El deporte debe ser sinónimo de desarrollo, y no de gasto

Hace ya algunas semanas que el Gobierno Municipal, encabezado por el Intendente Carlos Arroyo, ha iniciado un enfrentamiento (que en principio pareciera ser económico) contra los grandes clubes de la ciudad. A través de su Secretario de Hacienda, Hernán Mourelle, se han vertido ofensivos dichos contra los dirigentes de Aldosivi, Alvarado, Peñarol y Quilmes. 

En el marco de una pretensa “cruzada económica” de saneamiento de arcas, lo que pareciera esconderse detrás de ello es una lisa y llana avanzada contra los clubes más populares de la ciudad, y en consonancia con ello, contra el deporte en general. Las sanciones y barreras a estos cuatro clubes buscan generar un efecto ejemplificador, pero, por el contrario, desnudan torpezas y una evidente falta de claridad respecto a su rol social.

Son un sinfín de hechos los que han permitido identificar a la actual conducción municipal como ajena al estímulo del deporte local. Puntualmente, encontramos el caso de los cinco polideportivos barriales, pensados éstos como espacio para el ocio y la recreación, así como también en su rol de sustento respecto de aquellos colegios públicos de las zonas aledañas que no cuentan con gimnasios propios para desarrollar este tipo de actividades. En dicho eje, la primera decisión del Intendente fue la intención de cobrar por su uso, y en segundo término, la posibilidad de alquiler para uso de instituciones; pero sin duda, el hecho más grave lo encontramos en el abandono de los polideportivos ubicados en la zona de Centenario (éste con la obra prácticamente finalizada) y Parque Camet, donde no se avizora avance alguno en un futuro inmediato. 

Otro “avance” contra la política pública de deporte local, fue la privatización de la Maratón de Mar del Plata, donde el Gobierno de Cambiemos evidencia que ya no se concibe el deporte como un derecho, sino como un bien de cambio, un negocio que pueden hacer algunos empresarios. En sintonía con ello, el edil Guillermo Volponi, quien fuera responsable del EMDER (donde prometió la finalización de los polideportivos para finales del 2016), intentó con un proyecto de Ordenanza cobrarle a quienes hacen deporte en la costa marplatense, entre tantas otras situaciones dignas de mención (y de repudio). El Intendente Arroyo les propone a los clubes “compartir gastos”, como si fuera un mero acuerdo empresarial, y no como lo que es, la gestión del deporte local que convoca a decenas de miles de marplatenses y batanenses.

Desde el Socialismo, creemos que el deporte y los clubes son piezas fundamentales del  desarrollo, tanto de la niñez y de la juventud como de la tercera edad. En contraposición a esto, podemos encontrar el caso insignia de la ciudad de Rosario, donde a través de la creación de la Dirección de Clubes Municipales, se logró la normalización legal, contable e institucional de ochenta clubes de barrio, en el marco de la renovación generacional de sus dirigentes y de la modernización de los mismos.

Los clubes más populares y representativos de la ciudad se sienten excluidos de la política municipal. Creemos que el Intendente Arroyo, en lo inmediato, debería ofrecer una mesa de diálogo con todas las entidades deportivas de la ciudad, en función de resolver los graves conflictos que hemos mencionado. En el mediano plazo, el jefe comunal debería apostar al deporte como herramienta de contención e inclusión social, y dejar de observar a esta actividad como un gasto.

Si todo esto no ocurre, seremos miles quienes pagaremos el costo de la desidia de unos pocos.