La historia de Antonio: una vida entera dedicada a Chapadmalal y al turismo social
A lo largo de más de cuatro décadas, Antonio Suárez ha sido testigo del paso de miles de personas que soñaban con conocer el mar. "Estos edificios no pueden contar la alegría de los chicos y jubilados", afirmó. Entre versiones de cierres y ofrecimientos de reubicación, los trabajadores de la unidad turística viven con incertidumbre y angustia por la inminente resolución que se tomará.
Por Redacción 0223
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Antonio Suárez es uno de los más de 70 trabajadores que se desempeñan en la Unidad Turística de Chapadmalal. Después de declararla "innecesaria", el Gobierno nacional licitará en los próximos el complejo para entregarlo en concesión o venderlo, lo que equivale básicamente a su cierre como históricamente se lo conoció.
Desde su creación en 1945, el complejo se transformó en un emblema del turismo social pero esta premisa dio un giro el último verano con la idea de volverlo más autosustentable y las tarifas dejaron de ser accesibles para las personas de menos recursos: subieron un 600% y la pensión completa pasó a costar $44.400. Además, de los nueve hoteles, solo dos se abrieron al público.
En declaraciones a Extra, Antonio contó que tiene 65 años y lleva 42 trabajando en la Unidad Turística de Chapadmalal. Además, explicó la importancia que tuvo este complejo para el desarrollo de la zona y concientizó sobre el impacto que tuvo la política de turismo social que permitió durante décadas brindar alojamiento a jubilados, pensionados y personas de bajos recursos para conocer el mar por primera vez.
"Nací y me crie a seis cuadras del primer hotel. Me crie con el turismo social y disfrutando esta maravillosa transculturación que se vive desde que esta política pública está en vigencia. No es solo una mega obra construida durante dos períodos de un gobierno peronista. Estos edificios no pueden contar la alegría de los chicos de orfanatos que venían con monjas o de contingentes de jubilados que venían de muy del norte, personas que a lo mejor nunca habían salido de su lugar de residencia, de sus huertas, y alguien los organizó y vinieron a conocer el mar y comprobaron que el agua era salada. Personas que comprobaban que el mar no se los llevaba apenas lo tocaban, como decían en sus comunidades, y agradecían a la Pachamama y a sus deidades por haber tenido esta oportunidad. Por eso, no es solo un simple movimiento de dinero lo que genera el turismo social", graficó.
"Los números de la Argentina tienen que dar bien, pero Argentina no está compuesta de números. Hay habitantes, gente con derecho a tener esta posibilidad de tomarse unos días de descanso. Como dijo el general Juan Pistarini, el obrero tiene que salir de su casa y pisar otras tierras de Argentina. Durante todos estos años he visto venir abuelos con sus nietos a mostrarles el complejo donde han venido de viajes de egresados en primaria", contó.
"Es muy importante lo que generó este complejo. Antes era un páramo, no había nada. Los mismos inmigrantes y criollos que estuvieron en la construcción fueron haciendo su casita en el barrio de enfrente y así se iban quedando en las temporadas. En invierno se las rebuscaban con algunas tareas agrícolas o de construcción y así se fueron formando, en una franja de tres kilómetros, los barrios Santa Isabel y San Eduardo. Esos barrios se hicieron gracias a los trabajadores y a los turistas. Los hoteles son el barrio", definió.
Incertidumbre por el futuro laboral
Ante la falta de certezas y la multiplicación de rumores, el hombre reconoció que viven estos días con mucha preocupación y angustia. "Estamos a la espera de novedades en el Boletín Oficial", afirmó.
"Hay ofrecimientos para reubicarnos por si esto deja de funcionar para brindar un servicio de mantenimiento y seguridad con los empleados. Se presentó un plan a las autoridades, pero todavía no hubo respuesta", reveló.
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