Internas, facturas y desidia, las razones de por qué Mar del Plata está inundada de basura

13 de Diciembre de 2017 22:15

Luego de anunciar que el conflicto que generó que durante cuatro días no se recogiera la basura en Mar del Plata se había solucionado, el intendente Carlos Arroyo enfrentó este miércoles a los medios y habló. Arrojó pocas precisiones y una sensación: el conflicto sigue.

¿La falta de tres policías por turno puede desencadenar semejante situación? Claro que no. Detrás de ese argumento existe una historia de internas y pases de factura que explican más acabadamente por qué Mar del Plata terminó repleta de basura y, especialmente, por qué en cualquier momento puede volver a estarlo. Mientras se cruzan todos estos intereses, el problema de fondo persiste: muchas familias en Mar del Plata tienen que revolver la basura para comer.

El conflicto de la basura no es nuevo. Hace algunos meses, ya se vivió bajo el mismo círculo vicioso. Los llamados recicladores informales (un eufemismo para que parezca más amigable el modo de vivir de la gente que rescata lo que puede de los desperdicios) protestan porque el playón donde se arroja la basura que ellos revuelven no está en condiciones. Los trabajadores denuncian que sin seguridad no pueden descargar la basura porque los agreden. La ciudad se llena de basura.

Aquella vez, Arroyo intentó correr por la fuerza  el corte que se generó en el acceso al predio de basura, pero la justicia rechazó el planteo. Tras varios días, el presidente del Emsur, Eduardo Leitao, acordó una serie de mejoras en los playones de descarga, más algunas cuestiones básicas para la gente que estaba allí (agua, baño, etc). Esas mejoras también fueron reclamadas por los trabajadores municipales que operan en el predio. En ambos casos, las promesas cayeron en saco roto.

La historia sumó en las últimas horas nuevos capítulos que permiten entender el trasfondo del problema. Además del problema social de fondo, tiene otras cuatro patas.

La empresa 9 de Julio tiene el contrato más importante con la municipalidad (cobra casi 60 millones de pesos al mes) y por estas horas no atraviesa la mejor relación con el gobierno municipal. A pocas horas de su llegada, el secretario de Hacienda Hernán Mourelle advirtió fallas en el servicio y estudió el pliego de bases y condiciones para saber qué multa correspondía.

Luego de leer en detalle le informó a un grupo de empleados del área: “Da 30 millones de pesos”. La cara de asombro fue generalizada: las multas a la empresa basurera siempre fueron irrisorias, por lo que le resultaba más conveniente  incumplir el servicio y pagarlas que respetar las reglas. Esta vez, el golpe fue directo al mentón.

La empresa Tecsan es la encargada de realizar las tareas de transporte y manejo de los residuos dentro del predio de disposición final también arrastra conflictos. Tal es así, que hoy desde diversos sectores dejaron trascender que en poco tiempo más se le vence el contrato y se buscará a otra firma para que preste ese servicio.

Desde la empresa, desde hace meses vienen con una situación conflictiva y apuntan a altas esferas nacionales. Afirman que ya hay otra firma elegida para esa tarea, con el aval de la Uocra. Desde el municipio denuncian incumplimientos y le apuntan a negociados millonarios por parte de algunos funcionarios de la gestión anterior. “Ya se va a destapar la olla”, señalaron.

Un puñado de empleados que prestan tarea en el basural son municipales. Por eso, la tercera pata es el Sindicato de Trabajadores Municipales (STM). Es, sin duda, el frente de batalla más evidente que tiene la gestión de Arroyo, luego de que no le pagara el sueldo a una veintena de dirigentes porque no iban a trabajar.  

Por eso, no llamó la atención que Camioneros, Uocra y el STM brindaran una conferencia de prensa conjunta el martes, en pleno conflicto para reclamar una solución. No cuestionaron a la policía por pedir más plata para realizar el trabajo, no cuestionaron a los recicladores porque “tienen razón, les mintieron en la cara”; le apuntaron directamente al intendente y su falta de manejo político de la situación. “Por tres policías por turno no podemos tener la ciudad repleta de basura”, bramaron.

Y ahí aparece la cuarta pata: el Ministerio de Seguridad. Hoy, el intendente le apuntó directamente a la policía por no cumplir con su tarea. "Dicen que tienen una orden de arriba de no prestar ese servicio", explicaron desde el Ejecutivo.

“La verdad que no entendemos qué es lo que pasa”, se excusaron este miércoles desde la cartera que conduce Cristian Ritondo. Y aclararon cuál es la situación de la policía. Los efectivos que daban seguridad en el predio lo hacían bajo la modalidad de horas adicionales, que tienen distintos valores, según parámetros que analiza la cartera. “Nadie está obligado a brindar ese servicio porque es un adicional, no es su trabajo”, aclararon.

En ese marco, la pregunta obligada para el jefe comunal fue por qué no enviaba efectivos de la policía local al lugar, luego de verlos durante meses vigilando el palacio municipal. “Porque hay que pagarles horas Polad y yo no estoy de acuerdo, los contribuyentes pagan sus tasas y sería como cobrarles dos veces por lo mismo”, aclaró este mediodía el jefe comunal.

Otra vez, la aclaración desde el gobierno provincial, fue contundente: “Si quieren que custodien un edificio municipal o un predio no hay problema, pero les tienen que pagar las horas adicionales”. Y otra vez desde el municipio afirman que el problema de fondo no es el dinero, sino que la Policía no quiere trabajar en el predio de basura. "Habría que preguntarle al jefe de la Departamental por qué", añadieron desde el entorno del jefe comunal. 

Aquí también hay una historia, reciente, de conflicto. Ritondo, el ministro provincial que mejor relación tenía con el intendente Arroyo, estalló cuando leyó las declaraciones de Fernando Telpuk sobre un acuerdo con la provincia para que se haga cargo del pago de combustible para patrulleros, que se había comprometido a aportar la provincia. “Después de eso, le soltó la mano”, resumen diversas fuentes consultadas.

En medio de este combo explosivo, subyace el problema de fondo que no se aborda: no existe ningún plan asistencial para las personas que revuelven basura para comer y lo hacen por fuera de la estructura formal de la Cooperativa Cura. Tampoco programas para generales nuevas oportunidades a esa población que, sin duda, está entre las de mayor vulnerabilidad en Mar del Plata.

Todo ese cóctel explotó en las últimas horas y le provoca un nuevo dolor de cabeza al intendente Arroyo que, hasta el momento, no sabe cómo resolver.