Pus Ultra

El lema “Plus Ultra” responde a la advocación latina que significa “Más allá”. Es el lema de España impuesto por el mítico Carlos Iº o Carlos Vº según gobernara en la Madre Patria o en Alemania, respectivamente. De ahí que el chalet que tiene al Quijote en su talla frontal lleva ese nombre devenido en emblema español. Varias décadas atrás, la denominación “Plus Ultra” se utilizó para varias cosas que daban idea de dinamismo y modernidad. El famoso hidroavión que llevaba ese nombre fue el primero que logró cruzar de Europa a América en 1926 cuando la aviación era todavía una aventura peligrosa.

Pero en Mar del Plata no tenemos concejales Plus Ultra, sino que tienden más al latinismo “Plus Pecunia” cuya explicación dejamos abierta a los cultores de la lengua del Imperio Romano. Es así que están dispuestos a autorizar la violación patrimonial del chalet Plus Ultra porque, vaya casualidad, igual que Villa Valentina, el chalet de los camioneros y el chalet de Alula Baldassarini “está en condiciones más que deplorables”.

La Presidenta de la “Comisión Por Obras”, Cristina Coria, totalmente lanzada a la vocería de las empresas constructoras repitió en las últimas horas la cantinela de siempre: el Plus Ultra “ha sido usurpado y no tiene sanitarios”, pero Coria fue aún mas allá, y anunció que “varios otros inmuebles de la zona están en malísimas condiciones de conservación” y dio a entender su previsible destino. ¿Es ético que quien debería honrar su cargo velando por encontrar soluciones para preservar la identidad de la ciudad que la votó, tenga el mismo discurso que las empresas constructoras?

Vamos a proponer un par de soluciones sencillas para conservar el Plus Ultra. La misma Coria las hace asomar. Acaso porque estaba leyendo en público la “hoja de ruta” que le pasaron los constructores, delató las intenciones del lobby al sostener que el estado del chalet “no es el centro de la cuestión, sino la solicitud de adoptar indicadores especiales (es decir, que les permitan edificar mas pisos) para construir en los terrenos linderos un hotel 4 estrellas de planta baja y cuatro pisos con la condición de ‘poner en valor’ y restaurar el inmueble”. Todos nos preocupamos por el chalet patrimonial, y es lógico, pero lo que subyace es intentar convertir al chalet y toda la zona en una sucesión de edificios con algún pastito alegórico y algún rayito de sol privado al ciudadano común.

Es decir, los propietarios están negociando aquello a lo que están obligados y es su deber, es decir, la correcta conservación de un inmueble patrimonial a cambio de un cambio de normas.

Evidentemente, quieren obtener a cambio de un cuatro de copas, el ancho de espadas, “invierto diez para que me dejes ganar mil”, y los concejales planean dárselo.

Y todavía deberíamos agradecerles la no demolición del chalet.

Y es cierto que el tema central es muy otro, y es la depredación del sector mas emblemático de la ciudad. Demos por sentado ante todo, que a los propietarios del chalet nadie les impide hoy mismo “poner en valor” y restaurar el bien. ¿o mantener en condiciones un bien patrimonial está sujeto a que el HCD ceda a la extorsión y cambie las normas?

Supongamos que mañana, por una desgracia natural, digamos que hay un terremoto o un maremoto, y todas las casas de ese sector quedan derrumbadas. ¿Qué se podría construir para reemplazarlas? En efecto, con la reglamentación actual, casas de las mismas dimensiones. La ciudad perdería la belleza de esos chalets, pero no el asoleamiento, ni las vistas al mar que son de todos, ni la escala humana, ni se incrementaría el tránsito en la zona, ni se deterioraría mucho el movimiento habitual. Eso es lo que un concejal de esta ciudad debe cuidar. Lo mismo si alguno de esos chalets se derrumbara sin la ayuda de una catástrofe. Pero sucede que el punto central que Coria deja entrever es que lo que se pretende hoy es construir más pisos. En el Plus Ultra y en toda la zona. Es decir, cambiar las normas que permiten construir lo que hasta ahora, habilitar nuevos negocios con el pretexto de que la norma, es decir, la presencia del Estado, responde a una “ciudad vieja”, frena, restringe, evita inversiones y –más descabellado aún- “atenta contra la propiedad privada” (Castorina dixit) y nos impide ser parte de un escalafón mundial de ciudades del que desconocemos porqué debemos ser parte.

Entonces, más que decirle a los propietarios que se ciñan a la norma, que cumplan con las ordenanzas como cualquier contribuyente, se habilita la taxidermia patrimonial del chalet y la destrucción identitaria de todo ese sector de la ciudad, tal vez “porque las campañas son largas y se necesita que les presenten gente”. Y el Estado municipal debería asistir a estos depredadores que cuentan con cómplices en un cierto recinto porque de lo contrario, “se van las inversiones” que quisiéramos bien lejos.

Si sólo se mantuvieran las normas de construcción actuales, aún cuando el Plus Ultra u otro chalet se vinieran abajo, no se podría construir allí más de lo que hoy está construido. Y desde luego, establecer normas que hay que respetar no es “ir en contra de la propiedad privada”. La propiedad privada no es ilimitada y uno de sus límites es proteger la propiedad de todos y el bien común.

En cuanto a sostener un pedido de desafectación en que “el bien está deteriorado”, la concejal Coria y toda la “comisión por obras” tal vez debería investigar antes de desafectar, porqué el chalet llegó a ese estado y denunciar a quienes permitieron que un bien patrimonial termine de esa manera. De ninguna manera, hacer como si nada hubiera pasado y otorgarles a quienes no lo cuidaron, un negocio millonario.

Porque, evidentemente, el deterioro de propiedades emblemáticas es un hecho deliberado y planificado por quienes luego aparecen beneficiados por los negocios inmobiliarios que se implantan en esos lugares.

¿Y qué hacer con el Plus Ultra? Ante todo, intimar a sus dueños a que cesen en permitir su deterioro. Pero, al igual que cualquier ciudadano que tiene una propiedad cuyo estado de conservación no es el correcto y al intentar venderlo obtendrá un valor inferior por este motivo, los dueños del chalet, si se les denegara el pedido, siempre que no quieran restaurarlo a su propio costo, deberán venderlo a un valor muy inferior a alguien que, de hecho, quiera restaurarlo y utilizarlo para el fin que las lícitas normas vigentes prevean.

Es simple, pero tenemos concejales y sucesivos intendentes que, con el pretexto de favorecer “la puesta en valor”, “las inversiones” y “el trabajo de los marplatenses”, además de amar los eufemismos berretas, suelen favorecer negocios privados que llenan la ciudad de sombras y no generan empleo, tal cual podemos comprobar si miramos las cifras de los últimos diez años desde que rigen los también eufemísticos “incentivos a la construcción”.

Progreso son aulas y salas de salud, cuya construcción no preocupa a los edificadores compulsivos de la ciudad en los últimos años. Recordemos, si no nos demanda demasiado esfuerzo, al momento de votar, a quienes están llevando a la ciudad a ser esta cosa anodina y sin historia. Para que no tengamos que vernos en fotos en blanco y negro. Hay mucho por hacer, pero el resultado será una ciudad para todos y no esta ajenidad que nos pretende imponer una pandilla de corruptos.