El actor que desapareció en plena función

A Carlos Waitz lo secuestraron en el teatro La Botonera donde realizaba la función de "Israfel, obra en dos actos y dos tabernas" el 26 de enero de 1977. Sus restos fueron encontrados en una fosa común en 2010 en Avellaneda e identificados por el Equipo Argentino de Antropología Forense. Desde 2012 descansa en el cementerio de la loma de Mar del Plata.

Carlos Waitz fue secuestrado en medio de una función en el teatro La Botonera. Foto de archivo.

24 de Marzo de 2024 08:03

Buenazo, culto, alegre, compañero, amigo. Así definen a Carlos Waitz quienes tuvieron posibilidad de compartir escenario con el actor y estudiante de derecho de 21 años que el 26 de enero de 1977 fue secuestrado por un comando de tareas mientras realizaba como cada noche en el extinto Teatro la Botonera  la función de “Israfel, drama en dos actos y dos tabernas”, de Abelardo Castillo.

Estuvo en cautiverio en el Destacamento de Policía Caminera de Batán.  Sus restos aparecieron en 2010 en una fosa común junto a otros 15 en Avellaneda y desde 2012 descansan en el Cementerio de la Loma de la ciudad. A 47 años de su desaparición, Graciela Spinelli, una de sus compañeras de elenco y asistente de dirección de la obra recuerda la última función del querido artista.

"Éramos tan jóvenes"

“Con Carlos nos conocimos cuando estudiábamos teatro. Teníamos 20 años, éramos muy jóvenes”, dice en diálogo con 0223 Spinelli  al tiempo que recuerda que en 1976 junto a Juan Vitali decidieron poner en escena “Israfel, drama en dos actos y dos tabernas”, sin pensar que podía llegar a tener connotaciones políticas en el contexto que atravesaba el país en esa época.

Nacido el 15 de diciembre de 1954 en Mar del Plata, Carlos Waitz ayudaba a su familia a atender la farmacia que sus padres tenían en la zona de Playa Varese y  había decidido estudiar Derecho, en paralelo a sus estudios teatrales. Cuando ingresó a la Universidad Católica tuvo contacto con la Juventud Peronista Universitaria. “Era algo muy común entre los estudiantes en los 70. Más de la mitad eran de la Juventud Peronista, no era algo raro, Carlitos no era montonero o anarquista”, aclara Spinelli sobre el rol partidario de su colega al que define como “militante social”.


 
A mediados de 1976 comenzaron los ensayos para “Israfel” en la casa de Roberto “Tito” Kaufmann y, luego que los actores obtuvieron el visto bueno del autor de la obra formaron la cooperativa “Nuevos Actores Marplatenses”, y comenzaron a buscar sala hasta que dieron con La Botonera, ubicada entonces en Rivadavia al 3100.

El secuestro del tabernero y el show que debe continuar

El miércoles 26 de enero de 1977 todo transcurría con normalidad en Mar del Plata. Alejados de la preocupación por los más de cinco mil evacuados del litoral y de las refutaciones a la inminente sanción a las resistencias del régimen laboral, marplatenses y turistas disfrutaban de una jornada soleada que les permitía hacer playa por la mañana y luego disfrutar de las diversas opciones de nocturnidad que ofrecía la ciudad por entonces. Por la tarde, el elenco de Nuevos Actores Marplatenses se preparaba para arribar al teatro para realizar una nueva función de “Israfel” sin imaginar que sería la última que llevarían adelante con el elenco completo.

La función comenzó puntualmente a las 21 como todas las noches de enero, pero mientras finalizaba el primer acto, un grupo de tareas integrado por tres personas a bordo de un Ford Falcon verde, munidos con armas largas, ingresó al sector de bastidores del espacio y tras subir las escaleras encontraron a Carlos sentado en la pata izquierda aguardando el pie que le permita volver a escena con su entrañable tabernero. Se lo llevaron al Destacamento de Policía Caminera de Batán.

