La palabra define todo lo que somos, sostiene Sebastián Chilano

Sebastián Chilano ganó el segundo premio del concurso Fondo Nacional de las Artes en la categoría No ficción. Su ensayo sobre el mar nos posibilitó un interesante encuentro donde se habló de muchos temas, pero, sobre todo, de literatura.

22 de Agosto de 2021 08:30

La novedad llegó un domingo por la mañana. Un llamado telefónico -que casi termina en descarte y bloqueo por pensar que era una venta telefónica- le anunció a Sebastián Chilano que era el ganador del segundo premio del Fondo Nacional de las Artes en la categoría no ficción.

El concurso tenía cuatro categorías y él envió material para participar en tres de ellas: cuento, novela y no ficción. “Si tenía esperanza en alguna, era en la de cuento” dice Chilano manifestando aún su alegría por eso que no esperaba.

-¿Qué es un premio literario?

- Podría decir que es una validación. Creo que escribir necesita de una constante validación. No sé si en algún punto algunos escritores llegan a una instancia donde dicen: ‘Ya está, no necesito que me validen. Yo conozco mi obra y sé lo que puedo dar’. Yo no estoy en ese punto. Yo estoy en uno donde la validación me es muy importante y esto es como una validación. No son mis amigos que leyeron una novela que publiqué y les gustó. Es gente ajena que reconoció mi obra.

- ¿Y qué parámetros valida?

- El premio literario es algo azaroso también. Primero es algo que es difícil de manejar. En mi experiencia como participante de concursos puedo decir que en todo aquello que pensé que tenía alguna chance, no la tuvo. Y todo lo que mandé creyendo con pocas chances es lo que anduvo bien. Entonces, algo antes que la validación hay que aceptar que hay algo de azar también. Un concurso donde se presentan 1400 novelas vos sabés que el pre-jurado va a dividirse y leer de a cien, entonces tiene que haber algo de azar para que justo a esa persona le guste lo que vos hacés,  lo enganche y llegue a una final.

Entonces, según el autor de Los preparados (Obloshka2020), luego del azar, y más allá de la publicación o el premio monetario, está más la validación de lo que uno hace en ese escribir constante. “Es como un espaldarazo en un camino que es bastante solitario. Si hago una estadística debo ir 80 a 20. Son más los perdidos, pero con el tiempo lo naturalizas, por supuesto” agrega.

-Recuerdo nuestro primer encuentro, hace ya varios años, donde me decías que no leías ni ensayo ni poesía. ¿Qué quedó de aquel lector que era Chilano?

- Era joven y era más impetuoso. Me arrepiento de haber dicho que no leía poesía, porque algo leía, pero no lograba entender bien qué era y qué era lo que tenía que leer. Al ensayo yo lo relacionaba con el estudio, con mi profesión. Era una instancia a la que no había llegado aún. Llegué con el tiempo, o tratando de leer un poco de filosofía, donde es inevitable para poder entender algo.

-Pero hoy hay algo de poesía o ensayo en tus textos…

- Yo no sé si hay tanto de poesía o de ensayo en lo que escribo. Me parece que hay un denominador común con lo que a mí me gusta leer, o como a mí me gusta leer. También con cómo trato de escribir, que es respetando al máximo el lenguaje, las palabras. Que cada palabra en todas las oraciones tengan su razón de ser y me parece que ese detalle hace que la prosa de la narrativa sea más histórica, con más impacto. Sabés que siempre nombro a Quignard porque esa forma de escribir, donde él sí mezcla el ensayo y la narrativa, me empuja a hacer algo así con lo mío.

- Respetando al máximo cada palabra decís, entonces ¿qué valor le das a la palabra?

- Para mí lo es todo. Nos define como especie una sola palabra. Y en el uso cotidiano también: si algo no está redactado como debe estar, el que lo recibe lo interpreta como quiere. Y eso tiene que llevarte a ser muy cuidadoso. La palabra define todo lo que somos. Por eso las entrevistas como estas me descolocan, porque yo soy escritor y necesito tiempo. Pensar y repensar lo que estoy por poner. Y ver si es lo que quiero decir, porque no estoy muy seguro y una palabra cambiada de lugar puede llevar eso a cualquier lado.

Chilano asegura que “el camino del escritor se hace sentado”, es decir, escribiendo. Pero agrega también que  se hace “Escribiendo y leyendo”. “No considero que sean dos actos separados y más en este último tiempo. Cuando yo leo un libro de otra persona, también estoy escribiendo: voy diciendo: ‘yo iría por acá; qué bueno es esto; se parece a tal cosa; ah, mirá que frase puso’. Estoy escribiendo mi propia versión de lo que el autor hizo. No sé cuánto de don hay…

-De don o de inspiración y todo eso que circula románticamente alrededor de la imagen de escritor. La mayoría padece el acto creativo. Son más las perdidas que las ganadas, no te sentás de una y sale La divina comedia

- La Divina comedia la escribe uno, El Quijote lo escribe uno. Son pocos los autores que hacen eso y por eso se vuelven inigualables, porque lograron algo que otros escritores no van a lograr. Esto es asumir sentarte y tomarlo como lo que es, saber acomodar palabras, y que esas palabras tengan sentido, forma, música y lleven a un lugar al lector.

