Juan Carrá busca en los westerns y el Martín Fierro los orígenes de la novela criminal

Mientras algunos de sus cuentos aparecen durante el mes de mayo en "La palabra precisa" y espera la aparición de su nuevo libro, Cuatro caballos negros, Juan Carrá experimenta y piensa una combinación entre el género negro y el western.

El gaucho Martín Fierro es un texto fundante que apareció en 1872

19 de Mayo de 2024 08:53

La charla con el periodista y escritor Juan Carrá podría, tranquilamente, haber surgido luego de aquella idea que Josefina Ludmer plasma en su libro El género gauchesco: aquello sobre las cadenas entrelazadas que delimitan el género gauchesco, las leyes o la ilegalidad popular y la guerra por la independencia que abre la práctica del uso del gaucho y su desmarginalización.

“El planteo a mí me interesa como una propuesta de lectura política y la idea de cómo se construye una pertenencia, una herencia, dentro de la propia literatura argentina”, comienza diciendo Juan Carrá. Se refiere a la relación que encuentra entre la novela negra y western de Estados Unidos.

“La propuesta parte, un poco, de hacer el paralelismo entre el western norteamericano y la gauchesca y el criollismo en Argentina, partiendo de la idea de que los dos son la literatura popular del siglo XIX, incluso en el formato folletín. Los dos tienen como personajes centrales a sujetos puestos en el foco, el cowboy y el gaucho, que son, básicamente, personajes simétricos, solo que en dos territorios diferentes (pensemos que el cowboy es un arriero y, en algún punto, se dedica a mover ganado). Después existen dos cosas más que se dan simultáneamente: la expansión del estado hacia el territorio desconocido, hacia el territorio virgen y sin ley. Mientras que en Estados Unidos esa expansión es hacia el oeste y se da de manera irregular a través de colonos y cowboy que van en busca de ganado y lo que terminan haciendo es disputar el territorio con los indios en un espacio donde no hay ley, donde matar o morir es la ley, es el código, acá esa avanzada la hace el ejército en la guerra de expansión y hacia el sur, pero de una manera más orgánica con lo que se conoció como la conquista del desierto”, explica.

- Y en espacios y circunstancias históricas similares el sujeto protagonista también tiene su relación…

- Claro, acá el gaucho también toma una especial relevancia en ese desplazamiento territorial. Es lo que Josefina Ludmer plantean en esa idea sobre que el gaucho es tomado como un sujeto social perteneciente al estado nación solo cuando entrega su cuerpo a la guerra. Si no, es un paria y es parte de la barbarie propuesta por la dicotomía civilización y barbarie propuesta por Sarmiento.

- ¿Y cuál es la clave que coloca la literatura para pensar todo esto?

- Bueno, en ese contexto político aparece un texto fundante de esa discusión también política, que es el Martín Fierro. El primer Fierro, marco yo con claridad cuando hablo de esto, lo marco como un sujeto perseguido por el estado por no querer ser parte de esa guerra, una guerra de un estado que no le pertenece, al contrario, lo juzga y él se vuelve fugitivo. Ahí ya se establece una primera idea del relato preliminar, hay un sujeto social perseguido por la ley que para sobrevivir delinque y ahí está Fierro. Pero también hay otro movimiento que es muy interesante en términos literarios y sirve para pensar la novela criminal, que es lo que hace Cruz. Cruz decide pasar del lado de la ley hacia el lado del delito, lo hace en un proceso de identificación. Él va a buscar con la partida a Fierro, lo encuentra y, al verlo luchar, dice: “Yo soy como él”.

- Es muy linda esa escena, él lamentándose por lo triste que es estar a la noche solo en el campo, las estrellas, hasta que el chajá grita en todo ese silencio y lo alerta y se tira al piso y escucha los pasos. Bueno, luego la pelea con la partida y el sargento Cruz pasa a defenderlo, casi como que aparece una conciencia de clase por parte de Cruz…

- Es precisamente eso, es entender que yo estoy entregando mi cuerpo a una guerra que no me pertenece. Además, pensemos ¿quién es Cruz? Un analfabeto, no es que estaba en el ejército porque es un patriota o por familia, no es un tipo de las familias patricias, es un gaucho que piensa en ese momento: “¿Por qué voy a matar a este que es como yo?” En ese pasaje se da algo que es clave en la novela criminal, que es que los códigos están por encima de la ley, sobre todo en el territorio sin estado o en el territorio donde el estado se desplaza. De alguna manera, esto se puede transpolar en la actualidad al western urbano o novela criminal, a los territorios donde el estado entra en crisis por acción u omisión, que son las villas, las cárceles o las zonas del delito,

