Juan Rodó y ese acto heroico de Drácula

Más de treinta años lleva el musical de Drácula en escena. Ángel Mahler y Pepe Cibrián Campoy apostaron por él y el público respondió. Llegó su despedida y Juan Rodó, el mismísimo Conde Drácula, cuenta cómo lo vive.

Juan Rodó se pone en la piel del Conde Drácula desde hace 30 años

17 de Enero de 2023 08:17

Drácula, el musical se estrenó en 1991 en el estadio Luna Park. Más de treinta años después, y con más de dos millones de personas que la han visto, transita su despedida.

Es difícil encontrar explicaciones al fenómeno que se generó alrededor del musical en todo el país. Fenómeno que toma auge desde el año anterior, debido a que “hasta lo inmortal muere alguna vez”.

Varias cuestiones hacen que este anuncio de despedida se sienta realmente como un final: los treinta años desde su estreno en el Luna Park; la vuelta a reunirse de sus autores, Pepe Cibrián Campoy y Ángel Mahler, luego de un tiempo distanciados; el regreso de muchas de las figuras que representaron
aquellas primeras funciones para esta puesta, entre otros. Todo indicaba algo excepcional, todo encaminaba a un punto incierto.

Pero la despedida se presentó. “Yo confío en que el tiempo cura todo, en que los momentos cambian, las épocas cambian y que a Drácula, está probado, el público la quiere, es de ellos y que cuando hay ese empuje de parte del público, difícil es decir que no. Yo creo que esta temporada se gesta por las
ganas y el empuje del público” sostiene Juan Rodó, quien interpreta al Conde Drácula desde el primer momento.

El Drácula del musical es un Conde mucho más humanizado

La sala está vacía, en realidad solo algunos técnicos y algo de personal preparan todo para la primera función de la semana. Nos acomodamos en filas diferentes y mientras se suceden las pruebas de luces y se prepara algo de la escenografía, Juan Rodó se muestra cómodo en ese ambiente.

-¿Qué pasa ahí arriba durante estas últimas funciones?

- A veces, durante la función, más allá de cantar, de actuar y de hacer todo lo que hago, pienso: ¿En qué momento el público cae rendido ante la emoción o lo golpea? ¿En qué momento de todo lo que yo canto y digo se genera un clic en ese público? Yo soy muy subjetivo, sé la obra, qué ocurre y cuándo.
Entonces pienso en eso: ¿Qué le pasa a la gente con esto que hago desde arriba? Durante esta temporada viene mucha gente que repite, pero también hay muchos nuevos, muchos que es la primera vez que vienen a ver Drácula. Nuevas generaciones, gente que se ha olvidado, gente que nunca pudo
venir porque se les pasaban las fechas. Yo creo que ahora estamos en mitad y mitad durante cada función. Entonces, hago la función para gente que nunca la vio en treinta años y uno se da cuenta de eso en los aplausos. Y ahí me digo entonces, “Qué maravilla conquistar un público por primera vez”. Es
decir, que yo estoy sembrando el mismo fenómeno desde hace treinta años. ¿Generará lo mismo? Sí, lo hace. Yo me doy cuenta porque la gente me espera a la salida y me dice cosas muy similares, sobre el impacto que les generó, que hace treinta años. Uno sigue creando esto, no se acaba.

El porqué del fenómeno Drácula el musical es difícil de especificar. Generó fanáticos inmediatamente, los sigue generando aún hoy y ninguno de los musicales que vinieron después pudo alcanzarlo en reconocimiento. Cualquiera de sus partes dice que responde, en realidad, al todo del equipo. Nada fue
cambiado a lo largo de los treinta años: ni el libro, ni el propio Drácula, ni la música. Cada una de sus partes hace ese “todo” cargado de genialidad. “Yo soy uno de los instrumentos que funciona desde hace más de treinta años y que no ha cambiado, es decir que algo tengo que ver con eso, yo con mi voz y mi
actuación. Drácula tiene gran parte que ver con lo que yo digo y lo que hago. También con el libro, con la música, con el despliegue escénico, con las luces, es el personaje, es la partitura, es el giro romántico, es la confluencia de todo eso. Porque, ponele que el libro sea el mismo y la música disonante, no sé si la gente se enamoraría así. Vos sacás una pieza y no funciona. Tiene que estar todo. Nada se ha tocado y eso responde, casualmente, a la idea de conservar y asegurar lo que fue” asegura Juan Rodó.

Drácula el musical generó fanáticos automáticamente y lo sigue haciendo

-Cuando salió Drácula, el libro de Bram Stoker (1897) tuvo su impacto también. Pero no solo era el texto, la historia, sino también él: su selección de las leyendas populares, su estilo, el manejo del género como nadie. Quiero llegar a preguntarte si, en el caso del musical, lográs identificar en la obra la impronta de los que la escribieron y la adaptaron. ¿Qué fue eso distinto que aportaron para que sea lo que es?

- Pepe fue fiel al libro en toda la primera parte. Recuerdo cuando yo ensayaba Drácula al principio, y leía la novela de Stoker, reconocía la secuencia muy fiel al libro: la descripción del viaje de Jonathan, la Condesa (que es un personaje que aparece al principio y después nunca más), esa primera parte
entre Mina y Lucy, creo que hasta los gitanos. Sí, hasta ese punto es fiel al libro. Después empieza a abrirse. A partir de su viaje a Londres, la historia se abre y entra más la creación de Pepe de situaciones y de escenas que no existen en la novela y ahí está lo más interesante. Yo no soy público, pero me pregunto cómo les pega esa secuencia, por ejemplo, del casamiento y el encuentro entre Mina y Drácula y lo que sigue después en la taberna, cómo les pega a los que la leyeron y a los que no.

