructura de toda la pesca nacional.

En el 2013 toda la industria pesquera exportó 501 mil toneladas entre peces, moluscos y mariscos, por un valor de 1.495 millones de dólares. Solo el langostino exportó 91.047 toneladas, que generaron 614,749 millones de dólares, más de un tercio del total de divisas. El precio promedio por tonelada alcanzó los 6752 dólares. El mejor tamaño, un L-1, cotiza actualmente por encima de los 8 mil dólares la tonelada. Un día de buena pesca, un buque tangonero puede faenar más de 12 toneladas de langostino: más de 100 mil dólares. Por día. ¿Me siguen?...

El año pasado la pesquería de langostino rompió todos los récords. Se desembarcaron 100 mil toneladas, un 500% más que hace una década. Si bien hay barcos que lo pescan dentro del Golfo San Jorge y en la costa chubutense, el 80% de las capturas se producen en jurisdicción de aguas nacionales cuando el langostino migra hacia afuera de la plataforma.

Daniel Bertuche es biólogo del INIDEP y uno de los artífices del boom que vive el recurso a partir de acertadas decisiones de manejo. Como que casi no se pesque langostino dentro del Golfo en verano para evitar capturar ejemplares juveniles y que los adultos se puedan reproducir tranquilos. La paciencia es negocio: los pescan en el invierno, cuando tienen un mayor tamaño. Y valor comercial, claro.

Cuando bajan los rendimientos de la flota por debajo de cierto nivel de captura, automáticamente se cierra el área de pesca. Nadie se queja; los armadores saben que sin adultos no hay larvas ni juveniles para proseguir con la pesquería al año siguiente. Los malos de esta película son los de la flota cada vez más comercial y menos artesanal de Rawson. Ellos  pescan todo el langostino que pueden, todo el año.

La semana pasada se abrió la temporada en aguas nacionales, entre el 45º y 47º de latitud S.  Es el paraíso para los pescadores marplatenses porque hasta que no se abre esa zona,  no tienen –salvo excepciones de empresas con inversiones en la Patagonia- permiso para entrar en las aguas jurisdiccionales de Santa Cruz y Chubut

Ya están en zona de pesca los buques congeladores locales  “Borrasca” y “Pakú”, de Solimeno, el “María Eugenia”, “Buena Pesca”, “Siempre Don José” y “María Liliana”, de Moscuzza, el “Miss Patagonia y Nddanddú”, de Pesquera Veraz, “Mar Austral”, de Baldino, entre otros. 

Acá estarán hasta que termine la zafra, avanzando gradualmente hacia el norte, siguiendo la ruta del marisco. Gastan poco combustible porque descargan en los puertos patagónicos y venden un recurso de alto valor. Con la rentabilidad del langostino, muchos armadores equilibran la estructura productiva resentida por los problemas de pescar merluza. Sin el langostino, muchas empresas locales estarían cerca del precipicio.

La misma ecuación hacen los armadores fresqueros marplatenses. Debido al alto valor del langostino y al flojo panorama que entrega la merluza, ellos también lo pescan. Entre 10 y 15 barcos irán en busca del langostino que luego venden en frigoríficos del puerto de Rawson y Madryn. 

La pata floja del langostino es que no genera mucho valor en tierra porque se lo exporta entero. Del barco congelador sale embalado para su destino, principalmente España.

Solo la empresa Solimeno descarga langostino en Mar del Plata y reprocesa una parte, aunque de manera incipiente otros frigoríficos, alineados a Cafrexport como Sur Trade, Frigorífico Del Sud Este e Inser han comenzado a comprar langostino que se descarga en la Patagonia. 

Esto genera mayor mano de obra y más valor agregado ya que al langostino se lo pela a mano, uno por uno, y se lo congela y vende en bolsas de 1 kilo. Hay un gran mercado para este producto, especialmente en Estados Unidos, aunque en Europa, China y Japón también lo empiezan a considerar.

El gobierno nacional y popular que dice ponderar la inyección de valor agregado a la producción, cobra los mismos aranceles de exportación al langostino entero que al pelado. Con el agregado que el langostino pelado ni siquiera tiene reintegros. Incentivos: cero.

Así y todo en Cafrexport creen que con un buen acuerdo con el SOIP podrían darle trabajo a 300 personas temporales, mientras dura la zafra –de junio a octubre/noviembre-. En el gremio del pescado piden salarios a tono con el producto que procesan.

Mientras las partes no se ponen de acuerdo, países con poca tradición en la compra de langostino entero, como Perú, Tailandia y Vietnam, adquieren el producto en bloque para re procesar y vender a los mismos mercados donde se comercializa el producto elaborado en Argentina. Con un aditamento: muchas veces se trata de un producto dañado con la inyección de engordantes.

Como Messi, el langostino es el salvador de la pesca nacional. El desafío del capitán argentino es levantar la copa del mundo. El del marisco, generar mayor trabajo en tierra, a partir de acertadas decisiones de las autoridades de turno.