Días cruciales para la pesquería del langostino

Oscar Fortunato, lobbysta de Solimeno, Moscuzza y Valastro en el Consejo Federal Pesquero impulsa la cruzada para derogar la Resolución 1113/88. La norma oficia de plan de manejo sobre el marisco desde hace 30 años. El milagro de la resucitación de permisos de pesca continúa y todos terminan en el langostino

Oscar Fortunato debería representarnos a todos desde el CFP pero… solo a sus empleadores

1 de Marzo de 2018 08:20

Mientras el “José Américo” se aproxima a las galanas costas de Mar del Plata con sus 47 metros de eslora total y el debate por la vigencia de la Resolución 1113/88 enfervoriza a lobbystas con mandato para hacerla caer, el Inidep planifica la próxima campaña de evaluación de pre reclutas que marcará el ritmo que tendrá la temporada.

En el puerto desde donde piensa operar el nuevo congelador que Moscuzza construyó a nuevo en las gradas de Armón, Vigo, salvo el Consejo de Empresas Pesqueras Argentinas (Cepa), donde el armador es socio y pata de una mesa que también sostienen Solimeno y Valastro, el resto de las cámaras de la pesca rechazan la posibilidad que el buque pueda ingresar a la pesquería.

Ese es el objetivo y la máxima obsesión de Oscar Fortunato por estos días. El exsubsecretario de Pesca bonaerense en tiempos de Felipe Solá gobernador e histórico lobbysta de Cepa, llegó a la cima: representa al presidente Mauricio Macri en el Consejo Federal Pesquero (CFP).

Aunque el caso de Cacho, como cariñosamente lo conocen a Oscar en el mundo empresarial pesquero, no termina de ajustarse al modelo de gestión Cambiemos y la designación de CEO en funciones trascendentes. Los pergaminos de Fortunato como empresario son holgadamente desastrosos.

Desde el seno del CFP Fortunato impulsa el pedido a todas las cámaras empresarias para que sugieran nuevas medidas de manejo a partir de la sobre abundancia de langostino. Es cierto que la pesquería muestra signos de extrema vitalidad: el año pasado se superaron las 220 mil toneladas desembarcadas, para el beneficio económico de todas las flotas que lo capturan, y su venta al exterior generó más de mil millones de dólares en exportaciones.

La intención de Fortunato es voltear la Resolución para que pueda entrar el buque de Moscuzza y dejar abierta la puerta para el ingreso de nuevos barcos que generarían un aumento del esfuerzo pesquero y un mayor nivel de explotación que ante similar biomasa disponible para ser pescada, reduce el tiempo de pesca. Y nadie garantiza que la cantidad de langostino para pescar siga creciendo hasta el infinito.

Las cámaras que rechazan la idea de modificar la Resolución advierten que en su articulado está el plan de manejo que requiere la pesquería. Data del año 88 y la realidad testimonia su éxito más allá que en los últimos años han ingresado algunos barcos por la ventana.

La norma establece que aquellos buques que hubieran perdido el permiso de pesca del langostino podrán dedicarse a la captura de esta especie siempre y cuando reúnan algunas características: potencia de motor principal menor de 2 mil HP; eslora total inferior a 40 metros son las principales.

En este último punto queda marginado el “José Américo” porque mide 47 metros. Aunque en el expediente que elevó a Pesca para tramitar su matrícula nacional en Prefectura haya puesto que medía 39,90 metros, entre perpendiculares y en Polinave determine la eslora de arqueo, una fórmula que puede obtenerse combinando cálculos de distinta manera, casi a pedido del armador.

Es casi seguro que el nuevo buque medirá por debajo de 40 metros de eslora de arqueo. Pero la Resolución 1113 dice “eslora total”. Si la idea de Bosch fue correrse de la polémica y dejar que Prefectura emita un dictamen esclarecedor, en la fuerza le devolverán la pelota un poco más embarrada.

La Resolución 1113 también fue incorporando medidas de manejo con el correr de los años y que involucraron a los grandes buques factorías. El artículo 2 señala que a partir del 1 de enero de 1994 los buques de más de 2600 HP perdieron su permiso nacional y/o provincial para operar sobre langostino.

