La obra hermana de la Casa sobre el Arroyo: un proyecto de Amancio Williams que quedó en el papel

En la Mar del Plata de los años cuarenta, Amancio Williams, un visionario de la arquitectura, proyectó una obra audaz para su hermano Mario: una casa que, más allá de ser una vivienda, se concebía como una declaración de principios. 

En el terreno, dividido por un brazo del arroyo Las Chacras, Williams proyectó dos viviendas de carácter revolucionario.

20 de Septiembre de 2025 12:39

En los años cuarenta, cuando Mar del Plata se expandía aún hacia sus bordes, la familia de Amancio Williams tomó una decisión audaz: adquirir tres hectáreas en el entonces Parque Pereyra Iraola, una zona de quintas y bosques que hoy forma parte del barrio Pinos de Anchorena. En ese espacio, lo que iba a estar destinado a casas de veraneo se terminó convirtiendo en un manifiesto arquitectónico.

Amancio Williams intentó ir más allá de la reconocida Casa sobre el Arroyo, o Casa del Puente, de la que tanto se ha hablado, y proyectó otra casa destinada a su hermano Mario. Esta se ubicaría en el terreno lindero y, por supuesto, tendría sus particularidades arquitectónicas. La principal diferencia que encontró Amancio en su proyecto fue el contexto donde estaría ubicada. Mientras la casa para su padre estaba rodeada de árboles, esta segunda se ubicaría en un terreno más parecido a un parque, un claro dentro del frondoso bosque.

Dos casas, una visión

Imagen del proyecto pensado por Williams.

El terreno, dividido por un brazo del arroyo Las Chacras y cubierto por un espeso bosque de robles, ofrecía una belleza natural difícil de ignorar. Ahí, Amancio Williams proyectó dos viviendas de carácter revolucionario.

El gran protagonista era el paisaje. Este ofrecía dos emociones distintas, pero con temperamentos opuestos. Por un lado, el terreno se extendía sereno, envolviendo todo en una calma suave. Por el otro, el bosque irrumpía con fuerza: su presencia cercana era intensa, casi salvaje, imponiéndose con una energía que sacudía los sentidos.

La imagen que se desprende de los bocetos originales muestra cómo ambas casas dialogaban entre sí, formando un conjunto coherente y profundamente moderno.

Arquitectura como declaración

Amancio Williams no diseñaba solo viviendas: proyectaba principios.

La “Casa en el Parque Pereyra Iraola” (1943), como se conoció a la casa destinada a su hermano, fue concebida como una reinterpretación de la vivienda criolla con patio, pero desde una mirada moderna y local. Un prisma cuadrado con patio interior, pilotis que enmarcan la pileta y un nivel inferior que se desliza bajo el terreno. Todo pensado con precisión matemática y sensibilidad paisajística.

La zona de servicios se diferenciaba por sus materiales: piedra Mar del Plata y madera, en contraste con los muros pesados y las pequeñas aberturas. La piscina, elevada sobre columnas, parecía flotar en el aire, generando un efecto visual desconcertante y poético.

El primer piso se cerraba con una grilla de planos opacos, traslúcidos y transparentes, combinando mármol y vidrio en una composición que evitaba la ventana corrida tradicional. La cubierta, una losa cuadrada de veinte por veinte metros, reforzaba la idea de patio romano, un gran impluvium de cien metros cuadrados.

Todo en esta casa hablaba de una estética austera, casi minimalista, pero profundamente comprometida con su tiempo y lugar.

Observada desde la perspectiva histórica, la obra de Amancio Williams se revela como una exploración profundamente personal y original de la modernidad, arraigada en lo local. Esta mirada singular constituye el gran aporte de Williams: una perspectiva moderna desde lo latinoamericano.

El proyecto que no fue

Proyecto Boating Club San Isidro donde se inspiró en la pensada para su hermano.

Mario había pedido una casa “con estilo”. Amancio respondió con una carta que se convirtió en una declaración de principios: rechazo a los ornamentos, apuesta por la innovación tipológica, incorporación de nuevas tecnologías y una defensa férrea de la autonomía proyectual. No era solo arquitectura.

Buscando un funcionamiento ideal de la vivienda, llegó a una solución precisa: diseñar una planta en forma de anillo cuadrado. Desde esta estructura, buscaba generar una experiencia de orden natural, mientras que el vacío central, el patio, ordenaba todo el resto. La disposición remitía claramente a las antiguas casas romanas, que fueron, en cierta medida, el origen tipológico de la vivienda criolla.

Pero la casa nunca se construyó. Mar del Plata perdió una obra que, quizás, al permanecer en el papel, se mantuvo intacta en su perfección. A diferencia de su vecina del puente, abandonada durante años y hoy restaurada, este proyecto de Amancio Williams quedó suspendido en el tiempo.

Pasadas algunas décadas, Williams retomaría la idea en su proyecto para el Boating Club San Isidro (1969), reafirmando su convicción: cada obra debía ser una afirmación, no una concesión. En este nuevo caso, la vivienda fue proyectada para construirse de manera adyacente a uno de los canales internos del Río de la Plata. En ella retomó algunos de los temas ya propuestos para aquella casa de su hermano en Mar del Plata, con la principal diferencia en su método constructivo, al estructurar toda la obra con hormigón armado.

El legado invisible

Amancio Williams no diseñaba solo viviendas: proyectaba principios, imaginaba futuros, desafiaba estilos heredados. Su obra, incluso la que quedó en papel, nos obliga a repensar qué significa construir en América Latina.