Que mañana también sea #NiUnaMenos

“Ni una menos” no es pedir por favor que no nos maten. Es exigir que no mueran más mujeres por violencia machista a un Estado que declama, pero no hace lo suficiente.

Muestra de ello es que en el país durante el año pasado hubo 277 femicidios: asesinatos de mujeres que por el solo hecho de serlo, fueron apuñaladas, golpeadas a mazazos, baleadas, degolladas, incineradas, por parejas o exparejas que se creen dueños de sus cuerpos y sus vidas.Y también lo demuestra el aumento de casos de mujeres asesinadas en el contexto de la violencia de género: la realidad en la provincia de Buenos Aires, por ejemplo, nos muestra que en 2008 hubo 58 casos y en 2014, 91. Es decir, durante el año pasado, en territorio bonaerense hubo un femicidio cada cuatro días.

Este año ya se contaron 140 casos. Como no hay estadísticas oficiales, es una ONG la encargada de hacer un relevamiento en las noticias del país para contabilizar los casos, o al menos, los que llegan a los medios. La violencia hacia las mujeres trans sigue invisibilizada. Ahora la cooperativa La Vaca, en su publicación Mu, también lleva adelante un relevamiento.

Las estadísticas, que pueden parecer fríos números o escalofriantes realidades, son imprescindibles. ¿Cómo se combatirá lo que no se conoce?

La convocatoria, que nació de periodistas y militantes de género, se anunció el 11 de mayo, día en que encontraron el cuerpo sin vida de Chiara Páez.

Un día después, un mujer de 75 años fue asesinada por su entonces pareja de 77, de un balazo en la cabeza en General Conesa. Días después una mujer murió apuñalada por su ex pareja en Mendoza. Una adolescente de 16 fue encontrada muerta y semidesnuda el 20 de mayo en Corrientes. Al otro día, una niña de 15 años fue asesinada de un escopetazo en Campana. El caso de Catherine conmocionó al país luego de que la joven desaparecida apareciera muerta en un médano, donde fue enterrada viva.

A Analía, de 43 años, la mató su expareja a mazazos, delante de su hijo de 12 años. Rosa, de 53, fue encontrada asesinada semienterrada en el fondo de su casa de una localidad jujeña. Sobre fin de mes, un hombre de 32 años roció con alcohol y prendió fuego a su pareja en Ciudad Evita, que murió tras agonizar en el hospital. En Mar del Plata se dio a conocer el caso de Érica, una joven encontrada muerta en su casa, colgada de un cable. La información oficial habla de suicidio, pero la familia sostiene que allí estaba su pareja y sus hijos, y que fue un nuevo caso de femicidio.

Los casos se repiten en todo el territorio argentino. No hay distinción de clases sociales, ni edades. También se contabilizan los casos de sobrevivientes de la violencia machista más extrema. Angelina está pidiendo dadores de sangre en La Pampa luego de resultar gravemente herida por la espalda por su expareja. Patricia denunció a través del Facebook que su marido la quiso quemar con un bidón de nafta. Los casos se repiten.

La visibilización que logró la realidad  a la que están expuestas las mujeres es absolutamente necesaria. Pero no alcanza. Porque los femicidios no se detuvieron y la mujer sigue en peligro. Porque son necesarias políticas públicas serias y sostenidas, de prevención y contención.

Ni una menos” no es una consigna nueva. Desde hace décadas el movimiento de mujeres viene levantando banderas que exigen al Estado respuestas urgentes porque cada 30 horas muere una mujer por violencia machista. Porque también las mujeres mueren por abortos clandestinos, o llegan a los hospitales con sus úteros destrozados. Porque las mujeres trans están expuestas, cada vez que salen a la calle, a la violencia verbal, física y policial. Porque las mujeres somos las víctimas de las redes de trata, que esclavizan y someten sexualmente en cuartos de hoteles o privados.

No es una consigna nueva, pero parece ser que muchos dirigentes políticos acaban de descubrirla. Respaldo de la sociedad masivo, consigna a la que nadie podría oponerse, sumado a año electoral: combo perfecto.

Ni una menos no es una súplica. Es una exigencia, de la que las autoridades deben tomar nota. Y actuar.