El muelle de los Pescadores: un lugar tan mítico como sus carteles de publicidad

El Club de Pesca Mar del Plata cumplió hace poco cien años. Nació para reemplazar al viejo muelle Lavorante y se convirtió en toda una postal de la ciudad. Desde la vista que ofrece hasta los icónicos carteles de publicidad que lució y luce en su cima, el “Muelle de los pescadores” es una de las fotos obligadas para marplatenses y turistas.

Desde el 2002, y en dos etapas, Quilmes es quien se sostiene sobre el Club de Pesca hoy en día.

20 de Abril de 2025 11:30

“La impresión que produce el edificio es la de un transatlántico anclado en las puertas mismas de la rambla. La proa, es decir, la parte reservada al comedor y salón de baile, comunica mejor esa impresión de noche, cuando, a través de los cristales, los haces de luz convergen hacia la rambla y dan al club un aspecto mágico. Sin lugar a dudas, el hechizo y la elegancia de la Belle Époque habían teñido de encanto esta obra arquitectónica que perdura en el tiempo”.

Así se presentaba el  Club de Pesca Mar del Plata una obra que buscaba perdurar en el tiempo y que, más allá del objetivo impuesto al momento de su creación, logró convertirse en uno de los rostros más conocidos de la ciudad.

Cuando se pensó, la intención era clara: recuperar un espacio para los pescadores locales que se congregaban en el viejo muelle de madera conocido como Lavorante. Este primer muelle era un punto donde lugareños y visitantes se reunían para practicar la pesca, hasta que un temporal arrasó con todo: desde las tablas hasta los sueños y encuentros de los pescadores.

Registro de la tormenta que acabó con el muelle.

Fue entonces, el 25 de octubre de 1924, cuando un grupo de aficionados a la pesca decidió darse una nueva oportunidad. Crearon una comisión y así nació el Club de Pesca Mar del Plata, con la intención de fomentar el deporte y devolver a la ciudad un lugar digno para la actividad. El 29 de enero de 1925 se inauguró oficialmente y, poco después, el 5 de marzo de 1925, obtuvieron la personería jurídica que consolidó su visión.

La construcción de un nuevo muelle comenzó ese mismo año. Era una obra ambiciosa que transformaría el paisaje de Mar del Plata. Primero se instaló el muelle de pesca en el espigón ubicado frente al Club Mar del Plata. Luego se delimitó la explanada para ofrecer comodidad a los visitantes y, por último, se edificaron el restaurante y la confitería para los socios del club.

Toda la estructura tiene forma de casco de buque.

En la actualidad, la extensión del muelle es de 300 metros, aunque inicialmente se planeó de 230 metros. Pero, por la cantidad de socios que se sumaron, la comisión directiva decidió ampliarlo en dos tramos sucesivos, añadiendo 70 metros más, dividido en secciones independientes, así el muelle resistía los constantes movimientos del mar, asegurando su durabilidad.

Con una inversión inicial de 225 mil pesos y la construcción a cargo de la empresa Garbarini, Mener y Gorostiaga, el 8 de enero de 1927, el sueño se hizo realidad. Y es así que, con la presencia del presidente Marcelo Torcuato de Alvear y el intendente Rufino Inda, se inauguró el muelle.

Primero fue La Copelina.

El espacio inmediatamente se convirtió en un punto de encuentro. Los pescadores estaban conformes porque abundaban las especies, así como el “pique”, (algunos mitos aseguran que empleados del club cebaban las aguas cercanas para hacer el lugar más propicio) y los socios y turistas porque disfrutaban del paseo y la vista única desde el muelle, mostrando una perspectiva de Mar del Plata que no se veía desde ningún otro punto de la ciudad.

“El salón comedor: es la propia vista del océano, que se percibe a través de amplios y bajos ventanales. Cualquiera sea el lugar donde se coloquen los comensales, se puede dominar el panorama del mar, la rambla y la prolongación de ésta hacia la explanada”, comentaba una guía de aquella época.

Con el tiempo, el muelle acogió tanto a pescadores como a visitantes. La estructura fue adaptándose a los años y al contexto de Mar del Plata, siempre conservando su esencia.

Y si hablamos de estructura y esencia, es imposible no mencionar los icónicos carteles que acompañan al muelle desde sus inicios. Estos carteles forzaron también la necesidad de colocar columnas y puentes de soporte para reforzar las bases, dado el peso que sumaban a la estructura, pero provocaron un valor agregado a las postales de la ciudad que, en aquel momento, fueron inimaginables.

El cartel de alfajores Balcarce es del que menos registros se encuentran.

Desde la embotelladora La Copelina en los años 20 y hasta los 50, cuando se cambió por Sergi, hasta llegar a los 60, cuando Gancia ocupó el lugar central, acarrea recuerdos imborrables. En los 80 aparece una postal distinta con el cartel de alfajores Balcarce, del que menos se encuentran registros fotográficos, pero el que más se recuerda por su pegadizo jingle. Ya en estas últimas décadas, en los 90, Celusal se convirtió en protagonista hasta que, en 2001, se decidió quitar el cartel. En 2002 apareció el ahora reconocido cartel de Quilmes, que tenía vigencia hasta 2017, aunque se retiró tempranamente por una disposición municipal que buscaba preservar el paisaje costero. Este cambio se logró mediante un convenio firmado entre la comisión directiva del club y la municipalidad, cediéndoles a cambio la explotación del playón de estacionamiento frente al club.

Pero Quilmes regresó a la cima del muelle en 2019, cuando nuevamente se modificó la ordenanza de publicidad en vía pública municipal, la que permanece hasta hoy en día. Según informó 0223 previó a su encendido, “La estructura del cartel la componen dos paños de 30 metros de ancho por 12 metros de alto. El proyecto requirió una inversión de 9 millones de pesos y estuvieron involucradas más de 15 empresas locales (Insumos eléctricos, de electrónica; materiales de construcción; hierros; cortes de chapas; Ingenieros; empresas de logística; ferreterías; etc.)”.

Gancia y otra época para el muelle.

Sin embargo, más allá de cualquier anuncio, el verdadero legado del muelle reside en los recuerdos que generó: las risas, las cenas familiares, los pescadores al amanecer. Los bailes de egresados y las historias compartidas al vaivén del mar, sobre todo en estas últimas décadas, recuperados por la enorme cantidad de imágenes y recursos audiovisuales donde aparece este mítico espacio.

Así, el Muelle del Club de Pesca Mar del Plata continúa siendo un testigo silencioso de vidas y momentos que perduran en la memoria colectiva.