Cuarenta años narrando cuentos desde el corazón

35 abuelos conforman el Club de Abuelos Narradores que este año celebra cuatro décadas llevando historias a los niños de la ciudad. 

El Club de Abuelos narradores recorre ls jardines municipales de la ciudad

29 de Septiembre de 2024 14:44

“¡Llegaron las abuelas!” dicen emocionados en los pasillos de un jardín municipal los nenes de salita de 4. “¡Chicos tengan cuidado!” pide la seño mientras acompaña a las dos mujeres que se abren paso entre los nenes que se cuelgan de la ropa de las recién llegadas. Son las integrantes del Club de Abuelos Narradores que, una vez por mes llegan al jardín y despliegan todo su talento y dulzura para contar un cuento y, durante una hora captan la atención de los niños que, asombrados siguen cada detalle de la historia en la que hábilmente las contadoras de historias proponen.

Uno de los nenes observa que “la abuela”, como llama a Lidia Roca, la narradora más antigua del Club, no tiene un libro de cuentos en la mano. “Es que los cuentos están en mi cabeza”, le dice en secreto. El nene ríe cómplice, se sienta en el piso y espera ansioso la historia que lidia tiene para narrar.

El Club de Abuelos Narradores fue fundado por María Rosa Solsona hace cuarenta años en Mar del Plata. La entonces directora de la Secretaría de Cultura y Educación, junto a la Secretaría de Desarrollo Social de la Municipalidad de General Pueyrredon crearon el programa que desde entonces recorre los establecimientos de nivel inicial de la Comuna.

“Me preparé para este momento”, dice Lidia a 0223. La mujer es la integrante más antigua del Club de Abuelos Narradores. Llegó en 1984 sin saber de qué se trataba. “Pensaba que era ir y contar un cuento”, recuerda con una sonrisa y revela que, cuando llegó comenzó con el curso de formación de narradores que consta de brindarles a los aspirantes en el transcurso de un año una serie de herramientas que les permitan narrar un cuento sin la necesidad de contar con el texto físico.

Según explica Lidia, en su caso particular, la anotó una amiga que luego decidió no continuar en el programa. Durante el curso de formación, la mujer aprendió a pararse frente a un grupo de niños, moverse, expresarse, crear imágenes con el cuerpo y la voz e improvisar cuentos que “salen del corazón”, dice. 

La elección de los cuentos es sencilla para los integrantes del club. Los cuentos son los que “te tienen que gustar, llegar. Porque si no te gustan o no te llegan no los podes transmitir”, revela.

Actualmente, abuelos narradores cuenta con 35 integrantes de los cuales 33 son mujeres y solo dos son hombres. “Es muy importante que se acerquen los hombres, la figura del abuelo narrador es muy fuerte en los niños. Para ellos es increíble que sea un hombre el que les cuenta un cuento”, explica.

Consultada sobre las sensaciones post actividad que cierra con una canción invariablemente, Lidia explica que los niños tienen “reacciones increíbles” y los esperan cada mes porque “los cuentos son mágicos”.

Un club, un documental

Este año, el Club de Abuelos Narradores cumple cuarenta años y, como suele pasar cuando se aproxima un “aniversario redondo” la institución recib variedad de distinciones. Pero, algo que llamó la atención fue que se presentó el documental   "Había una vez hace 40 años… ", un  cortometraje stop motion que se proyectó en el Festival internacional de Cine de la Provincia de Buenos Aires y en paralelo “Somos Narradores”, que se proyectó en el festival Lobito en Mar del Plata y Tandil.

Tanto el largometraje documental como el corto animado, ambos audiovisuales realizados por Flavia Mertehikian, dan cuenta de la historia de este voluntariado que continúa desde entonces de manera ininterrumpida con la actividad solidaria de personas mayores que llevan cuentos, poesías y canciones a niños y niñas en jardines municipales y otras instituciones de la ciudad.

"Es una película realizada a pulmón, sin ninguna ayuda económica y con mucha admiración por nuestros mayores que también con gran esfuerzo realizan este programa intergeneracional que depende de Educación y es coordinado por la profesora María Victoria Padin”, sostiene Flavia Mertehikian, productora, guionista y directora de su ópera prima.

“Pese a las muchas dificultades que atravesamos durante el rodaje y la postproducción, cada uno de los participantes, desde el equipo de trabajo a los protagonistas, pasando por todas las personas que facilitaron nuestra labor, así como las autoridades de Educación y los jardines de infantes que permitieron el registro de los narradores en las aulas, hicieron realidad este documental y solo queda agradecer a cada uno”, señala Mertehikian sin dejar de recordar a Lizi Dinesen y Alicia Corsini, dos de las narradoras muy presentes en la película que lamentablemente fallecieron este año.