Cien cuyes o una novela que busca responder si se debe cobrar por un acto de amor
Cien cuyes, del peruano Gustavo Rodríguez, fue la ganadora del Premio Alfaguara de Novela 2023. Una historia tragicómica donde se refleja uno de los grandes temas de nuestro tiempo: la indiferencia a los adultos mayores y cómo estos sobrellevan esta etapa de la vida.
Una bella muerte honra toda una vida. La sentencia pertenece a Petrarca y es el epígrafe con el que Gustavo Rodríguez decidió comenzar su novela Cien cuyes (Alfaguara - 2023). Y la decisión no es casual. La historia, situada en una ciudad de Lima contemporánea, trata aquellos temas que tememos enfrentar. Pero, gracias al humor y la ternura, el autor logra que se pueda hablar sobre ellos y, en su apuesta a más, logra que nos reconozcamos en un quiénes somos o quiénes seremos con el paso del tiempo.
El hilo conductor de la historia es Eufrasia Vela. Ella se encarga de cuidar adultos mayores y, casi sin proponérselo, se convierte en quien los acompañe a realizar sus últimos deseos. Así, con sus miradas sobre el envejecimiento, escenas conmovedoras, humor y cultura popular (hay cine, música, fútbol y televisión), Rodríguez obtiene una gran combinación de nostalgia, alegría y tristeza. Pero, sobre todo, logra que pensemos en nuestra indiferencia para con los mayores por nuestro propio miedo a envejecer.
-¿Cómo logró sentir y pensar el paso del tiempo, el fin, como un anciano? ¿Fue un trabajo o salió en la pulsión de contar la historia?
-Cuando un escritor crea personajes debe hacer confluir dos ejercicios vitales: la empatía, para ponerse en los zapatos de quienes retrata; y la observación, para hacer verosímiles las descripciones de esos personajes. No sé si la empatía se aprenda, pero en mi caso el ejercicio de observar y retener sí me acompaña desde siempre. Sí me centro en la edad de los personajes de “Cien cuyes”: mi abuela materna ayudó a criarme, siempre me he llevado bien con los ancianos y, además, con los años, uno termina asistiendo a las últimas etapas de sus padres y mentores: un acumulado de vivencias que, llegado el momento, tenía que ser usado en mis ficciones.
Muchas cuestiones cruzan las páginas de la novela: desde el envejecimiento del cuerpo, el deterioro cognitivo, la muerte voluntaria o eutanasia, hasta la soledad. Quizás su condición de tragicomedia no provoque cierta incomodidad. Pero sí obtiene cierta posibilidad de empatía con las circunstancias que rodean a los protagonistas, por donde aparece la interpelación.
-¿Para usted es peor la muerte o la vejez?
-La vejez me parece mucho más problemática que la muerte. Es el lado negativo de esa máxima que te dice que el camino es más importante que la meta: si el camino viene con indignidad, ¿no sería mejor adelantar el destino? Hay envejecimientos más dignos que otros, por supuesto; pero mientras que la muerte implica un paso único, hay más probabilidades de que el proceso de llegar a ella sea más amargo que dulce, con la certeza de que así se nos hará largo. Creo que, si la naturaleza nos hubiera incorporado un interruptor para irnos cuando intuyamos que no toleraremos la vida, viviríamos ese proceso con mucho mayor consuelo.
El propio autor ha mencionado que buscó con la novela "homenajear a aquellos mayores que le enseñaron tanto”. Cien cuyes, entonces, busca rescatar toda esa experiencia que desperdiciamos a nuestro alrededor y que, de pronto, solo resignificamos cuando ya se ha perdido. El propio autor agrega: “Para mí no habría sido posible escribir esta novela diez años antes. Era necesario, por un lado, presentir que avanzaba en la línea hacia la muerte como un prejubilado y que esa preocupación me envolviera, aunque no me diera cuenta. También fue necesario ver languidecer y hasta morir a ancianos memorables en mi vida. Esto solo ha ocurrido en los últimos tiempos, pasada mi cincuentena”.
Vale mencionar el lugar que ocupa la ciudad de Lima. Acostumbrados a la ciudad que describen quizás, un Vargas Llosa o un Ribeyro, la Lima de Gustavo Rodríguez es completamente contemporánea. Además, sus cambios a lo largo del tiempo sirven como excusa para que los protagonistas revivan sus mejores momentos en ella (este recurso es compartido con lo que ven por televisión, en cada escena recrean algo de su pasado).
El recorrido por la ciudad es muy cinematográfico. Los cambios de puntos de vista y los escenarios se dan casi como a través de un montaje. Una ciudad de Lima y un barrio de Miraflores que no dejan de maravillar, tanto como los protagonistas. “Decidí colocar a Lima como centro de mis ficciones porque es el lugar que mejor conozco. Es una ciudad fascinante, ideal desde una perspectiva literaria, porque aporta contrastes y conflictos dignos de relieve. Tiene una geografía hermosa ocupada por barrios caóticos, remansos y rincones que quitan el aliento, así como desórdenes inconcebibles; además, es la Meca de uno de los países más multiculturales del planeta: aquí se han juntado migrantes del resto de mi país que conviven con influencias europeas, asiáticas y africanas. Que sea una capital gastronómica es solo la cara más visible de esa hermosa promiscuidad: un escenario seductor para escudriñar las injusticias del racismo y las grandezas de quienes sobreviven con el buen humor en la boca”, afirma Rodríguez.
Entrar en Cien cuyes lleva inmediatamente a Diario de la guerra del cerdo, de Adolfo Bioy Casares, o a Aniquilación, de Michel Houellebecq. Cien cuyes busca convertirse en una novela de conciencia, pero para eso necesita de un lector o lectora cómplice que decida enfrentarse a la propia condición humana.
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