El pueblito brasileño que enamoró en el cine y combina playas vírgenes y patrimonio colonial

El casco histórico, reconocido por la Unesco, posee un colorido único en sus viejas casonas, calles empedradas y arquitectura del siglo XVII, que se mezcla con el paisaje de arena y palmeras.

Paraty y el encanto de sus calles empedradas, balcones coloridos y fachadas coloniales.

16 de Octubre de 2025 19:29

Por Redacción 0223

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Brasil regala a los argentinos siempre postales de playas y arenas finas. Pero si uno quiere algo más, lo encontramos a 5 horas en auto de Río de Janeiro. Paraty es una ciudad que regala a los sentidos una arquitectura histórica, rodeado de montañas y playas paradisíacas.

El pueblo fue un enclave del Brasil colonial en plena fiebre del oro en el año 1530 y se convirtió en el principal puerto exportador del preciado metal hacia Portugal. Hoy despierta admiración sus calles empedradas en el casco histórico, Patrimonio Histórico Nacional y desde 2019, Patrimonio Mixto de la Humanidad por la UNESCO.

La distinción está a simple vista, con sus balcones coloridos, que sobresalen de sus fachadas coloniales y que nos transportan al Brasil del siglo XVII y a pie o en bicicleta, uno puede recorrerlo en cuestión de minutos.

Paraty posee dos emblématicas construcciones históricas, que son visitados por todo turista: la Iglesia de Santa Rita, construida en 1722, se encuentra frente al mar y es una postal de la ciudad. Además en el mismo sitio está el Museo de Arte Sacro y y a pocos metros, la Casa de la Cultura, una casona de 1754 donde se pueden ver exposiciones, talleres y eventos.

Pero no todo es cultura en Paraty: además hay hermosas playas como Praia Vermelha, Trindade, Pontal, Jabaquara o Ponta Negra.

La frutilla del postre es darse una vuelta por el puerto y desde allí en barco, en pocos minutos, conocer algunas playas vírgenes y rodeados de selva.

Algunos de sus paradisíacos paisajes fueron cine. En la famosa saga Crepúsculo, Edward (Robert Pattinson) y Bella (Kristen Stewart) disfrutan de su luna de miel en una casa de ensueño que no es producto de imágenes creadas por CGI. 


Esta finca, en el fiordo tropical de Saco do Mamanguá, solo se puede acceder en barco y allí, por unos 2.500 euros la noche, se puede disfrutar del encanto de una playa privada con aguas cristalinas. Desde hace unos años la propiedad está envuelta en un conflicto legal, luego que un Tribunal de Brasil ordenó su demolición porque fue construida en una zona de preservación ambiental.