Los gestos de Francisco

La reunión con Lula y su postura en relación a que "las deudas no pueden ser pagadas con sacrificios insoportables" demuestran que Francisco interviene constantemente en los conflictos globales.

Francisco con Lula en la residencia de Santa Marta

18 de Febrero de 2020 15:00

No es una novedad que decir que el Papa Francisco es un líder mundial que marca posición a través de gestos y expresiones.  A lo largo de estos casi 7 años de papado, Jorge Bergoglio, condenó la venta de armas y las política antiinmigratorias en el corazón de Washington, auspició el diálogo entre Estados Unidos y Cuba, intentó acercar posiciones entre las autoridades de Israel y Palestina, recompuso la relación con la Iglesia Ortodoxa Rusa y visitó países africanos asediados por el fundamentalismo islámico en donde su vida corrió peligro, entre muchos otros acontecimiento.

Pero no se trata solo de la foto sino también de la construcción de una línea discursiva que interviene de forma constante en la discusión de la realidad internacional. En ese sentido, ponemos marcas tres puntos claves de su pensamiento.

 

Cultura del descarte

 

Este concepto fue acuñado por Francisco como una forma de crítica a las consecuencias de la crisis de financierización iniciada en 2008 y trajo fuertes consecuencias en todo el planeta. 

"El Dios dinero", como suele replicar el Papa, se enfrenta con la necesidad de implementar un modelo más justo que ponga a las personas por delante de los intereses económicos.

Francisco decidió ejercer un liderazgo de retórica rupturista que pone el eje en organismos multilaterales y foros mundiales que no logran ser parte de la solución a problemas graves como la pobreza, el desempleo o la crisis migratoria.

En otras palabras, la cultura del descarte es la manera en la que el Papa decidió denominar a los millones de excluidos en todo un mundo en donde mientras algunos reproducen dinero apretando un botón, otros trabajan 12 horas sin lograr alimentar a su familia. 

 

Guerra mundial fragmentada

 

Este es otro concepto que fue adoptado por analistas e intelectuales para describir el actual rumbo de cosas en un contexto convulsionado y con disputas feroces en cada rincón del mundo. 

La guerra en el este de Ucrania y la tensión con Rusia luego del golpe de estado de 2014, el conflicto en Siria que involucró a Rusia y Estados Unidos y lo que sucede en fronteras difíciles como la de Pakistán e India y las hipótesis de conflicto en el Mar de China, por citar algunos ejemplos a lo que podemos agregarle lo que ocurre en Venezuela con las sanciones de Estados Unidos, ejemplifican la idea de una guerra que ya no tiene características tradicionales. 

En ese marco, ante el involucramiento de los diferentes referentes globales en los conflictos, Francisco logró ser una voz disonante y con predisposición de oficiar de mediador, en muchos casos sin lograr un acercamiento entre las partes. 

El perfil comercial, teconológico y militar de las pujas internacionales hace imposible una Tercera Guerra Mundial a la vieja usanza. Esto complica todo, ya que, estamos en guerra y no nos dimos cuenta. 

 

Laudato Sí

 

La encíclica se centra en el planeta como lugar en el que viven las personas, defendiendo la naturaleza, la vida animal y las reformas energéticas 

El texto está compuesto por seis capítulos con un eje común titulado "Sobre el cuidado de la casa común" desde donde Francisco realiza una crítica al consumismo y el desarrollo irresponsable con un alegato en favor de una acción mundial rápida y unificada “para combatir la degradación ambiental y el cambio climático.

Esta postura es una de las banderas papales en esta etapa y choca con la mirada de Donald Trump respecto de cambio climático o con Jair Bolsonaro en relación al Amazonas. 

El eje medio ambiental es un tema de agenda mundial y la aparición de referentes mundiales como Trump y Bolsonaro ponen en crisis el consenso alcanzado para el acuerdo de París. La tensión entre la Unión Europea y Estados Unidos/Brasil son notorias y van en ascenso contra las derechas reaccionarias y nacionalistas que no creen en los acuerdos globales. En esta pelea, Francisco sabe donde ubicarse. 

 

Los gestos

 

Su interés por remarcar los flagelos de la concentración de la riqueza en la situación de pobreza y desocupación en el planeta hacen que Francisco sea una referencia para las fuerzas progresistas de América Latina y el mundo.

Por eso, los gestos de Francisco en diferentes momentos contribuyen con esa empatía generada por quienes cuestionan lógicas hegemónicas, pero en estas últimas dos semanas se cristalizaron con fuerza. 

En primer lugar, con la organización de un seminario llamado "Nuevas formas de fraternidad solidaria de inclusión, integración e innovación (I+I+I)" organizado por la Pontificia Academia de Ciencias Sociales del Vaticano y sirvió de excusa para juntar al ministro de Economía, Martín Guzmán, y la directora del Fondo Monetario Internacional (FMI) Kristalina Georgieva en plena negociación  de la deuda externa entre el gobierno argentino y el organismo financiero. 

En lo que podemos suponer que fue una avivada protocolar, la organización del evento sentó a Martín y Kristalina juntos como para lograr que la buena relación comenzada en la cena de más de tres horas realizada la noche anterior en Roma. 

Además, la línea del discurso del discurso de apertura fue claro y dirigido a instar a la comunidad internacional a "encontrar modalidades de reducción, dilación o extinción de la deuda, compatibles con el derecho fundamental de los pueblos a la subsistencia y el progreso" y aseguró que las deudas no pueden ser pagadas con "sacrificios insoportables". 

El segundo gesto importante de la semana fue la decisión de recibir al expresidente de Brasil, Luiz Inacio Lula Da Silva, en la residencia de Santa Marta en el primer viaje al exterior luego de su liberación.  Decidir recibir a Lula es recibir a un ex preso político y al principal referente opositor al gobierno de Jair Bolsonaro. 

El contexto del encuentro se produce luego de una carta enviada en mayo de 2019 por Francisco cuando Lula estaba detenido en Curtiba y algunos días después de la publicación del Sumo Pontífice en sus redes sobre el Amazonas a la que consideró que "es de todos". Estos dichos no son casuales sino que en respuesta al impulso del gobierno de Brasil de una ley que busca permitir políticas extractivas en tierras indígenas del Amazonas. Eso, para Francisco es "injusto y criminal". 

Por otro lado, el Lawfare denunciado por Cristina Fernández de Kirchner, Lula y Rafael Correa, también forma parte de los conceptos del Para a la que calificó de "nueva forma de intervención exógena en los escenarios políticos" y consideró que "pone en serio riesgo las democracias de nuestros países, es utilizado para minar los procesos políticos emergentes y viola sistemáticamente los derechos sociales". 

Como vemos, en una geopolítica cargada de intensidad, Francisco juega su partido para consolidarse como líder global. No se trata de renegar por su condición de Papa o esperar más de lo que el jefe de la Iglesia, con los claroscuros existentes,  pueda dar para considerar o no sus opiniones sino de leer sus mensajes y gestos que, por más suaves que parezcan, terminan incomodando.