El doble de Brad Pitt que cambió los sets por el entrenamiento de delfines en la Costa Atlántica y ahora construye piscinas de lujo
En 1996 la estrella de Hollywood revolucionó La Plata y Uspallata para ponerse en la piel del alpinista Heinrich Harrer para grabar "Siete años en el Tibet". Fernando Martin fue su doble en el rodaje y dejó los reflectores de lado para trasladarse a la Costa Atlántica. ”Todavía tengo el contrato”, dijo treinta años después del rodaje.
Por Redacción 0223
PARA 0223
La filmación de “Siete años en el Tibet” y la llegada de Brad Pitt a la Argentina con motivo de la superproducción paralizó las ciudades de La Plata y Uspallata en 1996. En la capital bonaerense se registraron tomas en la estación de trenes mientras que en la ciudad mendocina el equipo recreó el Tibet y permaneció por cuatro meses rodando.
Uspallata se llenó de técnicos, maquilladores, extras y un sinfín de puestos de trabajo temporarios para los jóvenes de la zona. Uno de esos jóvenes era Fernando Martín, estudiante de Ingeniería Electrónica en la UTN de Mendoza, que, junto con un grupo de amigos, se acercó al hotel donde la producción buscaba ayudantes para la filmación, pero el destino quiso que pase del otro lado de la pantalla.
“Me pagaban 90 dólares por día. En 1996 era un dinero importante”, contó Martín a Infobae al tiempo que recordó cómo fue seleccionado para convertirse en el doble de riesgo del carismático actor de Hollywood y el festejo de cumpleaños conjunto tras el rodaje.
Martín se acercó al hotel en busca de un empleo como asistente de técnica, pero cuando llegó, la jefa de Casting se acercó con una propuesta que le pareció increible: ser doble de riesgo de Brad Pitt. “Pensé que era una cámara oculta”, recordó.
“Me trajeron un papel con una mano dibujada, me hicieron colocar la mía encima y entró justo. Después me preguntaron cuánto calzaba: teníamos el mismo talle. En paralelo vinieron unas italianas que eran peluqueras. Yo en ese momento tenía el pelo largo y barba, y recuerdo que me miraban y decían: “¡Bien, el pelo!”. Porque muchos chicos que llegaban al casting aparecían ya teñidos, imitando a Brad, y era difícil volver atrás”, recordó.
Al día siguiente sonó el teléfono y comenzó su aventura. “Somos de la productora, vente al hotel, que te eligieron como doble de Brad Pitt”, le dijeron. “Firmé un contrato. Todavía lo tengo guardado. Me pagaban 90 dólares por día. Cuando hacía escenas de riesgo, como subir a caballo o quedarme colgado de una cuerda a dos metros de altura, me pagaban un extra. Para mí era una tontería bajar corriendo por una montaña porque lo hacía desde niño, pero estaba considerado como de riesgo. Brad Pitt no lo hacía porque si se caía o se lastimaba se terminaba la película”, explicó.
I am Brad Pitt
"Llevaba una semana vistiéndome igual que él y filmando algunas tomas, pero todavía no nos habían presentado. Un día estaba agachado, atándome los zapatos, y vi dos zapatos iguales delante de mí. Levanté la cabeza y era él. “I am Brad Pitt”, me dijo. Y yo le contesté: “No hablo inglés”. Enseguida llamó a un traductor: “Bienvenido, mucha suerte”. Y eso fue todo”, recordó.
Por ese entonces Pitt fumaba y, de vez en cuando le convidaba un cigarrllo a su doble. "Ese era todo el trato que teníamos", confiesa. "Un día estábamos filmando interiores, pasé por donde estaba Brad y me dijo que iba a festejar su cumpleaños, que me invitaba. Ese día aproveché y le pedí una foto juntos", dice.
Lo que siguió después del rodaje fue un fugaz paso por el mundo del modelaje. Pero, pronto Martín se do cuenta que no era lo suyo. En 1999 se mudó a San Clemente del Tuyú donde trabajó como entrenador de delfines en el oceanaro y bioparque que, por entonces estaba en su apogeo y ese mismo año se mudó a España. Donde vive actualmente y trabaja construyendo piscinas de lujo.
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