Los desafíos del Frente Amplio luego de las elecciones departamentales

El Frente Amplio mantuvo Montevideo y Canelones. ¿Por qué el saldo es positivo a pesar de haber perdido tres intendencias?

28 de Septiembre de 2020 17:41

El Frente Amplio de Uruguay logró mantener dos importantes bastiones que le sirve de trampolín para encarar una renovación en la construcción política nacional con miras a recupera el gobierno en 2024. Si bien el ganador de la elección fue el Partido Nacional que aumentó en cantidad su poder territorial con 15 departamentos, el Frente Amplio ganó con contundencia en Montevideo y Canelones, dos ciudades que concentran el 55 por ciento de la población. 

Los escollos con los que se tenía que enfrentar no eran pocos: un gobierno que recién comienza y goza de una luna miel con la ciudadanía y un proceso de transición interna permita vislumbrar nuevos liderazgos. 

Sobre lo primero hay que destacar que una encuesta realizada por Equipos Consultores al cumplirse 100 días de la nueva gestión indicó que un 63% de los uruguayos aprueban el trabajo del gobierno contra un 18% que lo desaprueba. Además, un 17% tiene opiniones intermedias y un 2% no manifestó opinión.

“Las visiones sobre el trabajo del presidente reciben un apoyo casi monolítico dentro de los votantes de la coalición multicolor, casi 9 de cada diez, y opiniones divididas entre los votantes del Frente Amplio, aunque la desaprobación es minoría. En la coalición un 89% lo aprueba y en el Frente Amplio un 35% lo aprueba, un 36% lo desaprueba y un 27% tiene opiniones intermedias” dijo Equipos.

A pesar que la coyuntura, Luis Lacalle Pou ha podido sobrellevar la pandemia, entre otras cosas, por una herencia positiva que le dejó el gobierno anterior basada en crecimiento económico sostenido y un sistema de salud fortalecido. 

Pero volvamos al Frente Amplio. Asumir el rol de oposición no es facil para los proyectos que han estado tanto tiempo en el gobierno, mucho más si la derrota es por tan poco margen. Por eso, el domingo fue una prueba para demostrar que es posible pensar un retorno en 2024 y  encarar un necesario recambio. 

El saldo positivo está relacionado, por un lado,  con la permanencia de una capilaridad que pone al FA en un lugar de absoluta competitividad y, por el otro, con el surgimiento de dos referentes que pueden ser parte de la discusión nacional: Carolina Cosse y Yamandú Orsi. La intendente electa por más del 50 por ciento de los votos  fue pre-candidata en las elecciones presidenciales del año pasado y funcionaria del gobierno de Tabaré Vazquez mientras que el Orsi logró la reelección en Canelones y fue jefe de campaña de Daniel Martínez en la segunda vuelta electoral.

Cosse y Orsi son los mejores posicionados para empezar a reemplazar a los viejos liderazgos de Tabaré Vazquez, José Mujica y Daniel Astori. En febrero de 2021 se cumplen 50 años de la fundación del frente y algunos meses después se realizará una convención nacional en donde se buscará clarificar este proceso que, como toda transición, no estará exenta de tensiones. 

El Frente Amplio ha logrado lo que no muchos espacios progresistas latinoamericanos pudieron: mantener niveles altos de institucionalidad luego de perder el gobierno. En Brasil, por citar un ejemplo, la salida del Partido de los Trabajadores del poder vino acompañado de una debacle electoral en los comicios municipales de 2016. En noviembre se realizará las nuevas elecciones locales y el PT llega sin gobernar ninguna ciudad de mas de 100.000 habitantes y con muy pocas chances de obtener algunas de las capitales estaduales. 

En Uruguay hay otro valor agregado, el sistema político goza de buena salud y, por más que aparecieron algunos espacios nuevos como Cabildo Abierto o el Partido de la Gente, no hay demasiado lugar para paracaidistas de la política y, al menos por ahora, la población vota por identificación partidaria. Eso, en los tiempos que corren, es un enorme capital. 

Otra conclusión que nos dejó el proceso electoral fue la marcada división entre interior y zona metropolitana. El Partido Nacional se hizo fuerte en Departamentos con tradición agropecuaria y logró arrebatarle tres intendencias al Frente Amplio.

Esta fractura tiene varios motivos pero un punto de inflexión claro que se remonta al conflicto de 2018 del gobierno de Tabaré con productores agropecuarios que incluyó tractorazos y cortes de ruta. El desafío es entonces diseñar una estrategia capaz de seducir a estos sectores que hoy están comprometidos con el nuevo gobierno. 

El gobierno multicolor parece impenetrable debido a una enorme coraza mediática que trasciende las fronteras de Uruguay pero el presidente sabe que su suerte esta atada a la solidez de una coalición muy heterogénea. Como buen surfista, Lacalle Pou tendrá que hacer equilibrio entre el liberalismo económico, el conservadorismo popular y el nacionalismo reaccionario y esperar respuestas sociales a un modelo económico que todavía no puso en marcha por la pandemia. La Ley de Urgente Consideración es un primera muestra de un perfil  de país que apunta a la securitización, la austeridad y la represión de las protestas sociales. 

Las autocríticas son duras pero necesarias y si hay algo que el Frente Amplio debe llevar a cabo es fortalecer la vida interna y comenzar una transición que lo potencien para los desafíos futuros. 

Como ocurre con otros espacios progresistas latinoamericanos, el Frente Amplio tiene que romper el síndrome de techo bajo, impedir que su propuesta represente solo a las clases medias urbanas y profesionales y trabajar para que la base popular rural y los sectores productivos que apoyan al Partido Nacional vuelvan a verse identificado con el frenteamplismo.