Brotes verdes entre bolsones de comida y cajas navideñas

La industria pesquera cerrará con exportaciones récords mientras en el Soip reparten alimentos no perecederos para los afiliados que peor la pasan. El langostino y el calamar no generan mano de obra y los congeladores dominan las capturas de merluza.

Sobra asistencialismo y falta trabajo en la pesca marplatense

21 de Diciembre de 2017 08:13

En el epílogo del año la industria pesquera nacional mantiene el fuerte contraste que caracterizó este 2017 signado por la sobre abundancia de langostino, la buena temporada de calamar y la inactividad casi plena en las plantas procesadoras en el puerto marplatense.

Los cifras positivas de ambas pesquerías, 220 mil toneladas del marisco es un registro fuera de toda previsión y 100 mil toneladas de illex, regaron los brotes verdes, de los pocos que puede exhibir un gobierno nacional que le baja impuestos a los sojeros y le recorta a los jubilados.

Los números de las exportaciones pesqueras hasta septiembre pasado contabilizaban 375 mil toneladas que generaron más de 1500 millones de dólares. Las cifras representan una mejora del 10% más en volumen y un 19% más en divisas en la comparación interanual con el 2016. En el último trimestre del año las exportaciones pueden acercarse a los 2 mil millones de dólares. Todo un récord.

De estos números, el langostino tiene un rol protagónico central.  Entre enero y septiembre aportó 135 mil toneladas exportadas (un 35% del total) por 888 millones de dólares, el 59% de los dólares que genera la pesca argentina.

Un tercio de las exportaciones pesqueras nacionales, que generan 6 de cada 10 dólares que ingresan al país es producto de un recurso que tiene poco valor agregado en tierra. Se lo exporta entero, congelado, desde los barcos tangoneros, o se lo reprocesa parcialmente, en bloques de entre 6 y 10 kilos.

El 10% de los desembarques de calamar deberían reprocesarse en tierra. No se cumple la normativa porque el CFP avaló un pedido de los armadores poteros que pidieron postergar dicha obligación a partir de la mala temporada del año pasado.

Hasta septiembre se exportaron 80 mil toneladas de calamar y el fenómeno se acentúa. El 60% de los productos exportados reciben poco o nada valor agregado en tierra. Con otro condimento que profundiza el problema laboral en Mar del Plata.

El langostino se captura, desembarca, reprocesa y exporta lejos de nuestro puerto. Con el calamar Mar del Plata tiene una mayor injerencia en los desembarques pero las pastillas congeladas de 20 kilos como bajan del potero se cargan en el contenedor que las lleva al exterior.

El trabajo en tierra fue el gran ausente este año en Mar del Plata. Al punto que al cierre de esta columna en el salón principal del Sindicato Obrero de la Industria del Pescado (Soip), allegados a Cristina Ledesma llenaban bolsones con alimentos no perecederos para atender situaciones de emergencia entre sus obreros registrados bajo convenio.

Aceite, arroz, picadillo, fideos, azúcar, leche en polvo, dulce de membrillo, de batata, puré de tomates, lentejas… la lista de productos de dudosa calidad que se colocan en una bolsa negra tipo consorcio y se ata con un nudo rudimentario.

En lo que va de la semana repartieron más de 400 bolsones para atender “urgencias” entre personal efectivo y de algunas cooperativas cuyos dueños lejos de poder afrontar el pago extraordinario de 5 mil pesos por fiesta que le piden desde el Sindicato, hace varias semanas que no los convocan a trabajar.

Resulta inadmisible que trabajadores bajo convenio deban ser asistidos con bolsones de comida para pasar las fiestas. Pero marca con nitidez el grado de precariedad a la que están sometidos dentro de una industria que lejos de sumar fuentes de trabajo, las expulsa sistemáticamente desde hace dos años.

Cómo hacer para devolverles dignidad a los obreros del pescado debería ser una preocupación no solo de sus dirigentes sindicales y la patronal sino también de las autoridades gubernamentales.

Está visto que no alcanza con mejorar los reintegros a las exportaciones de filet de merluza hubbsi y variado costero desembarcada por la flota fresquera. La iniciativa no movió la aguja en las calles del puerto. El que puede evita contratar personal y vende el pescado entero en muelle.

Como sucedió el año pasado, otra vez la flota congeladora marca una supremacía en los desembarques de merluza del efectivo sur, el principal de la pesquería. Al 23 de noviembre pasado apenas se había desembarcado el 72% de la captura máxima permisible por el CFP para este año.

Otra señal, por si hacía falta, que nadie asoma desesperado por ir a pescar merluza tan lejos. Y si la pescan lo hacen mayormente con los buques factoría y sus máquinas fileteadoras automáticas a bordo, menos eficaces pero también menos conflictivos y con menos faltazos que los fileteros de tierra.

Para que no se haga costumbre el reparto de una caja blanca con letras verdes que dice “Felices Fiestas”, donde la Secretaría de Desarrollo Social de la Provincia de Buenos Aires guardó un pan dulce, dos budines, 2 turrones, un mantecól, dos paquetes de garrapiñadas y una lata de ensalada de fruta, para que esa migaja no sea una figura repetida en el salón del Soip, es necesario un sinceramiento de las fuerzas laborales vinculadas a la industria.

Es imposible que haya 9 mil obreros como señalan los registros confeccionados a la hora de solicitar el subsidio, cuando entran 4 barcos fresqueros al mismo tiempo y no hay quien compre el pescado porque no hay trabajadores para procesarla.

La discusión entre la patronal y el gremio no abandona el laberinto repetido por la puja salarial que no saca a nadie de la línea de pobreza. Hoy la garantía horaria que domina los recibos de sueldo de los obreros del pescado es poco más de la mitad de los 15 mil pesos que necesita una familia tipo para no ser pobre.

Si no se corre el foco de discusión, si no discuten un convenio colectivo que tenga más que ver con esta realidad de la industria y no con la que acontecía hace 42 años atrás, los trabajadores se mantendrán lejos de los brotes verdes que muestra la pesca y será más grande la avalancha de excluidos.

Casi que la industria no tiene obreros. Son apenas pobres sobrevivientes, carentes de oportunidades y empachados de asistencialismo.