Juan se entusiasma con la idea y la trayectoria que va desarrollando. Su nuevo libro, Cuatro caballos negros, va un poco en esa línea. Cuatro mujeres, ambientada a principio del siglo XX, que forman una banda de pistoleras y que demuestra el cruce de literaturas populares que le interesan al autor. Este, en el análisis, explica que de los tres elementos que forman la definición teórica de un género (los teóricos, los enunciativos y los temáticos), él parte de los temáticos. Y agrega, “Fierro tiene sus complejidades porque no es una novela, es un poema narrativo. Pero, en este caso, yo creo que hay un elemento temático particular que sirve como base para pensar la novela criminal, pero también hay, creo, un elemento enunciativo que tiene que ver con la idea de que Fierro está narrado por Fierro mismo. O sea, es un texto que, por primera vez le da la voz a una clase subalterna. Después podemos discutir la construcción de esa voz, que es una construcción romántica del siglo XIX, pero, en todo caso es una marca de época que se replica cuando yo escribo la voz de un pistolero que sale de la villa, por ejemplo, que está escrita desde la clase media. Solo pocos, pienso en Oyola o César González, pueden hacerlo quizás, pero también es una trampa pensar eso. Esa enunciación está hecha desde un lenguaje y una forma de la lengua pura y de un género, la novela, que es un género burgués”.

Para Juan Carrá, la novela criminal local es más heredera de Fierro o de Moreira que de Chandler

-La propuesta, entonces, iría por pensar el anclaje local o cómo se pasa del western o la gauchesca acá, a la ciudad y a la novela negra…

- Claro, como dice Mempo Giardinelli, ese western norteamericano del siglo XIX en el siglo XX hace un desplazamiento a lo urbano, incluso sin modificar casi nada, solamente el entorno, porque el cowboy se convierte en el sheriff y después será un detective y ahí nace la novela negra, el policial negro de Hammett y de Chandler. Y esa es la idea que a mí me interesa trabajar acá. Así como ellos tienen ese linaje yo creo que la novela criminal nuestra es heredera, mucho más la criminal, no hablo del policial negro, sino la criminal que es mucho más heredera de Fierro o de Moreira o de Santos Vega que de Chandler.

- ¿Y en cuanto a lo temático?

- En términos temático, el desplazamiento, la idea del fugitivo, el delincuente que está en el centro para narrar sobre un estado que lo persigue e incluso lo desplaza hacia el delito. Un estado que es responsable y ahí está la clave en la novela criminal como crítica social. Pero también podemos pensar en los lugares donde suceden esos hechos y los personajes que se ponen en juego en forma arquetípica. El gaucho y el cowboy, las prostitutas, el salón en el western y la pulpería acá, el poker y la taba, el duelo a pistolas y el duelo a cuchillo, esa idea de código en la batalla final de uno contra uno, que es algo muy de la épica del western. También tenemos el escenario, calles vacías, territorio de polvo o lo rural. Cuando ya escribí No permitas (…) ya estaba con esto en la cabeza, por eso mi primera escena es un duelo en una canchita de fútbol, sin pasto, ahí hay un juego pensando en esta idea.

-Podría decirse que es un western desplazado, en donde se ponen en juego la disputa por un territorio sin ley, pero con códigos…

- Exacto. Entonces viene la cuestión de la influencia política que esto acarrea. Yo no sé cuál es la influencia política que tuvo el western allá, pero acá, definitivamente, la gauchesca y el criollismo son textos de disputa política y debate político. Porque incluso, cuando Gutiérrez saca Moreira, lo saca para hacerlo tener un duelo con el segundo Fierro, por ejemplo. Ese segundo Fierro que ya no es perseguido por el estado, sino que ahora está adentro, asimilado y te da consejos que proponen hacerte amigo del juez.

Tanto el duelo a revólveres como el duelo a cuchillo, muestran una idea de códigos en la batalla final de uno contra uno, que es algo muy de la épica del western

Carrá cierra manifestando el resultado de la disputa literaria y política y mencionando a Borges: “Acá esa disputa se perdió. Acá el estado unitario se impuso de manera oficial y la historia que se cuenta es la de Mitre. Eso hace que vos pienses un poco esta idea sobre que Fierro entra a la literatura como canónico con Lugones, pero lo hace como desde un lugar extraño, no rescatando la actitud heroica, la actitud perseguida, sino como colocándolo en un lugar en la construcción de la patria. Por eso ahí Borges hace un aporte interesante cuando dice que si el Facundo hubiese sido el prototipo y no Fierro, la realidad sería otra. Y lo sella con ese cuento maravilloso donde muestra que Fierro tiene que morir, no importa que haya sido asimilado por el estado, este tipo tiene que morir como un bárbaro y muere a cuchillo, recuperando algo en lo que Borges fue el mejor, que es narrando los duelos a cuchillo”.

El género gauchesco y el criollismo, más allá de su origen, formado por esas dos caras, según Ludmer, del uso literario de la voz del gaucho y el uso económico y militar de sus cuerpos.