Tandil: jóvenes realizan fiestas clandestinas y provocan un severo daño ambiental
Sobre el circuito turístico que pasa por la zona de la cantera Montecristo, los jóvenes hallaron un punto de encuentro para reunirse y cada fin de semana dejan un tendal de basura, además de generar otras problemáticas.
Por Redacción 0223
PARA 0223
Residentes de la zona tandilense de La Porteña volvieron a denunciar la situación que experimentan cada fin de semana, cuando múltiples jóvenes se reúnen en una zona situada a la altura de la cantera Montecristo, donde celebran fiestas clandestinas y dejan basura por doquier.
Según testimonios revelados por el diario El Eco, los vecinos sufren al asegurar que la policía y el municipio están al tanto de lo que ocurre y aunque han hecho múltiples llamados, la respuesta de las autoridades es la misma: “Nos dicen que no pueden hacer nada”.
Además de los ruidos nocturnos, muchos de los residentes de la zona deben atravesar el lugar para ir a trabajar y han denunciado encontrarse con personas en estado de ebriedad, en un contexto de peligrosa circulación vehícular que obstaculiza el paso y sobre la que no existe control alguno.
Los jóvenes hallaron en el lugar un sitio ideal para reunirse hasta el amanecer a pesar de las restricciones y, tras las fiestas, el espacio -que además es parte de un circuito turístico- queda cubierto de botellas, envases y todo tipo de basura.
Silvia, una de las residentes de la zona, dialogó con el citado medio tandilense y retrató en imágenes la impresionante mugre que queda en la zona. “Otro vecino me contaba que el fin de semana pasado volvió de noche por ahí y casi atropella a tres pibes, que estaban borrachos en medio de la ruta de noche”, resaltó la mujer.
Otra de las vecinas de la zona aseguró que todos los lunes “están dos horas los municipales embolsando la mugre” y, en ese sentido, se preguntó: “Entonces, ¿pagamos nosotros una recolección de fiestas clandestinas y peligrosas en medio de una curva en el circuito?”.
Además del año ambiental por la basura que dejan los jóvenes, que luego se propaga por otras tierras generando múltiples inconvenientes para la flora, la fauna y las comunidades, los vecinos manifestaron su preocupación por el peligro que significa esas reuniones de noche en un lugar donde hay poca iluminación. “Se paran arriba de la calle y no dan paso. Mi pareja trabaja en los tambos y todas las madrugadas debe pasar por ahí y siempre están”, aseveró al respecto Stefanía.
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