Quilmes: Volver a empezar, que aún no termina el juego

Un nuevo descenso puso en jaque al "tricolor" que, a pesar de todo, se reinventó, levantó la cabeza y salió a jugar la Liga Argentina sin obligaciones, sin ambiciones grandes, pero el sueño siempre latente de regresar a la elite.

El dolor de todo Quilmes en el descenso en Once Unidos. La fortaleza de siempre para resurgir y volver a dar pelea. (Foto: Diego Berrutti)

31 de Diciembre de 2019 11:57

Por Redacción 0223

PARA 0223

Quilmes es la copia real de la leyenda del Ave Fénix. El "cervecero", ha lo largo de su historia, ha hecho de renacer una forma de vida, de ser. Y atrás tiene un público muy seguidor, muy pasional, que no distingue de categorías y siempre está, que apoya y acompaña más en las malas que lo que disfruta las buenas. Por eso, el momento que le toca atravesar hoy al club de Luro y Guido, no es un drama ni una situación que desconozcan, lo que ayuda a que se lo viva con mayor naturalidad, sin tantas presiones, sin la obligación de recuperar rápidamente su lugar en la Liga Nacional, pero con el convencimiento que van a hacer lo que esté a su alcance para conseguirlo.

El 2019 fue duro para Quilmes y no pudo hacer nada. De la mano de Javier Bianchelli, hijo pródigo de la casa, y con buenos años en las temporadas anteriores, nada fue fácil en el tramo final de una campaña que, encima, lo tuvo peleando los últimos lugares con su rival de toda la vida, Peñarol, y el "milrayitas" lo condenó a la serie por la permanencia frente a un Atenas de Córdoba que tiene otra historia y llegaba en alza. 

La situación es conocida para Quilmes porque lo vivió en la temporada 1997/98, 2009/10 y 2011/12, con la diferencia que en aquellas oportunidades se rearmaba rápidamente para tener un breve paso por el TNA y retornar con más fuerzas a la Liga Nacional. En esta oportunidad, tras consumarse el descenso frente al "griego", hasta se habló de la posibilidad de que no utilizara la plaza. Se buscó la forma de hacer de local en el "José Martínez" (está inhabilitado para ese nivel) y se decidió jugar pero sin viejas presiones, con un plantel con muchos juveniles, chicos que llegaban de categorías inferiores, retornos como el de Jeffrey Merchant y Gregorio Eseverri, y la continuidad de dos símbolos: el eterno capitán Maximiliano Maciel y una de las grandes promesas del básquet nacional, Juan Esteban De La Fuente.

Lo que muchos suponían una rápida adaptación a la Liga Argentina, aprovechando algunos jugadores con varias batallas en Liga Nacional, no fue tan así. La paridad es mucho más marcada, se gana o se pierde casi contra cualquiera y la regularidad no ha sido una constante para el equipo de Manuel Gelpi que no le termina de encontrar el equilibrio entre defensa y ataque. Las cuatro derrotas consecutivas, previo al receso, fueron un baldazo de agua fría para el "tricolor" que, además, perdió su invicto en casa, lo que había convertido en una fortaleza. 

Sin embargo falta mucho, el conjunto irá sumando cada vez más rodaje y tiene motivos para ilusionarse. El mayor de todos, que de esto sabe mucho, que nunca se rinde, que siempre se levanta de los golpes, que su insignia es un "indio", pero tranquilamente podría ser el Ave Fénix, siempre mirando para delante, siempre renaciendo.