En medio de la incertidumbre reinante entre sus compañeros, decidieron “hacer un toro” y completar la función, ya que el público no había notado lo que ocurría tras el telón y no sabían qué explicación dar. “Uno de los chicos hizo el papel de Carlos, le tirábamos la letra desde la bambalina y terminamos la función”, dice Graciela mientras recuerda que la última imagen que tiene de Waitz es del actor vestido de tabernero.

Cuando terminó la función, Graciela fue hasta la comisaría a denunciar lo que había pasado, pero el oficial no quiso tomarle la denuncia. “Creeme que te estoy haciendo un favor”, le dijo. Entonces, Graciela se derrumbó.

Durante los meses que siguieron el elenco mantuvo la obra en cartel y, en paralelo intentaba contactar a Waitz llamando a la vivienda familiar, pero la respuesta que le daban era siempre la misma: “Está de viaje”. Después supieron que la casa había sido ocupada por militares que durante meses se hicieron pasar por familiares lejanos de la familia para los vecinos y respondían las llamadas e interceptaban la correspondencia que los Waitz recibían.

Un juicio y la identificación de los restos

El 25 de febrero de 2019, el secuestro,  la desaparición y el asesinato de Carlos Waitz llegó a juicio en el marco del enjuiciamiento por crímenes de lesa humanidad cometidos en la Subzona 15. Por su causa, a cargo de los letrados Mario Portela, Roberto Falcone y Alfredo Ruiz Paz  estuvo imputado Jorge Luis Toccalino, ex subjefe del Grupo de Artillería de Defensa Antiaérea (GADA 601) e intervinieron en representación del Ministerio Público Fiscal los agentes federales Nicolás Czizik, Juan Pablo Curi y la fiscal ad-hoc María Eugenia Montero.

Spinelli junto a Gustavo, Fernando y María del Rosario Waitz fueron citados a declarar como testigos y facilitaron la reconstrucción de los hechos del 26 de enero de 1977. De las declaraciones a las que tuvo acceso 0223 se desprende que en la vivienda de la zona de Playa Varese se encontraba aquella fatídica noche solo la menor de los Waitz, cuando golpeando puertas y ventanas irrumpió el primer grupo de tareas integrado por “siete u ocho personas armadas con itacas y vestidas de civil” que se identificó como “Fuerzas Conjuntas”.

A los gritos le preguntaban a la adolescente quiénes vivían allí y dónde estaban. Le dijeron que debía permanecer encerrada en un toilette y se fueron. Casi de inmediato llegó Gustavo, y minutos más tarde regresó el grupo armado, con las mismas amenazas.  “Durante dos horas nos tuvieron bajo amenazas, sin contacto con el exterior”, declaro Gustavo. Al poco tiempo llegarían Fernando junto a sus padres y el interrogatorio continuó en los mismos términos. Cuando mencionaron a Carlos y comentaron que estaba en función, de inmediato el grupo de tareas se dirigió al teatro. 

Luego que desde la boletería del teatro llamen para avisarle a la familia que Carlos había sido secuestrado, los Waitz comenzaron las gestiones para dar con el paradero del joven actor aunque los resultados fueron siempre infructuosos. El primer intento de localizar al estudiante fue mediante vínculos del padre con un coronel y un marino retirado. Luego, la madre de Carlos inició una lucha que mantuvo hasta sus últimos días de vida.

En el 2010 se comunicaron desde el Equipo Argentino de Antropología Forense (Eaaf) con la familia para avisarles que uno de los 15 cuerpos encontrados una fosa común en el Cementerio Municipal de Avellaneda coincidían en un 99,99% con el ADN que estaba registrado en la base de daos.

Entonces, la familia, los amigos y compañeros de teatro de Carlos pudieron darle cristiana sepultura. Organizaron una misa en el Instituto Peralta Ramos y llevaron los restos al cementerio de La Loma. "Fue una ceremonia sencilla y muy emotiva", recuerda Graciela, que aún afectada por el recuerdo de su compañero de elenco prefiere quedarse con la imagen del entrañable tabernero que cada noche subía a escena en el teatro La Botonera.