El drama de María: denunció que fue violada por su padre hasta los 11 años pero para la Justicia el delito prescribió

La víctima, de 35 años, pudo romper el silencio en enero y contó los vejámenes que sufrió además por parte de su abuelo y un tío paterno. Si bien hizo la denuncia, la causa fue archivada porque los hechos ocurrieron hace más de 12 años y para la Justicia están prescriptos. “Una no denuncia cuando quiere, sino cuando puede”, dice.  

Recién a principio de este año María pudo contar los abusos que sufrió durante toda su infancia y ahora busca justicia.

16 de Marzo de 2021 17:15

Durante más de dos décadas, María Tobio guardó un secreto: entre los 3 y los 11 años fue violada por su padre, su abuelo y su tío. En todo este tiempo, la mujer que hoy tiene 35, bloqueó en su cabeza los abusos y situaciones de violencia a los que había sido sometida porque, desde chica, su progenitor, un expolicía bonaerense, amenazaba con matarla si contaba lo que ocurría. Paradójicamente, ese miedo la llevó, a fines de enero pasado, a denunciar los abusos sistemáticos de los que había resultado víctima. “No podía vivir más pensando que mi violador podría aparecer en cualquier momento y matarme para que no hablara”, dice. Sin embargo, para María, poco y nada cambió desde entonces. Al contrario: la causa que se inició a partir de su denuncia fue archivada porque los hechos sucedieron hace más de 12 años y para la Justicia esos delitos ya prescribieron. Ahora, el temor de que su padre ahora la busque para tomar represalias la mantiene en vilo y por eso dio a conocer su caso a través de las redes sociales para, al menos, lograr una condena social. 

María cree que las violaciones comenzaron cuando ella tenía apenas 3 años -“desde que tengo memoria”, explica-, y recuerda que terminaron a comienzos de 1997, época en la que el acusado, Juan Carlos Tobio, abandonó la casa que compartía la familia en el barrio Las Heras para irse a vivir solo a Buenos Aires. No volvió a aparecer hasta que ella cumplió 14. Eso sí lo tiene bien presente porque, asegura, a partir de ese momento de nuevo empezó a tener “la sensación de estar las 24 horas vigilada para que no hable”.

Tobio es la segunda de tres hermanos que también fueron víctimas de la violencia que ejercía su padre y de la que tampoco estaba exenta su mamá. “Vivíamos con el diablo, él disfrutaba sometiéndonos”, asegura. Las palizas y los castigos desmedidos estaban a la orden del día: “Nos hacía quedar afuera en ropa interior hasta que se cansaba y abría la puerta. O nos obligaba a arrodillarnos sobre maíz y después nos hacía leer la Biblia”, relata la mujer, madre soltera de dos nenas de 17 y 5 años y estudiante de Derecho. Sin embargo, hasta donde sabe, sólo ella fue víctima de violación. “Muchas veces vi casi morir a mi mamá; yo, estoy muerta en vida”, define en diálogo con 0223.

Si bien nunca contó sobre el horror que sufría en su casa -“el silencio era protección”, describe-, en el gabinete pedagógico de la escuela tenían sospechas de que María algo ocultaba. Sin embargo, sin la autorización de los padres, los profesionales no pudieron seguir indagando y las conjeturas no fueron más que eso. La mujer dice que tenía 10 años cuando enfrentó por única vez a su abusador: “Le dije que se consiguiera una novia para hacerle esas cosas, que a mi no me gustaba y me dolía. Antes, siempre trataba de aguantar porque si lloraba, era peor”. No sólo Juan Carlos Tobio abusaba de ella, también lo hacían su abuelo (Fidel) y tío (Guillermo) paternos.  

Apenas unos días antes de radicar la denuncia en la Comisaría de la Mujer de Mar del Plata, María les reveló todo a su mamá y a hermanos. “Me preguntan por qué no dije antes lo que me pasaba, pero las víctimas hablamos cuando podemos, no cuando queremos”, subraya. A ella, comprender y afrontar las aberraciones a las que había sido sometida durante toda la infancia le llevó más de la mitad de su vida. “Tuve que juntar fuerzas, sacar valentía de todos lados para hacer la denuncia porque desde siempre tuve en claro que él podía matarnos a cualquiera de nosotros”, dice. Mientras tanto, reconoce, “hacíamos de cuenta que no pasaba nada; aunque con cierta distancia, tratábamos de mostrar que éramos una familia normal”. Otra cosa que le ayudó a María a tomar la decisión fue la posibilidad de que su padre también hubiese abusado de otras personas. 

María desconoce el paradero de su padre desde febrero, fecha que coincide con la denuncia que hizo en su contra y que quedó archivada poco después porque los hechos relatados ocurrieron hace más de 12 años y para la Justicia penal ya están prescriptos. “Hablé ahora porque me llevó todo este tiempo poder afrontarlo. Me animé a hablar y siento que me cerraron las puertas; los delitos sexuales no deben prescribir”, lamenta.