Por las dudas la norma aclara cuales son esos buques. Figuran el “Alvamar”, “Arcos”, “Aracena”, “Api II”, “Api IV”, “Harengus”, “Joseph Duhamel”, “Kasuga Maru”, “Mataco”, “Rokko Maru”, “San Marcos”, “Ila” y “Mar Pionero”.

Lamentablemente la claridad con que fue redactada la norma no fue suficiente para que germinaran nuevos permisos de pesca que agregaron buques a la pesquería del langostino, cuyo origen son barcos que figuran en este listado y que, milagrosamente, resucitaron para transferir una licencia que ya no disponían.

Tampoco fue dique de contención para impedir el ingreso de exceptuados. En ese selecto grupo ya figuran el “María Eugenia” y “María Liliana”, ambos de Moscuzza con más de 50 metros de eslora. Valastro tiene al Xeitosiño y Castro Arán mandó al Bouciña. Cada uno tuvo luz verde de la autoridad de aplicación por distintas razones.

Pero los milagros no son cosa del pasado. En estos días Pedro Baldino, dueño del “Harengus”, que vendió la cuota de congelado a Valastro, negocia con Newsan para “revitalizar” el permiso de langostino de modo de poder transferírselo a un nuevo buque.

La solicitud ya ingresó al Consejo Federal Pesquero para su análisis. “No estoy muy al tanto” le dijo el armador marplatense a este cronista cuando lo consultó por la caducidad del permiso del Harengus para langostino.

Desde la Cámara de Armadores de Buques Fresqueros de Altura solicitaron la vigencia de la Resolución 1113/88. “Sus resultados son indiscutibles. La pesquería goza de buena salud”, subrayaron en una nota enviada al CFP a principios de año, en tanto recordaron su advertencia.

“Por las propias oscilaciones del recurso el sector privado debe estar capacitado para reaccionar frente al menor síntoma de disminución de las biomasas y adaptarse tanto a períodos con importantes capturas como a temporadas de drástica disminución”.

A decir verdad, pocos se adaptarían a un fracaso en el reclutamiento de juveniles. El langostino hoy acapara todas las presiones no solo porque exhibe rentabilidad sino que espanta la incertidumbre propia de la actividad: el que sale a pescar langostino sabe que volverá con la bodega llena. Pero muchos se olvidan que el recurso no es infinito…

“El 75% de la industria pesquera depende actualmente de un solo recurso que es el langostino y vemos con suma preocupación las presiones existentes para permitir el ingreso de buques a esta pesquería que violan las regulaciones vigentes y que no sólo pondrían en riesgo la sustentabilidad biológica del recurso, sino además el equilibrio y la competencia entre los distintos armadores”.

Eso señala un párrafo de la nota enviada al CFP días atrás por la Asociación de Embarcaciones de Pesca Costera, Udipa y Cafrexport. Sobre los buques que han sido exceptuados de cumplir con la 1113/88, las cámaras marplatenses solicitaron que les otorguen 2 años de plazo “improrrogable” para que adecuen sus buques, “modificándolos o reemplazándolos” por otros de menos de 40 metros y 2 mil HP.

A mediados de este mes el Inidep iniciará una nueva campaña de evaluación para conocer el estado del langostino. A partir de los problemas recurrentes de sus barcos de investigación la travesía es financiada por actores privados y se realiza a bordo del Bogavante Segundo, un tangonero de la española Iberconsa.

La historia de ese buque también es particular. Su licencia de pesca proviene del buque Antártida, el cual por su eslora no tenía langostino; sí merluza Hubbsi y Hokki. A caballito de una supuesta reducción del esfuerzo pesquero la autoridad de aplicación ha permitido transferencias como la que originó el Bogavante Segundo.

El encargado de hacer la campaña de langostino en la temporada 2018 podía pescar mil toneladas el año pasado, del récord de abundancia. De acuerdo a los partes de pesca, declaró desembarcar más de 1700 toneladas.