Casi cien policías, el grupo Halcón y un negociador detrás del insólito caso de una toma de rehenes que no fue

A casi 20 años de que cien policías rodearon una casa en Mar del Plata durante horas, movilizados por la presunta toma de rehenes de un joven buscado por robo. Pero el operativo, que incluyó a grupos de élite, resultó ser una farsa orquestada por la familia del sospechoso. 

Casi cien policías rodearon una casa, las calles fueron cortadas, grupos de élite se apostaron en los techos y los medios de comunicación invadieron la zona. (Imagen ilustrativa)

24 de Agosto de 2025 08:10

Aquel 6 de febrero de 2006, la mañana empezó de forma inusual para los vecinos de la calle 12 de Octubre, en Mar del Plata. Lo que comenzó como un día cualquiera se convirtió en el escenario de una película de Hollywood al mediodía: casi cien policías rodearon una casa, las calles fueron cortadas, grupos de élite se apostaron en los techos y los medios de comunicación invadieron la zona.

La premisa del operativo, denunciada temprano, era una tensa toma de rehenes. Un ladrón prófugo, su familia cautiva y dos pistolas de 9 mm en juego. Sin embargo, lo que los oficiales no sabían era que todo formaba parte de un guion, una puesta en escena cuidadosamente orquestada para que el delincuente pudiera escapar sin ser visto.

El llamado que encendió la alarma

Todo se inició con una llamada al 911. Un hombre, visiblemente alterado, denunció que su hijastro, Andrés Maldonado, de 23 años, lo había echado de la casa y se había atrincherado con su esposa, sus dos hijastras y una niña de siete años. Minutos después, el denunciante, de apellido Gabrielli, se presentó en la comisaría 16. Aseguró que Maldonado lo había amenazado con dos pistolas de 9 mm, tras una acalorada discusión.

La policía no dudó. El fiscal David Bruna activó el protocolo de crisis y un gran operativo policial. Cerca de cien efectivos de distintas comisarías, patrullas y francotiradores del Grupo Halcón se desplegaron. La vivienda de la calle 12 de Octubre al 9300 quedó completamente rodeada.

El operativo incluyó casi cien efectivos de distintas comisarías, patrullas y miembros del Grupo Halcón. (Imagen ilustrativa)

Un cerco de cuatro horas… con risas

Durante cuatro horas, los efectivos mantuvieron el cerco. Desde afuera, la tensión era palpable. El negociador del Grupo Halcón intentó, sin éxito, establecer contacto con el supuesto secuestrador. No obstante, a medida que pasaban las horas, los agentes en los techos vecinos empezaron a notar detalles extraños. "Se escuchan como risas", murmuraban. El drama no encajaba con la aparente calma que reinaba dentro de la vivienda.

Cerca de las 12:45, cuando el comando policial se preparaba para irrumpir, las tres mujeres salieron por la puerta verde de la casa. Sus rostros, desencajados por la sorpresa de ver tantos uniformados, no mostraban el terror que se esperaría. "Adentro quedó la nena", dijeron, dando la señal para el asalto final. El Grupo Halcón entró, preparado para el rescate. Encontraron a la niña a salvo, pero ni rastro de Andrés Maldonado.

¿Rehenes o cómplices?

La farsa se desmoronó de inmediato. No había violencia, no había armas y no había secuestrador. La madre y las hermanas, en lugar de mostrarse agradecidas, se sintieron ofuscadas por el trato policial. Según los investigadores, todo habría sido fingido para facilitar la fuga del joven, buscado por un robo ocurrido días antes en el barrio Parque Luro. Las mujeres afirmaron que el sospechoso se había marchado hacía horas, justo después de la discusión con su padrastro. La supuesta toma de rehenes no fue más que una distracción, un acto desesperado para ganar tiempo y permitir su escape.

En el robo de Parque Luro, tres ladrones habían intentado asaltar a una familia. Dos fueron detenidos gracias a la rápida reacción de la víctima, que logró encerrarlos en el garaje hasta la llegada de la policía. El tercero, que actuaba como "campana", escapó en un vehículo robado. Ese auto, según una denuncia anónima, era de Gabrielli y quien lo conducía coincidía con la descripción de Maldonado, su hijastro. Es así que, la discusión habría estallado cuando el padrastro descubrió la implicación del joven en el robo. Lo que siguió, según la policía, pudo haber sido parte del plan de fuga.

La anterior toma de rehenes había sido en el banco Santander durante el 2001.

El cierre de una farsa

"Todo indica que se trató de una puesta en escena", declaró el jefe distrital Guillermo Britos. "Nunca existió la toma de rehenes. Fue una estrategia para ganar tiempo y permitir que el sospechoso escapara", agregaron los jefes policiales.

La casa fue registrada de punta a punta, pero no había rastros de Maldonado. Las mujeres, lejos de colaborar, seguían enfrentando a la policía y al fiscal por el trato y aseguraron que el joven se había ido bien temprano en la mañana.

Lo único real en esta historia fue la fuga. El resto, según la policía, fue una ficción familiar que mantuvo en vilo a todo un barrio y movilizó a más de noventa efectivos. Una crónica que comenzó como un drama policial y terminó como una tragicomedia urbana.