Mar del Plata y el misterio de los cuatro cementerios perdidos
Desde su origen hasta la fecha fueron ocho los espacios destinados a honrar el eterno descanso de sus habitantes. A los conocidos parque, de la loma y el cementerio privado se suman la inicial sierra de los difuntos y tres campos santos que por diversos motivos desaparecieron dejando un sinfín de historias espectrales.
Antes de la fundación de Mar del Plata, cuando la población de la ciudad se reducía únicamente a la población originaria asentada en la zona conocida hoy como Sierra y Laguna de los Padres utilizaba una sierra un tanto alejada de las tribus para rendir homenaje a sus muertos.
La leyenda cuenta que la Sierra de los Difuntos debe su nombre al hallazgo de restos de habitantes originarios por parte de los expedicionarios españoles que llegaron a la zona. Con el paso del tiempo, estos hallazgos se convirtieron en parte de la historia oral del lugar, y el nombre se quedó grabado en la memoria colectiva para identificar a las sierras.
Según consta en “Historia de Mar del Plata” el historiador Roberto T. Barilli sostiene que la primera necrópolis de la Mar del Plata Fundacional se construyó en 1873 tras la construcción de la capilla de Santa Cecilia se dio origen al primer Camposanto, ubicado atrás de la capilla y el deceso que dio inauguración al mismo fue el de Jacinto Bravo.
La particularidad del espacio que se denominó popularmente “Cementerio del Puerto”, delimitado por las actuales calles 3 de Febrero, Córdoba y La Costa era que, únicamente aceptaba dar santa sepultura a las personas que habían sido bautizadas.
De acuerdo al texto, en 1881 se promulgó una ordenanza que generaría una importante modificación del Campo Santo. Se prohibía a los vecinos enterrar a sus seres queridos en casas particulares y se les otorgaba el plazo de tres meses para trasladar los restos al “Cementerio del Puerto”, quienes se negaban debían afrontar una multa de 500 pesos. Esto derivó en una ampliación de la necrópolis y una flexibilización en sus reglas de admisión que provocaron el colapso del lugar.
Fue entonces que, para fines de 1880 comenzó a construirse el Cementerio de la Loma, que fue inaugurado oficialmente en 1893 -aunque comenzó a utilizarse mucho antes y se lo conocía como “Cementerio General”.
Allí fueron trasladados los restos del Camposanto o Cementerio del Puerto y ese traslado dio origen a la primera historia paranormal de la ciudad ya que, sostienen que no todos los cuerpos fueron trasladados y era común encontrar restos óseos humanos cuando se realizaban excavaciones en los terrenos dispuestos para la construcción de viviendas. Uno de los espacios de la época que queda en pie y alberga un sinfín de historias de este estilo es “Villa Titito”.
De acuerdo al relato del historiador, el entonces llamado Cementerio General recibió los restos del Cementerio del Puerto y del Cementerio de Luro, ubicado en el sector comprendido por las actuales calles Dorrego, Garay, Alvarado y Funes. Según detallaba el arquitecto Cova, se trataba de un espacio propiedad de Pedro Luro y era utilizado para dar sepultura a los empleados de la estancia en caso que no sean admitidos en el primer campo santo o si no había deudos que reclamen sus restos. Dicen que en el terreno que era atravesado por el arroyo “Las Chacras” contaba con una vivienda destinada al cuidador del lugar y no hay datos precisos de hasta cuándo funcionó aunque se sabe que la vivienda del cuidador estuvo en pie hasta la década del 40.
La tercer necrópolis perdida de Mar del Plata fue conocida como Cementerio Nuevo y tuvo un fin un tanto más tétrico. Fue fundado por Pedro Olegario Luro, el impulsor del Ocean Club y Bristol Hotel, entre otros. con el fin de despejar la zona de Playa Grande de Cortejos fúnebres, en 1912. La solución fue tan polémica como práctica: donó al Municipio tierras de su chacra ubicada en las actuales calles Tres Arroyos, Alvarado, Nasser y Alberti, por entonces en las afueras de Mar del Plata.
Lo que Luro hijo no tuvo en cuenta fue que la zona era inundable y, al poco tiempo de su fundación una gran tormenta dejó al descubierto los ataúdes y las lápidas comenzaron a flotar en la superficie. y arrastrarlas a las afueras del cementerio. La situación generó tal malestar que, en 1927 el gobierno de Rufino Inda ordenó el cierre de la necrópolis y le dio un plazo a Luro de tres meses para trasladar todos los restos que descansaban en el lugar al cementerio de la loma. La necrópolis se clausuró por completo diez años más tarde, cuando las lápidas ya estaban hundidas y tapadas por pastizales.
Treinta años más tarde de la clausura del Cementerio nuevo, en 1968 se construyó el Cementerio Parque de Mar del Plata, que se convirtió en un referente de la arquitectura moderna argentina, diseñado por Horacio Baliero y Carmen Córdoba. Ubicado en un particular terreno natural al suroeste de la ciudad, el Cementerio Parque fue el resultado de un concurso convocado por la Municipalidad en 1961. En base a los planos confeccionados, dos años más tarde inició la construcción junto a la colaboración de los arquitectos Ernesto Katzenstein y Juan Manuel Borthagaray.
La década del 80 marcó para el ambiente mortuorio una apertura al ámbito privado. Así, en 1980 se inauguró frente al Cementerio Parque Municipal un emprendimiento privado con concepto de "cementerio jardín con desarrollo paisajístico". Una década más tarde, sobre la Ruta 226 se incorporó a la ciudad otro emprendimiento del mismo estilo que apostó además por innovar con la incorporación del servicio de cremación de mascotas.
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