-Aparece un Drácula mucho más humanizado ¿eso fue una decisión desde el inicio?

- Fue parte del libro todo el tiempo. La película de Coppola, que apareció un poquito después, replica el mismo romanticismo del personaje y lo de Pepe fue una decisión anterior. Esa de generar, justamente, una emoción en el personaje por una reminiscencia de un viejo amor que él sintió y que malogró porque
la mata. Ese recuerdo de aquel viejo amor que se replica en una mujer similar y que en la película también aparece. Es esa búsqueda por recuperar lo perdido.

- ¿Qué aprendiste sobre el amor y sobre la inmortalidad gracias a la puesta?

- Justamente esa apuesta que presenta Drácula sobre la renuncia a algo que en él es esencial, que es ser inmortal, por lo que ama. Es algo en la ficción, por supuesto, él decide renunciar a la inmortalidad con algo de magia y muere al fin. Renuncia a eso tan gigantesco por amor y creo que eso es lo que el
público siente más. Nosotros, los seres humanos, ¿a qué renunciamos por amor? Es un acto heroico ese y, por supuesto, hay pequeños y grandes heroísmos en nuestra vida cotidiana. A mí me gusta mucho como actor Liam Neeson y veía el otro día una película suya que se llama Honest Thief. Él es
ladrón de bancos que se roba no sé cuántos millones de dólares y los tiene guardados. La película no es genial, pero muestra cómo un tipo que robó millones de dólares y nunca lo descubrieron, se enamora y encuentra una mujer increíble para vivir su vida y como no quiere seguir con esa mancha decide
entregarse a la policía y confesar todo con tal de tener una pena reducida. Él renuncia a millones de dólares que robó por una vida con quien ama. Cuando vi eso me dije: “Es lo mismo, es sobre aquello a lo que uno renunciaría por amor”. El policía del FBI que lo agarra le dice, “Debe ser una gran mujer,
¿no?”, porque no entendía qué pasaba.

- En el caso de Drácula, ni siquiera su amor, sino alguien que él cree que es. Se parece. Cómo nos cuesta pensar que alguien pueda abandonar lo material por lo sentimental por algo abstracto, ¿no?

- Sí, es la valoración de las cosas importantes de la vida, aquello que no tienen precio. Es ver cómo pensamos las prioridades. 

Cada una de las presentaciones convoca a Juan Rodó dos horas antes de cada función para prepararse. Más allá del maquillaje y vestuario, hay una hora de trabajo sobre y con su voz. Vocalizar, buscar sonidos, disponibilidad para hacer lo que hace. Todo eso es parte de la disciplina que merece el personaje y la obra en cada una de una de sus presentaciones. Pero sobre todo, “pensar que esta es la primera vez. Hoy es la primera función, hoy es la especial a pesar de que ya hubo miles”, dice Rodó. Y agrega, “Ese es mi objetivo, hoy tiene que ser la más importante y eso requiere trabajo, inspiración y mucha disciplina. Y, sobre todo, saber que en esta obra que se juega lo vocal todo el tiempo”.

-Más allá de eso, hay dos o tres momentos de silencio en toda la obra que son muy potentes...

-¿Notaste eso? Son impactantes y sorprenden. Quiebran.

-Ese silencio previo a la pregunta sobre ¿Qué sentido tiene la inmortalidad? Desde el público se vive en forma muy particular, ¿ahí arriba es igual?

- Sí. Ese momento que mencionás es uno de los quiebres donde se detiene todo. Hay también un quiebre en el personaje. Él ahí se dice que no tiene sentido vivir eternamente si no es con ella y canta. Y ahí es el clic. Ese silencio varía según como lo voy sintiendo yo. Si va con más o menos respiración, yo dejo ahí que fluya. En ese momento hay una energía del público que se siente mucho durante todo ese instante.

El escenario ya casi está tomando su forma final. Los últimos preparativos se dan en forma más lenta, pero con más personal técnico. Se encienden algunas luces más y se prepara la gran mesa, afuera, de recuerdos y suvenires. La propuesta es la misma desde hace más de treinta años, pero es también distinta. En un rato, el conde Drácula subirá al escenario a creer nuevamente que se reencontró con su viejo amor. A dejar su inmortalidad por ella y a morir, finalmente. Sobre la vereda del teatro, el público ya espera ansioso, en fila y expectante. Se escuchan los comentarios de los que ya la vieron. El resto espera en silencio, ansioso por lo que se va a encontrar. Hace instantes, Juan Rodó, Drácula, el que va a cometer ese acto heroico de renuncia, nos anticipaba: “Yo soy consciente de que cada función tiene que ser la primera vez y esa primera vez tiene que ser creativa y, pese a la rutina que oficia de
esqueleto de la obra, tiene que haber novedad y frescura. Porque el personaje tiene que estar vivo en todo momento. Estar disponible para lo nuevo y así conquistar un público como si fuera por primera vez”.

(*) Drácula. El musical se presenta de martes a domingos a las 21:30 en el Teatro Radio City.