Importancia de la categoría de “vecino”, cercano
La categoría de vecino tiene alcances especiales, mientras la categoría de ciudadano, mira más hacia el ideal racional de la realización personal y colectiva, el concepto de vecino tiene una valoración afectiva mucho más desarrollada, que implica una nueva escala de valores y de objetivos para la actuación, que tienen que ver con la cercanía, el contacto, la relación personal, histórica, afectiva, valorativa de las personas que tienen un trato directo, en una realidad conocida, connatural y compartida. Permite pensar en soluciones verdaderamente personalizadas, adecuadas a cada necesidad, y valoración. Con el objetivo de simplificar muchas veces se universalizan los reclamos y terminan siendo sólo una estadística.
Para el fomentista el vecino es mucho más que eso, es aquella persona que conoce por su nombre, que sabe dónde vive, como está compuesta su familia, y tal vez cuáles son sus necesidades y sus preferencias. También comparten una experiencia histórica común, que los hace cercanos, en la que comparten un mismo “idioma” porque las palabras tienen una valoración asociativa particular, por su enraizamiento en el “limo” de experiencias comunes. Un funcionario, en el mejor de los casos, puede tener una muy buena estadística de la problemática de un barrio, pero lo más probable es que el vecino, o el vecinalista, entienda mucho más profundamente qué es lo que necesita ese otro vecino. Para el funcionario una calle sin asfalto es, en general, sólo eso, una calle sin asfalto, para el vecino es apreciar el sentimiento que tiene esa mamá conocida que tiene que llevar a sus chicos a la escuela y chapotear ese barro o esa mujer mayor que tiene dificultades para caminar y que no puede desplazarse.
Esos dos elementos la cercanía y la connaturalidad del ambiente compartido, hacen que esta categoría de vecino tenga connotaciones especiales, y que defina una manera de actuar y de planificar particular, de acuerdo a otros objetivos, a otras metas, más adecuadas a una realidad más profundamente conocida.
Es en esta idea de “vecino” de “cercano” que tenemos una posibilidad comunicarnos, para expresarnos y poder entender al otro más profundamente.
Individualismo gregario
La filósofa alemana Hannah Arendt (HA) describe a los grupos humanos dentro de los regímenes totalitarios como un individualismo gregario, esto es que están aislados pero juntos, “amontonados” podríamos decir. Esta imagen tiene una fuerza increíble, nos da la idea intuitiva de que se está cercenando algo inherente al ser humano. No se registra comunicación entre las personas. HA describe conversaciones con jerarcas nazis en las que los veía totalmente alienados. Ella plantea que el poder está en la comunicación. La masa incomunicada entre sus miembros puede ser manipulada por la ideología. En los grupos totalitarios la gente conoce al otro mediatizada por la ideología, entonces el que está a mi lado no es ni Juan ni Pedro, ni Roberta, ni Gabriela, sólo se los califica dentro de un genérico por su condición social, racial, política o incluso sexual, ahondando una realidad que hoy está de moda llamar “la grieta”.
Un conocido escribió una interesante nota periodística hace años titulada “Complejo de supermercado” donde describía la obsesión de la mayoría de la gente por “etiquetar” todo, incluidas las personas.
El tamaño de la Polis debe permitir la amistad social
Esta realidad sólo la podemos conocer dentro de una comunidad que nos de las condiciones para hacerlo, estas condiciones, como decía ya Aristóteles, deben ser la de su escala. El filósofo griego expresaba la necesidad de que las polis no fueran demasiado extensas para que se pueda desarrollar la “amistad social”. Los seres humanos tenemos una limitación concreta a la hora de conocer de esta una manera más profunda a otras personas, es que necesitamos tiempo, y contextos adecuados para que se vaya develando su interioridad. En las grandes ciudades la gente, se conoce, en general, en forma superficial y casi siempre mediatizada por alguna ideología, vemos la manera como va vestido el otro, sus gestos, su forma de hablar y como no tenemos tiempo, lo etiquetamos, es un negro, es un pobre, es un oligarca, es un superficial, es…
Tenemos la necesidad de manejar lo que nos rodea, o por lo menos nos acostumbramos a plantearlo así. Podríamos preguntarnos cómo podría ser la vida si en vez de tratar de poner nombre rápidamente a todo lo que nos rodea pudiéramos “aguardar” un tiempo y nombrar las cosas prudentemente, conociendo primero las cosas más en profundidad, o inclusosuspender el juicio, como decían los antiguos escépticos (epojé), hasta ver más claramente.
Acción, originalidad
Arendttambién plantea que la vida humana tiene para ella tres niveles, el primero es el de la supervivencia biológica el Trabajo, donde se registran las funciones para la supervivencia, luego el de la Labor, dónde el hombre fabrica elementos que modifican su entorno y por último, el de la Acción, que define como específicamente humano, y es el que reviste una característica propia, su originalidad.
El Ser humano es ante todo original, y que sólo puede ser conocido si prestamos atención y le dedicamos tiempo, en las grandes urbes, o en los grupos totalitarios (cómo plantea la autora) esto es casi imposible, porque nos regimos por la ideología, o sea una idea abstracta de lo que es la realidad y queremos hacer encajar dentro de ella a todo lo que nos rodea. La realidad es mucho más rica de lo que podemos pensar, y por ello es que se generan los distintos conflictos entre personas, entendemos que esta realidad es de determinada manera porque nuestra necesidad de manejar lo que nos rodea, tal vez sin mala intención, hace que adhiramos a distintas maneras de ver la vida, en forma dogmática, rígida, y entonces decimos, “ la cosa es así” o “esto funciona de esta manera” y es ahí donde se genera el conflicto si no estamos abiertos a otra visión de la realidad.
Valoración del que está "cerca"
En cuanto a la planificación de nuestra sociedad invito a valorar en mayor medida la opinión de las personas que están “cerca”, que son del barrio, de la asociación de fomento, la cooperadora de la escuela, la ONG, la cooperativa, etc. y que conocen no solo lo estadístico, sino también de forma “directa” a la gente que va a ser la destinataria de las acciones políticas, y entienden más acabadamente que puede ser mejor para cada caso porque conviven con esas personas y sus necesidades.
¿Acaso sea necesario repensar nuestro sistema político para permitir que el desarrollo de estas entidades puedan tener injerencia institucionalizada y no ya espontánea?
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