El día que Samid desafió al intendente en su despacho con dinero en mano para resolver un conflicto con los guardavidas

En el verano de 1990, un José Alberto Samid combativo, entonces diputado provincial, irrumpió en el despacho del intendente de Mar del Plata, Ángel Roig, en plena conferencia de prensa. A los gritos y ante la mirada de periodistas, ofreció una valija llena de dinero para solucionar el conflicto con los guardavidas. 

Samid increpó al Intendente Roig y la UCR quiso declararlo persona no grata.

5 de Octubre de 2025 09:56

Enero de 1990: calor de verano y playas colmadas. En el despacho oficial del intendente municipal de General Pueyrredón se celebraba una conferencia sobre la presentación de una denuncia judicial por un bañista que se había ahogado en la Bristol, ante la aparente falta de servicio de seguridad en la playa, cuando una puerta se abrió de golpe y la calma se rompió. José Alberto Samid, entonces diputado provincial por el Frente Justicialista de Renovación, entró vociferando, escoltado por el secretario general de los guardavidas, Carlos Alconada, y otros miembros de la organización. Aquella escena dejó una estela de reproches, fotos en los diarios y una ciudad que, desde entonces, lo recuerda como un personaje capaz de llevar la política a los extremos.

Samid llegó a la ciudad no solo con mucho temperamento, sino también con una propuesta práctica: traía dinero en mano para resolver un conflicto laboral. Su aparición fue teatral y confrontativa. Aquel 13 de enero de 1990, Samid acusó y amenazó al intendente radical Ángel Roig de insensibilidad y le ofreció una valija con plata como prueba de su intención de intervenir. Los gritos, las réplicas políticas y la irrupción de la policía transformaron ese episodio en un capítulo definitorio de su relación con Mar del Plata: una mezcla de ayuda, presión pública y espectáculo.

Los hechos en el diario La Capital local.

El diario La Capital del día siguiente reflejaba el siguiente diálogo:

—Usted es insensible a lo que reclama la comunidad, que es seguridad en las playas. Yo aquí le traje el dinero para que usted pueda solucionar la situación, y no lo ha querido recibir. Usted tendrá que responder por esto ante el pueblo, le soltó Samid al jefe comunal.

Enseguida agregó:

—Yo tengo hijos, y usted también, y le preocupan los pasos formales que tiene que seguir antes de dar soluciones. Aquí no puede haber celos políticos, lo que está en juego es la seguridad de los que visitan las playas.

Roig le respondió de inmediato:

—Usted no tiene derecho, aunque tenga fueros, de ingresar de esta forma en este despacho, cuando estoy dando un amplio informe a la prensa, incluso sobre sus gestiones.

—Si no tiene agallas para ser intendente, renuncie, que el pueblo se lo va a agradecer, insistía Samid.

Los gritos seguían, los ánimos se calentaban cada vez más, hasta que empleados del municipio y la propia Infantería tuvieron que ingresar para evitar una situación más delicada. Para entonces, Samid ya no solo discutía a los gritos con el intendente Roig, sino también con el senador radical Néstor Saggese.

Acto seguido, los guardavidas deslindaron responsabilidades y Samid llamó a otra conferencia de prensa para manifestar de dónde había salido el dinero que traía para que el municipio solucionase el conflicto con los guardavidas: lo habían puesto Renault y el frigorífico Yaguanes a cambio de que en la vestimenta de los guardavidas figurara el nombre de sus empresas. Ese gesto dejó a la vista su estilo: pragmático, con mezcla de gestión privada y presión pública, dispuesto a poner recursos, pero también a capitalizar políticamente cada intervención.

En la función veraniega de la ciudad, playas, turistas, diarios y balnearios, el escándalo no pasó desapercibido. Empleados municipales que esa mañana estaban en el palacio se asomaron, la discusión subió de tono y la prensa estampó imágenes que circularon por días. La crónica de la época lo cuenta como un choque entre gestión y activismo: Samid exigía soluciones inmediatas y usó la teatralidad para visibilizar el conflicto de los guardavidas.

Reacciones locales

La ciudad respondió con reproches institucionales: el intendente, la UCR y otros sectores denunciaron la intromisión. Incluso hubo iniciativas para declararlo persona no grata, aunque no prosperaron, a pesar de que los concejales que componían el bloque de la Unión Cívica Radical en el Concejo Deliberante querían llegar hasta las últimas consecuencias con Samid. Por otro lado, los guardavidas, protagonistas del conflicto, intentaron despegarse de la teatralidad y mantener el foco en sus demandas: mayor seguridad en las playas. Para muchos marplatenses, aquel episodio consolidó a Samid como un actor que sabía cómo sacudir la agenda local, pero también lo expuso por su manera de actuar.

Distintas escenas en la vida de Samid.

Más allá del escándalo: lo que vino después

Con el paso del tiempo llegaría su pelea con Mauro Viale, su paso por Bailando por un sueño y su detención por evasión impositiva, así como su reconciliación (¿?) con Mar del Plata.

La relación entre Samid y esta ciudad mostró matices. En 2024, su elogio más solemne llegó en forma de declaración pública en su cuenta de redes sociales: “Argentina es el mejor país del mundo y Mar del Plata su ciudad más linda”.

Samid en sus redes sociales y un mensaje para los marplatenses.

Volvió a hacerlo en 2025, el miércoles 25 de junio, cuando a través de un mensaje en la red social X manifestó: “Mar del Plata tiene una superioridad estética que no se compara con ninguna otra ciudad del mundo. Si me preguntás a mí qué es lo que la hace única, puedo estar todo el día escribiendo, pero voy a tratar de sintetizar. Una particularidad que no sé si prestaron atención es que fue pensada de manera tal que todas sus calles desemboquen en el mar”, señaló y remarcó que eso “es un distintivo. Mar del Plata es para caminarla toda, entera. Lo único que a mí me complica es que ahora me canso un poco y que me agarra tortícolis, porque en cada esquina freno y miro para los cuatro costados, porque a veces no puedo comprender tanta belleza”.

La historia de la relación entre Samid y Mar del Plata no es una sola historia: es un puñado de imágenes, la puerta que se abre de golpe, la valija de dinero sobre la mesa, la costa repleta de gente y el eco de una voz que exigía soluciones a los gritos. Todo eso, más los halagos vertidos muchos años después, dejan huellas imborrables en la memoria local.