"En Mar del Plata se pueden hacer buenos vinos"

Jorge Riccitelli, elegido "el mejor enólogo del mundo" en 2012, dialogó con 0223 sobre la cultura de esta bebida. Dijo que en todo el mundo las zonas vitivinícolas "están cerca del mar".

Riccitelli es optimista sobre el futuro de Mar del Plata como punto de producción de vino.

16 de Agosto de 2014 19:05

En Mar del Plata se pueden hacer buenos vinos. Parece difícil creer en esta afirmación, pero si se desprende de la boca de un especialista en la materia como Jorge Riccitelli, el reconocido enólogo de la Bodega Norton, hay que tomarlo en serio. 

Riccitelli es amigo del enólogo que tiene la responsabilidad de seguir los pasos del vino que se está produciendo en una bodega a tan solo unos kilómetros de Mar del Plata. A pesar de la cercanía reconoce que aún no los pudo probar. No obstante, el especialista no duda de que estas tierras sean aptas para hacer buenos vinos. “Las zonas vitivinícolas del mundo están cerca del mar, así que no tendrían que tener problema en Mar del Plata para hacer un buen vino”, afirma Riccitelli al comenzar la charla con 0223, en su visita a la ciudad en donde -invitado por el grupo “La Corte”-, compartió una cata de vinos de la Bodega Norton con periodistas marplatenses. 

“Yo nací en un viñedo, en la maternidad de la bodega Gargantini, en Mendoza”, cuenta Jorge. “Recuerdo haber venido a Mar del Plata de chico con mis tíos en un camión. Venía a pasear y a traer vino a la planta que tenía la empresa en esta hermosa ciudad”, dice.

Este estudioso de la cultura del vino se capacitó en la escuela vitivinícola Don Bosco en Mendoza, donde obtuvo el título de enólogo, profesión que lleva en la sangre. “Me inicié trabajando en Gargantini como enólogo y después pasé a la Bodega Etchart en 1978, donde fui por unos meses y terminé trabajando catorce años”, relata el especialista, sin abandonar la sonrisa de su cara.

En 1992 volvió a Mendoza para comenzar a trabajar en la Bodega Norton, donde actualmente se desempeña como enólogo principal y donde comanda a un grupo de diez profesionales. Su dedicación y sus vastos conocimientos lo llevaron a ser uno de los enólogos más reconocidos del país y un referente a nivel mundial. Riccitelli fue elegido "Winemaker of the Year 2012" por la prestigiosa revista estadounidense "Wine Enthusiast", consiguiendo por primera vez este galardón un enólogo argentino. “El premio me implicó mucho más trabajo y mayor responsabilidad, pero también le abrió puertas a un montón de enólogos jóvenes, para que el día de mañana tengamos mejores vinos”, sentencia.

Es muy fácil hablar de vinos con Jorge. Como todo apasionado, se esmera en contar las cosas de manera sencilla, sin demasiados atajos, con un vocabulario simple. “Los medios de comunicación tienen la culpa de que haya tanta demanda y exigencia de calidad con respecto al vino”, acusa Riccitelli y me señala con el dedo: “Ustedes tienen la culpa”.

Esta aclaración del enólogo está relacionada a la curiosidad del cronista por entender en qué momento los argentinos empezamos a consumir vinos de mayor calidad, a buscar nuevas etiquetas, a probar. Hace 15 años no era habitual encontrar en las casas vinos distintos todos los fines de semana.

“Las revistas de gastronomía jugaron un papel muy importante”, señala Jorge y dice que eso llevó a que la gente aprenda más sobre la cultura vitivinícola. “Hoy los productos son de alta calidad porque la exigencia que tenemos es muy superior a la que teníamos hace un par de años”, agrega.

Siempre con picardía, sonriente, Jorge educa: “Yo creo que hay que probar, no hay que cansarse de probar vinos, hasta encontrar algo que realmente te guste”.

En 2013 el Senado de la Nación aprobó por unanimidad el proyecto que declaró al vino como “Bebida Nacional”. Esta declaración fue un reconocimiento a toda la cadena vitivinícola y un impulso para promocionar los vinos argentinos en todo el mundo. “El malbec es argentino y la gente lo reconoce en el mundo como un muy buen vino”, dice con firmeza el experto, como marcando nuestra identidad con la bebida. 

“En Norton el 50 por ciento de la producción la exportamos y el otro 50 lo distribuimos en el país”, explica Riccitelli y dice que la filosofía de la empresa es “estar presente en cada uno de los segmentos del mercado”. 

Tiene muy claro lo que hace. Durante la cata de los vinos que produce la Bodega Norton y que llevan su sello, Jorge hizo una reflexión muy interesante: “Si nosotros hacemos mal el Norton Clásico, el vino más barato de la bodega, nos fundimos, porque la mayoría de la gente toma ese vino y no los más exclusivos”. La competencia en todos los ámbitos comerciales genera que las empresas tengan que esforzarse por ofrecer lo mejor. “Así como en un principio hacíamos vinos para argentinos y no vendíamos una sola botella en el mundo, hoy tenemos productos que compiten mano a mano con los mejores”, detalla el enólogo.