- Entonces ¿qué o quién te empuja a la hora de sentarte a escribir?

- En la elaboración del texto, en la escritura, hay algo mágico. Hay un momento y yo creo que uno escribe por ese momento. Hay un determinado momento en la escritura que me sucede,  que nunca me sucedió en ninguna otra instancia, que es un momento realmente hermoso. Que es ese momento donde decís: ‘¿cómo llegue hasta acá? ¿Quiénes son estos personaje que logré escribir? ¿Cómo se resolvió esto que cuando empecé no tenía nada más que algunos datos y termina siendo algo que me gusta mucho?’ Y repetir esa experiencia es lo que me motiva a escribir…revivir esa sensación.

- Contame ¿qué escritor o escritora te emociona desde siempre y por qué?

- Me gusta mucho Marguerite Duras. Siempre ha sido una autora que la leo y salgo golpeado, salgo mal. Incluso hay libros que los tengo que abandonar. Es una lectura que nunca me resultó indiferente. Salgo cambiado siempre que la leo. Por ahí Amélie Nothomb también en esa línea, aunque a veces no es para tanto…

- Por ahí se nota más la marca de época con  Nothomb y por eso no es tan así como con Duras…

- Claro, sí, seguro es más marca de época. Quizás lo de Duras sea marca de su época también.

- Decís que lo dejás porque te duele demasiado, porque salís cambiado. Si a uno llega a dolerle, ¿para qué sirve entonces la literatura? ¿Para conocerse mejor como especie, como individuo? ¿solo para entretener?

- Para perder el tiempo. Para que el tiempo pase más rápido, porque si nos damos cuenta de todo es larguísima la vida y todas las etapas están muy marcadas y es todo igual. Entonces hay que buscar algo para ocupar el tiempo en algo y tenerlo ahí en ese tiempo que está muerto.

El segundo premio que obtuvo Chilano del Fondo Nacional de las Artes fue en la categoría No ficción con un ensayo sobre el mar.

-¿El mar es una buena excusa para hablar de qué?

- De todo y de la orilla. El mar, en cierto punto, para aquellos que no estamos tanto dentro del mar, hablamos de su orilla, a sus espaldas y de pensar en ir hacia él.  Y con todo eso sirve para hablar de los seres humanos, de todos y de la infancia. El mar es tan caprichoso que me hace pensar todo el tiempo en la infancia.

- ¿Y ese atractivo por el mar lo vivís desde que eras chico solo viéndolo? ¿Cómo es tu contacto con el mar: nadás, navegás? ¿O por no tener esa cercanía lo buscás en la literatura?

- El mar fue un lugar prohibido para mí. Spoileo un poco Los preparados:  yo tengo una tragedia familiar que sucede en un río y siempre en mi familia el agua, el río y el mar, fueron lugares donde no ir, prohibidos, peligrosos. Y la primera vez que yo me escapo de esa prohibición es leyendo Las Aventuras de Arthur Gordon Pym,  de Edgard Allan Poe, uno de mis libros favoritos desde siempre. Ese fue mi primer escape hacia el mar. Esa lectura fue muy fuerte  y yo pensé que cuando las prohibiciones cayeran iba a tener una relación buena con el mar.

-Alguna vez hablamos sobre que somos seres diurnos, no nocturnos. De noche aparecen los miedos, las impotencias, las debilidades, los dolores, lo más bestial de nosotros. La pregunta es esta, en la línea del mar: ¿somos de agua o de tierra? Y, sobre todo, pensando de dónde venimos como especie, cómo estamos hechos en un 70 por ciento de agua…

- Claro, somos de agua. No solo por cómo estamos hechos sino de dónde venimos. Quiero decir, salimos de un útero, placenta, donde estamos dentro del agua. Somos seres de agua, venimos de eso. Antes de nacer, y acá le estamos robando a Quignard, él va mucho hacia eso, nosotros estamos sumergidos, venimos de un mar propio que se rompe cuando nacemos.

La charla puede seguir mucho más. Entre preguntas y respuestas los temas se suceden, pero todos cruzados siempre por los libros, por lecturas y relecturas.  El ritmo es sentido y otra realidad aparece. Entonces uno podría preguntar, ¿qué es la realidad? Y yo respondería  que hoy la realidad es este premio obtenido por Sebastián Chilano. Un premio a su obra, al trabajo y al respeto por las palabras, pero también a sus lecturas. Las que lo trajeron hasta acá, las que lo siguen alimentando y provocando a escribir más. Mientras tanto, nosotros, los lectores, agradecidos.